Tragedias de la magnitud del incendio en Valparaíso y el sismo de la zona norte corren vertiginosas, pletóricas de acontecimientos y muchas veces superan a los periodistas en su trabajo. En múltiple oportunidades, cubriendo tragedias, me quedó material obsoleto, sin procesar.
Eso sucede porque hay otros hechos que superan al que debí guardar para el recuerdo y la experiencia.
Me aconteció ayer, cuando escribí la siguiente nota al mediodía y en la tarde nos informamos del desalojo que afectó a damnificados que se habían instalado en la Plaza O´Higgins con sus carpas.
Los entiendo: me imagino no es un lujo, tras la pérdida de sus casas, pecnoctar en una plaza, pero pensemos que querían resguardar su intimidad, que pierden cuando en colegios se les instala en grandes salas. Eso ha representado para ellos este pavoroso siniestro que les arrebató sus viviendas: han perdido la intimidad.
Ayer en la tarde una autoridad que no se identificó, sólo actuó, ejerció su mano paternal para decirles que ahí no pueden estar y que deberán instalarse donde ella lo ha dispuesto.
Lamentable: el mejor ejercicio cuando los periodistas cubrimos estos acontecimientos y aquellos que ejercen la autoridad, es colocarse en los zapatos de los que sufren: podremos atenderles en mejor forma
Mi artículo de la mañana del martes no pierde vigencia: creo que siempre es recomendable saber quienes son y cómo reaccionan nuestros vecinos.
Los damnificados de Plaza O´Higgins que hoy no están allí pensaron que llegaban a buen barrio: cercano a autoridades elegidos por ellos mismos ¿Qué mejor? pero creo que lamentablemente se equivocaron.
Esto es lo que les sucedió tras su fugaz intento por decidir donde instalarse tras la devastadora experiencia que aún viven:
He estado esperando el día después tras la magna tragedia que sufre Valparaíso. Quería escribir algún artículo positivo, esperanzador. No ha sido posible.
Los periodistas- siempre presentes en estos lamentables acontecimientos- bien sabemos que un drama como el que vive nuestro primer puerto, es una noticia en proceso, donde los hechos, particularmente las cifras, se van modificando a medida que trascurren las horas y la realidad se hace presente en toda su magnitud.
Hay un día después tras atendida la emergencia: cuando ya se ha entregado la primera asistencia, la más básica y comienza a organizarse la etapa de recuperación.
Para Valparaíso ese día después- cuando ya la amenaza del riesgo concluyó- aún no ha llegado. No llegará mientras el fuego no esté oficialmente controlado y siga pendiente que la gran cantidad de modestos pobladores reciba los elementos mínimos de atención para recuperarles en su dignidad más básica, tras quedar con lo puesto, a brazos cruzados, sin sus casas, con pérdida total de lo logrado.
Hasta hoy martes en la mañana, grupos concentrados ya sea en los cerros o en un improvisado campamento que ellos instalaron en Plaza O`Higgins, aun no recibían un baño químico, un elemento que comenzó a ser requerido desde el sábado cuando la tragedia se desató al iniciarse el devastador incendio.
Sobran las palabras frente a la falta de un prosaico pero necesario artefacto. Y lesiona en lo profundo la dignidad de estos golpeados pobladores.
El improvisado campamento instalado en Plaza O´Higgins contaba hoy martes con apenas un sanitario para las aproximadas 70 personas que han pernoctado allí, a la interperie, en medio del frío de ya 2 días que permanecen en ese lugar. Una persona les llevó hoy una pequeña parrilla que les permitirá preparar alguna comida caliente, que la requieren.
Lo anterior para retratar la precariedad que enfrentan.
Para quienes no son de Valparaíso, hay que contextualizar que la Plaza O´Higgins se sitúa frente a la sede del Congreso.
Ese Congreso que ha sido siempre tan ajeno a la hermosa ciudad que le cobija, de la cual ha hecho tantos intentos por emigrar a Santiago, para continuar alimentando un enfermizo centralismo en un Parlamento que debe representar a todo el país.
El faraónico edificio del Congreso, una verdadera isla en este sufrido puerto, ha recibido nuevos vecinos: los pobladores que pernoctan en Plaza O´Higgins porque perdieron sus casas y donde hoy numerosas familias deben compartir un precario baño.
¿Cuántas salas de baño tendrá el Congreso? En una sola oportunidad, por motivos profesionales, visité esa sede parlamentaria: me pareció una bofetada a la modestia porteña.
Edificio climatizado, de espacios amplios. Imagino con salas de baño desodorizadas, íntimas, con grifería italiana y porcelanato, permanentemente higienizados, espejos biselados….¿para qué seguir?
Hasta hoy martes en la mañana, los congresales no habían cruzado la vereda para enfrentar la realidad de lo que acontece a los pobladores. Tampoco les hemos visto recorriendo los cerros: se resisten a sensibilizarse. Allí, en los cerros, también hay damnificados que a tres días de la tragedia aun no cuentan con un baño químico que les permita recuperar una dignidad mínima.
¿Cuántos de estos modestos habitantes de los cerros quienes hoy carecen de todo, fueron generosos con su voto electoral? ¿Cuántos les recibieron en sus patéticos puerta a puerta? ¿Cuántos confiaron en ellos?
En esta tragedia-y en la del norte- Chile desnuda una vez más sus irritantes diferencias.
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