El Chavo del 8: Un personaje de la Nostalgia, la Niñez y la Adultez
El siguiente es un tema refrescante para el inicio de la semana porque decidimos postergar para el viernes nuestro comentario sobre las Primarias Municipales que permitió a los políticos festejar resultados, cual verdaderos Mr. Magoos.
Así, esta página hoy se unirá al Doodle publicado hoy con que Google celebró en medio mundo la primera transmisión hace 45 años del “Chavo del Ocho”, cuyos artistas se han ido, siendo el último adiós el del Sr. Jirafales.
Sus gags me retrotraen a mi hijo muy pequeño, quien llegaba del colegio, a disfrutar de una manzana mientras observaba alucinado al “Chavo del Ocho” y su tropa.
Este elenco mexicano representa tal vez uno de los últimos comics “blancos” y descontaminado de la violencia, que además tenía el valor de ser representado por artistas que en una vecindad compartían a través de un diálogo gracioso y ajeno a la grosería y al chiste de doble estandard.
Era una tira cómica con personajes de carne y hueso- algo poco visto- y eso representaba para los niños una mayor cercanía que el comic trazado en dibujos.
Además de este gran mérito, “El Chavo del Ocho” mantiene su popularidad porque representa una realidad ida, nostálgica para los niños que ya son adultos, porque reflejaba una vecindad donde a pesar de las diferencias, éstas siempre concluían en un gag que relajaba la situación.
Hoy, cuando en la sociedad se observa en barrios una preocupante dosis de violencia para zanjar, o más bien imponer las diferencias, la atmósfera de la vecindad del Chavo resulta entrañable.
El personaje del Chavo reúne en su representación varios valores que le mantienen como una figura muy querida, a pesar de sus berrinches que sacaban de quicio a ese formidable elenco que interpretaban al Quico, a Doña Florinda, al Sr. Jirafales, al Sr. Barriga, a la Bruja del 71, a Don Ramón: todos terminaban exasperándose con el Chavo del 8.
Un elemento para hacerlo tan querible era su orfandad: su familia era la vecindad y su casa pareciera que era el barril que allí permanecía por inercia. También carece de nombre, un elemento que acentúa su desamparo.
Un segundo factor es que el “Chavo” es representado por un adulto: es un hombre en el alma de un niño y eso cala más hondo que si el rol hubiese estado a cargo de un menor.
Y un tercero es que representaba un personaje de unión entre todos el resto.
Un cuarto: sus repetitivas frases, un recurso que ya no se utiliza en gags.
Pero atención con las frases repetitivas: “Fue sin querer queriendo” “Bueno, pero no te enojes”; “La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena” o las pronunciadas por el Chapulín Colorado: “Qué no panda el cúnico”: “Síganme los buenos”; “Se aprovechan de mi nobleza” .
Todos los anteriores estribillos repetitivos representan frases nacidas desde la humildad o desde una sana intencionalidad, hoy también nostálgicas.
Hay que remitirse al recordado Charlot de Charles Chaplin como un gran referente del Chavo del 8 con muy similares cualidades que los sitúan entre los personajes inolvidables de la infancia y también de los adultos. Charlot era un vagabundo que iba sembrando dificultades, “sin querer queriendo”, como se justificaba el Chavo.
Sumemos entre los personajes inolvidables de la niñez y también de los adultos al dibujante “Quino” con su Mafalda; a nuestro Pepo con “Condorito” y al “Mr. Magoo” que de forma cruel he analogado con los políticos, porque para quienes no se han acercado a esa tira cómica, Mr. Magoo era un Sr. miope, capaz de transitar por una cornisa, pensando que lo hacía por la Gran Avenida de Nueva York, un modelo de miopía en cómico.
Los políticos, un modelo de miopía frente a los acontecimientos del Chile actual.
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