Nuestra Tarjeta de Cumpleaño
Re-editamos esta columna de hace un año a la que hemos agregado algunos textos nuevos para retratar aquello que nos parece de dulce y de agraz en La Serena, con motivo de su aniversario.
Invito a leer este texto “recauchado” a antiguos y nuevos lectores
Feliz Aniversario¡
Han comenzado días cálidos en La Serena, ciudad que es mes celebró su aniversario. Cumplirá muchos más, es una de las primeras ciudades fundadas en el país. Su trayectoria ha sido con altos y bajos, al ritmo de actividades ligadas a sus recursos naturales y otros como el Turismo, que han emergido al compás de empresarios gestores y de muchos visitantes- nacionales y extranjeros- quienes se han encantado con su tranquilidad y la cercanía de playas extensas. Además de su vecindad con zonas interiores donde pueden disfrutar de un descanso aún pueblerino, como Pisco Elqui, cuna de Gabriela Mistral, nuestro Primer Premio Nobel, quien es hija de esta tierra.
La Serena es como la hermana del medio: no es Norte propiamente tal y no es pleno centro del país.
Cada vez que se conversa con algún metropolitano, estos con envidia expresan que gozamos de sol todo el año. Y hay que precisar que ése es un mito, que nuestro clima se caracteriza por un verano muy reducido, apenas enero y febrero y ya en marzo, salvo días excepcionales, comenzamos con días muy tibios para internarnos en pleno a contar desde abril en un prolongado invierno que nos “regala” este clima conjornadas muy frías hasta en el mes de noviembre.
No recuerdo ningún Otoño desde que vivo en La Serena: no hay hojas crujientes para pisar ni lo agradable de esa estación que no registra las extremidades del verano ni las del invierno. La Primavera también pasa por La Serena muy fugazmente como pidiendo permiso, no molestar mucho y los brotes de los árboles tan luego llegan se van.
Con el verano nunca se sabe: jornadas muy frías, otras muy calurosas, bastante neblina. Pero de qué quejarse si eso es propio de la costa y el gran regalo que al menos para mí significa vivir al lado del mar, con el ruido y la espuma de las olas y el graznido de gaviotas que se anuncian muy temprano, se escuchan muy de noche y luego se mantienen como vigías frente a la playa.
Ese es el escenario y la experiencia que me reconcilia con esta ciudad, a la que me costó acostumbrarme, a la que ya no me acostumbré, porque carece de otros intereses míos que ya he explicitado en otros artículos.
Pero las ciudades, al igual que los individuos, tienen debilidades y fortalezas.
Un imperdible que también disfruto en La Serena son sus puestas de sol: todas distintas, todas me embelesan, particularmente aquellas en que se funde un gris muy especial con un sol refulgente de anaranjado.
Y cómo no me van a encantar, si se sitúan junto al mar, brioso, extenso y azul. Me atrevería a decir que La Serena es la ciudad de Chile que exhibe las mejores puestas de sol. Hay muchos escenarios, además del marino, desde sus colinas como para disfrutar de este espectáculo que a diario nos regala la naturaleza.
La Serena es un enclave patrimonial: en Museos e Iglesias hay arquitectura y arte que admirar, los recomendamos.
Así como sugerimos participar de recorridos mistralianos: Gabriela Mistral debiera constituir el orgullo serenense; pero falta potenciar esta figura, la primera escritora de América Latina en obtener el Nóbel. Camino a Pisco Elqui, en Vicuña hay más presencia de esta poetisa y prosista adelantada a su época y siempre vigente.
Cerro Grande y otras cimas también son un desafío para aquellos que les gusta trepar a las alturas, así como recorrer sus valles generosos. Pisco Elqui es un gran punto de interés que visitar, porque es una comuna que ha sabido imprimir un estilo propio y sacar provecho a su potencial.
Menciono Pisco Elqui porque aunque el aniversario es de La Serena, todos los asentamientos tienen entornos que forman parte de sus contextos y que constituyen un plus para disfrutar.
La Serena y sus valles interiores conectan al visitante con la Mistral, con la Astronomía y con su tradicional industria pisquera.
Pero decíamos que, como toda ciudad, hay debilidades. Como periodista no puedo dejar de mencionarlas La primera es la gran sequía que ya avanza hacia la década, un mal casi endémico, que azota a toda la IV Región y sobre la cual ha habido una débil y desarticulada gestión y sobre cuyo impacto poco nos motivamos quienes vivimos en Serena porque el drama está al interior, en sus valles, su agricultores y sus embalses prácticamente secos.
Este último año, se ha dejado caer más agua y la cordillera, algo de nieve tiene para unos embalses que no están sedientos, sino moribundos.
La Serena Colonial también ya desaparece, apenas su cascarón central. Ha dado paso a una construcción inocua, comercial, que no ha sabido conservar ese estilo por la cual se hizo conocida esta capital de la IV Región. Ha faltado conciencia, campaña e interés de las autoridades por conservar la tradición. Penoso, porque las ciudades debieran tener cada una su identidad, su marca. Y aquella que la tiene debe conservarla a ultranza: representa un valioso patrimonio puntal para promover hoy que hay que destacarse por la diferencia.
Esta ciudad la está perdiendo en medio de renovación y de propuestas estilo “cajas de fósforos” que lo único que pretenden es maximizar el metro cuadrado. Ambos objetivos se pueden compatibilizar: lo colonial y lo funcional, pero carecemos de un plano regulador que así lo exija y preserve.
La congestión en una ciudad de calles estrechas está restando la calidad de vida en La Serena que era valorada por los visitantes. Se echa de menos una mirada integral, urbanística para resolver la demanda que ya es permanente en la mayoría de las arterias serenenses.
La Avenida del Mar en el verano sufre el abandono de la limpieza que es responsabilidad municipal. Es una Avenida extensa que tiene como horizonte lateral el mar y bien se puede gozar de un paseo al atardecer, pero la indiferencia municipal y la impiedad de los visitantes que no trepidan en botar desperdicios, este recorrido no está siendo agradable.
Se suman unas ferias artesanales y unos juegos infantiles a los cuales no se les exige una presentación correcta y atractiva. La Avenida del Mar ha devenido de más a menos en su presentación en estos últimos años.
Un punto muy negro es una enorme pantalla luminosa que los conductores enfrentamos de noche y nos golpea casi encegueciendo, particularmente a quienes tenemos problemas con la luminosidad. Como es de uso permanente, presenta un efecto óptico más agresivo en los meses de invierno, con la mayor oscuridad. Está situada en la intersección de Avenida del Mar y Cuatro Esquinas, lista siempre para abusar de la necesaria detención y tener que leer sus avisos marketeros.
Está bien sacar provecho para las arcas municipales, pero al precio de agredir al ciudadano, tengo dudas que sea muy ético.
Por eso, sobre la Avenida del Mar diré algo que disgusta mucho a los serenenses: el sector que compete a la Municipalidad de Coquimbo está claramente mejor conservado, mantenido y desarrollado.
Hasta ahí mi visión de esta ciudad en este nuevo aniversario en que he pretendido retratar una Serena cotidiana.
Hay mucho más que decir: lo dirán otros que tal vez valorarán actividades que no están en mi interés: el Casino de Juegos, la Pampilla dieciochera o visitar La Recova. Sobre esta última tengo una visión que no se compatibiliza ni que es amigable con este nuevo aniversario que ha celebrado la ciudad.
¡Un muy Feliz Aniversario Serena¡
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