La historia de “Philomena” es un hecho repetido, pero no por ello menos intenso. Relata la pérdida de un hijo arrebatado a una adolescente en castigo por haber cometido un “pecado de juventud”, mire  que trivial, si es un tema al que recurren frecuentemente los fabricantes de teleseries para que las dueñas de casa, sin tener que picar cebolla fuerte, lloren a mares.

Pero también es la historia de muchas jóvenes en la vida real. Que se caricaturice en los culebrones a la hora del almuerzo, ese es otro asunto, pero en todas partes del mundo, ha sido el drama de muchas mujeres e hijos.

“Philomena” está efectivamente sustentada en un caso auténtico, que dio lugar al Libro “ El Hijo Perdido de Philomena Lee” escrito por el periodista Martin Sixsmith quien investigó el caso de la mano de su  protagonista y junto a la cual fue develando la ruta seguida por ese hijo arrebatado a temprana edad por las manos…..adivinen ¿de quiénes? pregunto a quienes no han visto la cinta y sin haberla visto podrían fácilmente dar con el condimento que también aparece en las teleseries: de las manos de unas malvadas monjas.

Por tanto el filme, que protagonizan la encantadora Judi Dench y Steven Coogan, cierra el círculo del cebolleo más repetido y sufrido, que en teleseries se extiende implacablemente para que a los canales de televisión ingrese más dinero a sus golosas arcas.

Y eso podría haber determinado que “Philomena” hubiese sido una peliculilla más, para la entretención, y no obstante está candidata al “Oscar”. Esta cinta está nominada para los trofeos a Mejor Película, Mejor Actriz y Mejor Guión Adaptado. En los dos últimos, estimo, tiene sobresalientes opciones. Como Mejor Película, deberá competir con filmes de una  mayor promoción. Ya se adjudicó el Bafta por el mejor guión adaptado.

El mérito de esta producción está justamente en lo ya  señalado, en cuanto a que teniendo como tema un relato llorón, alcanza sin embargo el tono justo y mesurado del mismo, para convertirla en una buena película. Y ese es el resultado del oficio actoral de sus dos protagonistas,  así como un similar manejo en la dirección del también británico Stephen Frears.

La versátil Dench, junto a Coogan y Frears,  nos ofrecen una historia que merece respeto por su intensidad, y en concesión a ello, un muy discreto manejo, acento y atmósfera para relatarla.

La Dench tiene ese virtuosismo, y de ahí su prestigio, de dar la inflexión apropiada a cada uno de sus personajes. Nunca la hemos  visto cometiendo el pecado de la sobreactuación, sino siempre brindando el  marco preciso a la caracterización. Recordémosla en “Iris”, donde  interpreta a la novelista irlandesa Iris Murdoch, cuyo talento sufrió gran derrota frente al mal de Alzheimer. Ese rol, que también daba espacio a un trato llorón, se benefició del oficio de Dench.

Su versatilidad está demostrada al interpretar  a la nueva agente M en algunos filmes de la saga  del agente James Bond (Golden Eye, Casino Royale, Skyfall).

Pese a su trayectoria, esta actriz británica sólo ha recibido un Oscar como Mejor Actriz Secundaria, en su rol en  la cinta “Skakespeare in Love”. Dench, en el pináculo actoral británico, ha interpretado destacados roles del dramaturgo inglés en teatro y en cine.

Su compañero de  roles, Steve Coogan, le acompaña muy eficazmente en el tono y atmósfera discreta para dar elegancia y un  buen relato a “Philomena” que en otras  manos  hubiese dado por resultado una película chillona, apropiada para aburridas tardes de  un domingo invernal.

Aquí la madre (Dench) no derrama litros de lágrimas ni hace un exhibicionismo de su dolor. Ni el periodista (Coogan) es caricaturizado, como suele ser, como un profesional que va por encima de toda ética o barrera para hacer su trabajo. No, simplemente con un apropiado desempeño va descubriendo todo el contexto de lo acontecido  en los 50 años que ya tiene este hijo nacido en el secretismo de un convento.

Está muy bien retratado el profesionalismo con que el periodista hace la búsqueda de información, me sentí recompensada ante tanta  caricatura periodística en películas y también en la vida real. La ruta de fuentes que él recorre para dar rápida respuesta a esta contenida madre y que seguramente fueron las que siguió en el caso real el periodista  Martin Sixsmith que explican  su prestigio  y quien seguramente debe  haber asesorado al equipo técnico del montaje fílmico.

Este periodista es autor de varios textos focalizados en la Historia de Rusia, y por tanto, este  caso de interés humano representó para él un esfuerzo para recomponer su vida profesional, tras serio traspié, y para desde esa experiencia, constatar que en manos de un buen periodista no hay género de tema que no sea capaz de ser convertido en una excelente historia.

Hay entonces una lectura primordial que es  la de la resiliencia, a la que debemos adaptarnos muchos profesionales, particularmente en periodismo, considerada como una actividad con una de las mayores rotaciones en su ejercicio.

Pero creo que el mensaje principal de la cinta- que aparece muy breve y sutilmente expresado y eso es mérito de la elegancia con que actúa Judi Dench- es la capacidad de perdonar que seguramente muchas madres en ese caso no tendrían disposición para hacerlo, tras sufrir el arrebato de un hijo.

Ese fue en la vida real- y no es concesión cinematográfica- el tema que sensibilizó al periodista para dar curso a la investigación y a su libro.

Hay otros méritos de este filme.  Además del tono y la atmósfera, y es el afiatado trabajo de los actores y dirección. En ese contexto, hay que destacar lo acoplados que trabajan Dench y Coogan, así como el mensaje de tolerancia que se va tejiendo entre ambos protagonistas, con  historias, experiencias e intereses tan contrapuestos. Esa tolerancia, que también hoy es escasa en la vida real, no puede  sino ser valorada en esta película como un apropiado mensaje y a partir del cual, la historia pierde el tono estridente con que pudo haber sido tratada en manos de otro director. Esos pasajes de encuentros, desencuentros y tolerancia entre ambos protagonistas,  así como dosificadas situaciones hilarantes, son recursos incidentales muy apropiados para el resultado final en la producción: méritos de los guionistas- uno de los cuales es el propio Steven Coogan- y de Frears.

Aquí cabe resaltar la valía de este último quien completa este trío de verdaderos artesanos en la cinematografía británica.

Frears llevó al Oscar a otra gran actriz  británica, Helen Mirren, protagonista de una de las películas más recientes y de  taquilla en las salas chilenas, “The Queen”, donde  también se luce Michael Sheen, en su rol de Tony Blair. La película arrasó con los Premios Oscar, Bafta, Globo de Oro y del Sindicato de Actores, pero resultó esquivo para el propio Stephen Frears quien llegó sólo hasta  la ruta de nominado por esa producción.

Este domingo podría ocurrir lo mismo con la protagonista de “Philomena”.

Apuesto, a riesgo de equivocarme, que  la Dench no se  ganará el Oscar, porque como en la mayoría de los personajes que ha interpretado, en este rol de Philomena, tiene menos rimbombancia que los papeles de las otras actrices postulantes a este Oscar y  cuyo marketing ha sido también  más altisonante.

Y si me equivoco, y esta casi octogenaria artista logra la estatuilla, habría que decir que el jurado ha hecho un muy buen trabajo.

Veremos qué sucede con esta producción en la distribución del Oscar.