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Si algún mérito ha tenido el balotaje es transparentar cómo se está dispersando y reacomodando la clase política.
La primera vuelta dio el pase para que en este repechaje la contienda se redujera a las dos fuerzas políticas que han gobernado el país y a cómo lo han llevado: en este escenario el ciudadano ha tenido frente a sus ojos lo polarizada que está la clase política.
Paso a paso, particularmente en este último cuatrienio, surgió una lucha enconada por la supremacía, muy similar al 73, cuando un proceso similar terminó en la historia que no debemos olvidar.
En las dos campañas se ha estado en eso: en lograr monopolizar el poder. Ese fue el objetivo de la primera vuelta: conquistar un Parlamento poderoso, con el mayor número de cupos y aprobar las propias propuestas sin apelar a un consenso.
La elección presidencial fue secundaria: la fracción de izquierda proyectó que ese ya era terreno cautivo y en el ala de la derecha simplemente hicieron su campaña como se han asociado siempre: con la lógica del individualismo y desacoplados hasta el punto del enfrentamiento y la descalificación, torpeza que aún no ponderan en su real costo. Pero, bueno, es su realidad.
Planteo lo anterior, para delinear la arena política que tendremos a contar de marzo con otra Presidencia y un reestructurado Parlamento: un Congreso donde la Nueva Mayoría creada para recuperar el gobierno dominará- su nuevo nombre retrató su intención- y una derecha que si no se reorganiza, no tendrá espacio en el juego político.
Y como la izquierda y la derecha han sido sordas y ciegas frente a las demandas ciudadanas, a conceder un asomo de acuerdo para avanzar en las dirección que el país requiere, ya se han escuchado de uno y otro lado muy fuertemente intencionalidades que hay de no dejar pasar una. Así es como va avanzando la polarización a que aludo y he optado por referirme a este contexto, que es de mayor importancia para el país que el balotaje de este domingo: éste tiene carácter de mero trámite, donde en la euforia participa sólo la minoría que votó por el establishment.
Será un gobierno y Parlamento que no están teniendo en cuenta lo que dijo la gran mayoría que se abstuvo: el voto blanco y la abstención dio un fuerte mensaje. Los políticos actúan como Sísifo: siguen subiendo la misma roca, porque están atados a sus propias convicciones, mientras el país y el ciudadano con su propia existencia giran a otro ritmo. Recordemos que para Sísifo su acción era un castigo. Haga Ud. la analogía.
(Este domingo el comentario del antes y después de las elecciones en este sitio)
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