Un Capítulo Inconcluso

Qué bien que continúen indagaciones sobre curas abusadores y sus encubridores

 

obispos-chile Cuando los jerarcas de la Iglesia Católica  pasaban sonrientes por el terminal aéreo de Santiago, al retorno de sus reuniones con el Papa, muchos pensamos que estos caballeros no han entendido nada sobre la profundización de la crisis de la institución que representan o representaban.

Pero tras una semana de ese retorno de rostros alegres, impropios de la culpa que cargan y de quienes fueron fustigados por su líder ante las faltas y errores cometidos, ¿habrá cambiado el gesto al constatar que la indagación sobre los vergonzosos  hechos cometidos por sacerdotes aun no ha concluido?

A la revelación mediática de la cofradía existente en Rancagua de curas cometiendo abusos con menores, se suma ahora esta convocatoria papal de  5 sacerdotes también víctimas de Karadima que engrosará el expediente del Vaticano sobre los luctuosos sucesos acontecidos en la Iglesia Católica, que involucra a Karadima, sus encubridores y a quienes  hasta hace algunos meses cometieron también irregularidades intentando ocultar estos condenables delitos.

Karadima es lo más mediático, pero son mucho más  los casos, no lo olvidemos. Recordemos el cura Tato que protagonizó la transversalidad de abusar de niñas pertenecientes a familias de elevados recursos y luego a otras de zonas muy modestas. Estas últimas ya en conocimiento de los jerarcas sobre el cometido abusivo del cura Tato, quien  primero fue enviado al extranjero, para ocultar el hecho, y luego fue misionado a un modesto sector de Santiago, donde volvió a cometer el mismo delito.

En este caso muy emblemático, hay tanta fechoría en el cura pedófilo como  en quienes lo misionaron porque tal vez reflexionaron ¿que las familias modestas carecen del necesario valor para protegerlas de tan abusivo delito?

Este es sólo un ejemplo de la profundidad de las faltas cometidas  por no sabemos cuántas décadas por la curia católica, cuyo comportamiento ante estos crímenes ha sido de tanta gravedad como la de los propios protagonistas.

Ese tema- la profundidad y trayectoria de esta crisis- la abordaremos en el artículo que ya escribimos para el Semanario “Tiempo” de esta semana. Lo entrecruzaremos con la ola feminista, ambos procesos observados de cómo estos cambios impactarán en el país.

Un tema que puede dar lugar a un extenso texto, pero que resumiremos al espacio asignado que nos obliga a compactar las ideas.

De momento comparto con Uds. un anterior artículo escrito también para “Tiempo” y que no tuve tiempo- el escurridizo tiempo- para compartir con Uds.- y que se enfoca en el proceso de convocatoria que hizo el Papa a través de una carta que aun nos pareció insuficiente en el pronunciamiento pontificio.

Planteamos en esta columna que apreciábamos una Iglesia que “se recoge ante sí”,  y que en definitiva es  la misma crítica que el Jefe de la Iglesia Católica impugnó  contra la jerarquía chilena atribuyéndole luego un “ensimismamiento”, aislándose de la propia culpa vaticana para no indagar en profundidad estos hechos. Les  invito a leer este artículo:

Ha llegado Carta

Semanario “Tiempo” 13/04/2018

 

Así se llamaba un inocente juego infantil de antaño. Sus participantes sufrían decepciones si el mandato les impedía llegar a la meta.

Esta semana ha llegado carta  desde el Vaticano para la jerarquía católica chilena, misiva que no sabemos si sanará las lacerantes heridas de cientos de niños de antaño, víctimas de quienes consagraron su vida a la misión sacerdotal, pero desviaron el camino avasallando su inocencia.

¿Habrá llegado la hora en que los pastores admitan sus pecados impíos cometidos contra su rebaño, contra el más inocente?

Muchos de sus sacerdotes infringieron el relato bíblico que ordena a los misioneros cuidar a todas sus ovejas, hasta las más descarriadas o perdidas.

Tal precepto lo incumplieron de la forma más feroz porque  los descarriados y perdidos fueron los propios pastores que, abusando de niños inocentes, traicionando la confianza de sus padres desde una posición de gran Poder- la credulidad en el “padrecito”- vulneraron el más elemental comportamiento.  En vida civil, el ultraje constituye un delito con pena mayor y en misión sacerdotal significa el abandono de las obligaciones más básicas del apostolado al atentar contra niños que, se  supone, educaban en la vida cristiana y de obediencia en comportamiento de virtud y espiritualidad.

Los victimarios eludieron las merecidas penas protegidos por su propia nunciatura que les ocultó en sitios de “retiro espiritual y de reflexión” excusados en una prescripción, sin admitir sus grandes culpas.

Eso a pesar que quebrantaron los 10 mandamientos que exigen a sus fieles, porque mancillaron la pureza infantil, asesinaron la inocencia de la niñez y robaron la fé y la confianza de sus víctimas.

La jerarquía también se apartó de su ministerio al abandonar a las víctimas y no reconocer las faltas cometidas.

En esa indiferencia no hubo desde la curia  cristiandad, piedad ni misericordia.

El Papa ha convocado a una reunión de la jerarquía chilena en una carta donde admite haber cometido “graves equivocaciones de valoración y percepción por falta de información”.

No ha sido “falta de información”, sino no haber escuchado a quienes tuvieron la valentía de superar la vergüenza y ventilar los ultrajes “urbi et orbi”, para tras muchos años, recibir esta discreta señal en que  posiblemente la Iglesia Católica además del mea culpa aplique sanciones.

La carta pontificia es apenas un atisbo de reconocimiento de este doloroso drama y desde su lectura resulta legítimo plantear dudas de que la Iglesia lave realmente este gran pecado. Es un documento impreciso que representa un pequeño avance.

En rigor, la misiva muestra a una institución que se defiende y se recoge ante sí por las nuevas evidencias y los testimonios que por tanto tiempo se negaron a escuchar.

“Ha llegado carta”, pero los creyentes, y particularmente las víctimas, merecen más que el mea culpa enunciado.

 

 

 

 

 

 

Susana Pozo Pizarro, es Periodista (UCh), Magíster en Información Económica. A nivel profesional ejerció en formatos de Televisión, Radio, Periódico y Revista. También se desempeñó en Comunicación Corporativa y culminó su carrera como Editora y Columnista del sector de Economía en Diario “El Mercurio” de Valparaíso. A nivel académico ocupó cargos en la Universidad de La Serena como académica, Directora de la Escuela de Periodismo y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales y Administrativas. En 2008 recibe el Premio “Elena Caffarena” que otorga el Gobierno para reconocer a mujeres destacadas en su ámbito profesional. Hoy es columnista del Semanario “Tiempo” de La Serena y maneja este sitio para analizar la actualidad así como otros temas de interés. Nos estamos acercando a 1.800 seguidores en twitter y un número significativo que nos siguen a través del contacto directo y de correos. Nuestro interés es otorgar análisis independiente y acogemos comentarios que pueden observar enfoques distintos y opuestos al nuestro.

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