“El Azar”

El AZAR

 

 

azar imagenNo es casualidad (azar) que  escriba este  texto: lo estoy haciendo por mi propia voluntad y esto último,  es de la mayor importancia: ejecutar  por mi propio albedrío, una facultad asociada a la libertad, un valor al que nunca estaría dispuesta a renunciar.

La única coincidencia que  puede vincularse al azar se relaciona con  que este artículo surgió a propósito de la película titulada “El Azar”,  del cineasta polaco Krzyslof Kieslowski,  cuyas producciones integraron la oferta del tradicional Ciclo de Cine UC al que tienen acceso los cinéfilos del Área Metropolitana en la época de verano.

Tras algunas someras disquisiciones sobre el azar, un tema de amplio, arduo y profundo debate, ya comentaré la película que bien vale la pena ver.

Pero con respecto al azar, apenas lo reconozco  como una de las variables más intangibles que algunas  corrientes de discusión han puesto sobre la mesa, y a la cual personalmente asigno nula credibilidad,  como explicación de sucesos y sobre la cual ni siquiera me parece una cuestión de  simple fe.

Ha sido eterna la discusión filosófica sobre la existencia del azar en la reflexión sobre los acontecimientos universales versus la mano de Dios,  que sustentan quienes se dejan guiar por sus creencias o simplemente por aquellos que participamos de nuestra propia presunción  en cuanto a que el mundo existe porque está a disposición del ser humano para  comprenderlo, vivirlo, experimentarlo, procesarlo, modificarlo, alterarlo y no es fruto del azar. Si lo modificamos para bien o para mal, eso forma parte de un segundo y colateral debate que no es tema de este artículo.

Aceptar la existencia del azar- desde mi visión- significa transferir nuestra propia capacidad de decisión y nuestro potencial de intelecto a una variable incorpórea sobre la cual nadie ha probado su existencia, ni siquiera para explicar la circunstancia de nacer en determinado país y unido a  determinado grupo familiar que tal vez nos condene a una condición socio-económica, de la cual siempre podremos  zafarnos por nuestro propio albedrío. para bien o para mal, igualmente.

El término azar también ha sido  enlazado a descubrimientos científicos, cuestión  sobre la cual tampoco me parece una explicación válida, porque en todos los casos que se describen,  siempre actuó como decisivo interviniente la necesaria relación  en el razonamiento de los científicos sobre la causa y el efecto que les llevó a hallazgos que han representado grandes avances en el Mundo.

En un plano muy superficial, señalemos además que el azar resulta muy cómodo para quienes pretenden justificar acciones de las cuales quisieran no asumir la responsabilidad que les corresponde  en el protagonismo de determinados hechos.

En definitiva, pongo toda mi convicción en que somos prisioneros- y responsables por cierto- de nuestras propias decisiones y el azar es sólo una simpática fábula dentro del imaginario del ser humano.

 

LA PELÍCULA

 

No es cosa del azar tampoco que esta película titulada “El Azar”- fuese un tema  que interesó a Kieslowski, un cineasta trasversalizado por cuestiones filosóficas, religiosas y políticas.

Esta seducción y obsesión del cine kieslowskiano por estos temas tampoco es cuestión de azar: él está claramente influido por la historia de su país, Polonia,  cronología que tampoco ha sido precisamente obra del azar. En ese país, ha predominado la agresiva intervención de fuerzas foráneas que en un continuo han cercenado su autonomía.

Se une la propia condición del país donde la Iglesia Católica ocupa un lugar predominante entre las creencias religiosas, donde  buscan refugio muchos sometidos para explicarse sucesos que les son impuestos y sobre los cuales no se les permite gran protagonismo.

Kieslowski estuvo acosado por  estos dos demonios: política y religión que en  evidente conflicto le llevaron a vivir fuera de su país para desarrollarse como cineasta  y fue Francia que le acogió en su ya forjado prestigio en Polonia.

Como activo documentalista de la historia de su país, este director debió enfrentar el rechazo del régimen y la censura a sus producciones le persiguió aun fuera  de Polonia.

Su inclinación por asuntos religiosos fue una forma de evadir su inquietud por  la historia política, pero no obstante toda la filmografía que le hemos visto vuelve sobre el tema de la represión, el enfrentamiento y modos de vida que a él le interesaban como registros audiovisuales.

Así su saga más trascendente fue el “Decálogo”, con 10 mediometrajes cuya fuente de inspiración fueron los Diez Mandamientos según los preceptos de la Iglesia Católica (hay un canon judío). Algunos de los capítulos escritos para la televisión pasaron luego a difusión cinematográfica.

Esa es su obra cumbre y está considerada en los primeros lugares entre las 100 mejores películas calificadas por distintas  asociaciones  cinematográficas.

