Servicio de Impuestos Internos está  cautivo de los políticos

La petición de renuncia  que se  materializó ayer del  ya ex director del Servicio  de Impuestos Internos, Michel Jorratt,  deja al descubierto las preocupantes señales en cuanto a  que este organismo es hoy  cautivo del mundo político, como resultado de los esfuerzos que las colectividades están haciendo para contener en esta repartición los antecedentes relacionados con los Casos Penta y Soquimich y  que los involucrados no sean traspasados a la indagatoria judicial.

En el anterior enunciado se resume y explica la “polvareda” de reacciones que vino del mundo político  tras esta  solicitud de renuncia: todos opinando qué hacer con el SII y hasta  envío de mensajes  para solicitar nuevas renuncias. Ello ratifica la necesidad apremiante para que este organismo goce de facultades autónomas.

Llama la  atención que ahora se pida la cabeza del Subdirector jurídico, Cristian Vargas, en circunstancias que ese es el funcionario que  está  presionando para que aquellos políticos involucrados pasen con los antecedentes cuestionados  a la Fiscalía Pública.

Esa ha sido la inexplicable petición que proviene desde  la cúpula de la UDI, en tanto que desde  el ala oficialista se ha presentado  la petición de renuncia del ex director como un “sacrificio” de  un funcionario que efectivamente dio los pasos para trabajar en coordinación eficiente con la Justicia.

Pero insistir sobre esta imagen también es una  cuestión inexplicable, cuando hay  suficiente evidencia que Jorratt sale de Impuestos Internos en medio de una lluvia de  cuestionamientos por su gestión en  las irregularidades vinculadas a  los Casos Penta y SQM

El ex funcionario fue  descrito por el propio secretario de estado que le  pidió la  renuncia como un  hombre “que ha hecho mucho por Chile”. También dijo que era “idóneo y probo” y su salida es “por el bien de la Institución”.

Son estas declaraciones contradictorias las que confunden a la ciudadanía.

Es el mismo desconcierto que generó su confirmación en el cargo, hace un mes, cuando ya se sabía que también había  emitido boletas para la cuestionada sociedad de Asesoría y Negocios de Giorgio Martelli.

Si la Presidenta no se hubiese apresurado en este nombramiento,  nos hubiésemos ahorrado este enorme conflicto, en un marco ya enrarecido por los escándalos, y que ha representado un gran costo para la ya horadada confianza en la Opinión Pública.

Si Jorratt se estaba desempeñando tan eficientemente, entonces no debió  solicitarse su renuncia y  las declaraciones en ese sentido que provinieron desde parlamentarios oficialistas y de hasta el propio ministro de Hacienda dejan la puerta abierta para que el ex funcionario demande al Estado por despido injustificado.

Claro, se ha tenido el cuidado de requerirle la renuncia y teniendo en cuenta su participación activa en la campaña de la Presidenta ya debe estar siendo ubicado en alguna instancia gubernamental.

Pero  lo que preocupa en definitiva es la percepción negativa  que los chilenos tienen hoy del actuar del Servicio de Impuestos Internos, una repartición que debiera proyectarse como un modelo de transparencia.

Lamentable es esta percepción negativa, porque el Gobierno y el mundo político debieran cuidar en especial a este organismo por tres objetivos básicos en sus funciones: recaudar con eficiencia  los impuestos, cautelar que no se incurra en irregularidades y, particularmente,  no incurrir en desigualdades de trato.

Por el contrario,  hoy el SII se  posiciona como un organismo cautivo de los políticos.

Una gran tarea del propio Gobierno es recuperar la credibilidad en esta repartici{on pública y frenar el clima de desconfianza.

Para el chileno de clase media, su aporte en materia de gravámenes representa un esfuerzo importante y no resulta sano que hoy a rajatabla, los políticos defiendan y protejan a poderosos que han cometido irregularidades. No hace sino reafirmar las crecientes desigualdades y ratificar que efectivamente Chile tiene ciudadanos de primera, segunda, tercera y hasta cuarta clase.

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