Los Vaivenes de la Ola Feminista

ola¿Hacia dónde va la ola feminista?  ¿Hacia dónde la quieren llevar quienes salen a protestar o hacia donde debiera ser impulsada, si pretendemos desarticular en profundidad la postergación de la mujer?

Me inclino por lo último, porque tal objetivo nos conducirá hacia resolver diferencias sociales y hacia las mujeres más discriminadas.

La educación no sexista, que es la bandera  de las manifestantes, es uno de los múltiples ángulos de este movimiento, con trascendencia en tanto logre vincularse con la formación y el giro que supone un cambio cultural, bastante complejo, como toda revolución cultural. Hasta el momento- estimamos- ha sido mal llevada.

Por ejemplo, sorprende que  los temas sociales y previsionales que impactan de manera particular a  las mujeres de modesta condición no incumban a las movilizadas y eso da cuenta de las brechas existentes entre estratos sociales y etarios femeninos, a la vez que muestra lo disociada y disgregada que es nuestra sociedad. Abordamos ese contraste en nuestra última columna para Semanario “Tiempo”.

También nos referimos a las adecuaciones de comportamiento que han debido asumir los varones, estén convencidos de ello o no, en el trato hacia el otro género. Tal conducta- estimamos-  deberá llegar a un punto de equilibrio que aún no se alcanza y de esa trayectoria que no llega a la mediana correcta, se está haciendo un impropio aprovechamiento político.

Estos temas los sintetizamos en una columna que escribimos  para el Semanario “Tiempo” la semana reciente y que les invito a leer.

 

Desigualdades y Feminismo

Semanario “Tiempo”  01/06/2018

 

¿Cuánto tiempo transcurrió entre la muñeca inflable de aquel aciago fin de año empresarial y las corrientes feministas de hoy que se toman universidades e inspiran discutidos  decretos municipales?

Apenas 1 año y 4 meses, pero hay un abismo entre las reacciones por ese “regalo” y el primer parte por decir una relativa impropiedad a una joven y que se interpretó como  un acoso callejero.

La muñeca regalada por el empresario Roberto Fantuzzi, jocosamente recibida por el entonces ministro de Economía y festinada por los  concurrentes a la reunión de Asexma daría lugar hoy a que a lo menos todos terminaran la fiesta entre barrotes.

Ese fue indudablemente un acto grosero y vejatorio de la condición femenina y una gota de las tantas que  erosionaron la aceptación del ninguneo con respecto de la mujer.

La reivindicación femenina, decíamos la pasada semana, presenta distintos frentes, pero también afirmábamos que resulta ineludible la natural diferencia entre hombre y mujer.

Ambas incuestionables realidades tuvieron su primer choque cuando según se entendió del anuncio presidencial, los menores costos en programas de salud de la mujer serán  compensados con la  elevación de los aranceles masculinos.

Si así es, el único ganancial sería para las isapres y por tanto esa eventual propuesta no pasará y el único valor que tiene es que puso sobre la mesa como materia relevante los elevados costos de esas cotizaciones,  las esmirriadas coberturas y los groseros gananciales de las aseguradoras que castigan a las mujeres si somos jóvenes o somos viejas. La revisión debe ser integral.

Lo cierto es que la desigualdad impacta a hombres y mujeres, haciéndose cargo, por cierto, que el género femenino registra  un mayor rezago histórico por contextos culturales en que las mujeres también han hecho su aporte en la crianza, por ejemplo, de hijos machistas o del festín mediático y en redes sociales que se hace con picardías sexuales en que “rostros” y mujeres en general tienen activa participación. Salir a protestar luego por acoso es practicar un doble standard.

La desigualdad está por sobre la condición de género. Si logramos derribar inequidades mejoraremos la desmedrada condición femenina, particularmente de la mujer que configura una familia uniparental en que esa sola circunstancia la empobrece y le impide avanzar.

Coloco otra desigualdad sobre la mesa. La discriminación que hace la industria del seguro con los viejos a quienes les niega acceder a planes para enfermedades catastróficas y para viajar.

¿Por qué las aseguradoras están por sobre la Ley Zamudio?

Hay mucho paño que cortar en discriminaciones, indistintamente de la calidad de género, para que avancemos  como un país con mejor calidad de vida.

Imponer un género sobre otro no rentabiliza. Sí la tarea conjunta para resolver la multiplicidad de injusticias y arbitrariedades pendientes.

 

 

Susana Pozo Pizarro, es Periodista (UCh), Magíster en Información Económica. A nivel profesional ejerció en formatos de Televisión, Radio, Periódico y Revista. También se desempeñó en Comunicación Corporativa y culminó su carrera como Editora y Columnista del sector de Economía en Diario “El Mercurio” de Valparaíso. A nivel académico ocupó cargos en la Universidad de La Serena como académica, Directora de la Escuela de Periodismo y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales y Administrativas. En 2008 recibe el Premio “Elena Caffarena” que otorga el Gobierno para reconocer a mujeres destacadas en su ámbito profesional. Hoy es columnista del Semanario “Tiempo” de La Serena y maneja este sitio para analizar la actualidad así como otros temas de interés. Nos estamos acercando a 1.800 seguidores en twitter y un número significativo que nos siguen a través del contacto directo y de correos. Nuestro interés es otorgar análisis independiente y acogemos comentarios que pueden observar enfoques distintos y opuestos al nuestro.

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