Instalado en Francia,  Kieslowski rindió un homenaje al país que le acogió con la saga “Blanco”, “Azul” y “Rojo” que representaron los valores galos: Liberté, Fraternité y Ègalité, tres películas que también él encauza en la realidad del país, al igual como ocurrió en  su formación en Polonia.

Inconclusa quedó lamentablemente su tercera saga inspirada en “La Divina Comedia” del Dante con “El Infierno”, “El Paraíso” y “El Purgatorio”.

Contrario a lo que pudiese deducirse de su filmografía,  este realizador nunca se confesó católico, aunque dentro de su  trinchera cinematográfica, el tema es recurrente, así como lo fue la represión ciudadana y la censura ejercidas por los sucesivos regímenes  dictatoriales que avasallaron a Polonia.

Son las mismas cuestiones presentes en “El Azar”, una cinta de 1981 que relata  una historia con 3 versiones distintas unidas porque el protagonista siempre pierde un tren, hecho que determinará las circunstancias finales.

Esta cinta está considerada un drama, pero en definitiva se trata de un relato-pretexto para hacer el planteamiento que aludíamos al comienzo sobre la intangibilidad del azar y el antiguo debate si efectivamente somos los dueños de  nuestro propio destino o ahí está la mano de un Hacedor.

Si es esto último, debió ser un dilema para Kieslowski y sus  convicciones religiosas porque el final del relato nos lleva a una dura realidad, tras cuya ocurrencia  habría que cuestionarse la existencia de Dios.

Tal planteamiento da cuenta de las contradicciones que sus propios relatos tienen sobre sus convicciones, porque difícilmente un realizador de pensamiento cristiano puede  dar una visión del azar como elemento predominante en las historias individuales.

Y eso lleva al espectador a cuestionarse sobre la intencionalidad del mensaje de este cineasta quien es un representante sólido en el llamado Cine de Autor.

El cine de Kieslowski es complejo y esta cinta no está fuera de ese estilo, particularmente porque su realizador no hace  mayor esfuerzo para que el espectador vaya atando los cabos sueltos, que es una característica de su cine.

 “El Azar” es una de las primeras películas de este autor cinematográfico y aun en ella hay reservas de su trayectoria documentalista con la descripción de una época represiva en Polonia, donde todos sospechan de todos y la delación se transformó en  un código ciudadano, unido a la censura que los jóvenes se atrevían a desafiar enfrentando  el estatus con reuniones y publicaciones clandestinas.

Desde esa visión, esta opera prima de Kieslowski muestra un mundo de realidades grises, donde  hay escasas opciones de decisiones propias y donde el azar pareciera que juega un rol, pero en realidad las 2 primeras versiones de una misma historia plantea cómo la política influye en las decisiones del protagonista, para concluir en la última versión cuando él ha hecho su propia opción, que determinan su trágico final. Nunca hubo azar en el relato, simplemente al protagonista le ocurrieron hechos en un contexto político.

Desde nuestra  comprensión, Kieslowski abjura del azar, no obstante el título del filme, que finalmente forma parte de sus característicos mensajes en clave, implícitos en su cinematografía.

Desde la ficción cdinematográfica, Kieslowski continuó describiendo después de este filme la realidad de su país, retrató su convulsa historia de las décadas del 60 al 80, donde nada quedó al azar porque hubo un determinismo que vino desde el exterior y el pueblo polaco fue un sujeto pasivo en su acontecer. Desde esa perspectiva, la película “El Azar” no es sino una cruel ironía.

Propuesta sólida, recomendada para  asomarse al universo Kieslowskiano que luego se observará como una constante en su trayectoria.

 

Susana Pozo Pizarro, es Periodista (UCh), Magíster en Información Económica. A nivel profesional ejerció en formatos de Televisión, Radio, Periódico y Revista. También se desempeñó en Comunicación Corporativa y culminó su carrera como Editora y Columnista del sector de Economía en Diario “El Mercurio” de Valparaíso. A nivel académico ocupó cargos en la Universidad de La Serena como académica, Directora de la Escuela de Periodismo y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales y Administrativas. En 2008 recibe el Premio “Elena Caffarena” que otorga el Gobierno para reconocer a mujeres destacadas en su ámbito profesional. Hoy es columnista del Semanario “Tiempo” de La Serena y maneja este sitio para analizar la actualidad así como otros temas de interés. Nos estamos acercando a 1.800 seguidores en twitter y un número significativo que nos siguen a través del contacto directo y de correos. Nuestro interés es otorgar análisis independiente y acogemos comentarios que pueden observar enfoques distintos y opuestos al nuestro.

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