Publicado en Semanario “Tiempo” en 02.10.2013
Susana Pozo P.
Sólo la generación más añosa se sentó en un cine de los antiguos para aterrorizarse con Frankestein, la contrahecha figura humana reconstruida a contar de distintos individuos por un afiebrado científico.
Hoy esa película de los años 30 nos causaría risa, y es posible que esa sea la explicación para que dentro de la oleada de remakes de la industria hollywoodense los directores no optasen por esta cinta que protagonizó el popular Boris Karloff.
¿Se imaginan a Frankestein al estilo gringo de hoy? Pletórico de efectos especiales, con destellos en sus ojos, con pasos a lo Michael Jackson, acercando su maltrecho rostro al de los espectadores en las Salas 3D. Qué susto….
Esta semana pretendí construir mi propio Frankenstein.
Se me ocurrió a partir de la carrera presidencial, porque debo confesar que ninguno de los 9 abnegados postulantes me fascina y quise elaborar mi propio candidato al estilo Frankestein, buscando lo mejor de cada uno de ellos. Lo más probable es que el resultante sea odiosamente deforme, con propuestas contradictorias. Y deforme porque sospecho que igual no daría en el clavo con el Chile que aspira el ciudadano de la calle. Al menos no he escuchado cómo el futuro mandatario va a resolver la demanda educacional, que va de la mano con las inequidades, cómo va a abordar el exacerbado centralismo. Cuál es su proyecto para reducir la delincuencia, avanzar en desarrollo, resolver la demanda energética y mejorar las pensiones y otros males criollos.
No tengo insumos para construir mi Frankestein: los chilenos aun no escuchamos en serio cuáles son los respectivos proyectos de quienes intentan ser recibidos por la Guardia de Honor en La Moneda. No hay fuegos artificiales ni eclosión de programas: sólo un cuete por aquí y un guatapique por allá.
Sí, sólo hemos recibido la misma añosa estrategia de campañas anteriores: “Palomitas” que ya atiborran las calles de Chile- que bien por las empresas publicitarias- con fotoshopeo a destajo. Yo creo que los candidatos siguen equivocados, pero el carnaval del panfleteo ya aburrió al ciudadano. ¿O apuestan a que seguimos siendo tan crédulos?
Y como con sólo “Palomitas” no puedo elaborar mi propio Frankestein, voy a quedar en deuda, pero lo comprometo, si es que aparecen las propuestas. Tengo ganas de sentarme con un bisturí y seccionar los programas presidenciales, a ver si los postulantes dan en el blanco con lo que el país requiere. Aunque sea a pedacitos, de manera coral, todos juntos. ¿Seré muy optimista?
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