¿Scioli no logra Jaque Mate?
Revisamos las movidas del Ajedrez de la Sra. “K” en este segundo artículo sobre las próximas elecciones presidenciales de Argentina
Si asignamos credibilidad a las encuestas, la jornada electoral del próximo domingo será para Argentina sólo la primera en el proceso para elegir a quien reemplace a la aparentemente refractaria Cristina Fernández.
Aun cuando los mismos sondeos otorgan ventaja al delfín de la Casa Rosada, Daniel Scioli, quien tendría ventaja por sobre su más próximo contendiente, el actual Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, el representante del kichnerismo no lograría alcanzar el 40% que se requiere para ser ungido mandatario, siempre y cuando supere en 10 puntos a Macri.
Para recibir el bastón de mando sin ir a balotaje, Scioli requiere un 45% de los sufragios.
Las consultas indican que ninguno de las 2 requerimientos se cumplirían y por tanto como ha sucedido con la mayoría de las elecciones presidenciales de América Latina, la nación vecina iría a segunda vuelta, programada para el 22 de noviembre, a 15 días que el nuevo mandatario deba asumir.
Es el escenario, si seguimos las encuestas, absolutamente desprestigiadas en Argentina, al menos en las estadísticas que maneja y luego difunde el Gobierno. Circulan hasta chistes sobre eso.
Un chascarrillo sobre cifras mentirosas fue lo primero que nos contó en mayo pasado, cuando visitamos Buenos Aires, el taxista que nos trasladó desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad.
Todas las cifras macroeconómicas que constituyen una señal de cómo avanza o retrocede en un país, en Argentina ya nadie las cree, no se les asigna ningún valor y una gran mayoría las desestima.
Ese descrédito es también objeto de humor editorial, en medio de una retahila de otras críticas que manifiestan los argentinos y medios de comunicación con respecto al Gobierno de Cristina Fernández.
Curiosamente, ya en mayo pasado la ciudadanía tenía la percepción que sería Scioli, quien recién había comenzado ese mes su carrera como el candidato oficial del Justicialismo, el próximo ungido para instalarse en la Casa Rosada.
Sin embargo, la única certeza que hoy se puede expresar frente a los comicios del domingo próximo es que el próximo Presidente será un varón, porque en esta pasada no hubo postulante femenina para competir como la tercera mandataria de Argentina.
Cristina Fernández cumple su segundo periodo el 10 de diciembre próximo, cuando deba abandonar- y si es que Scioli no es el elegido- la Casa Rosada.
A pesar de la oposición y no obstante los negros nubarrones que atravesaron su mandato- particularmente el segundo- a la viuda de Néstor Kichner no le faltaban ganas de permanecer al mando de la nación pero se frustraron sus intentos por cambiar la Constitución e ir por un tercer periodo.
Y por eso movió las piezas para instalar en el sillón presidencial a una dupla que refleja de alguna manera su continuidad.
Ese tema lo abordé en el artículo que publiqué en junio pasado a propósito de este paso que hicimos por Buenos Aires donde olfateamos la tesitura del ambiente político.
El rumor que sigue firme en Argentina, es que Scioli llegará a la Casa Rosada para “cuidar el puesto” a la Fernández quien iría por un tercer mandato, trascurridos los siguientes 4 años.
¡Qué manera de engolosinarse los políticos con los cargos, aún pese a las señales que indefectiblemente deben llegarles de críticas por sobre todos los disparates muchas veces cometidos!
Si Scioli se unge Presidente y tiene los pies sobre la tierra, tendrá claro que no puede ejecutar un continuismo desenfadado y deberá optar por cambios que saquen al vecino país del despeñadero y del atolladero en su Economía.
Nuestra percepción en la visita de mayo pasado fue de una Argentina empobrecida, venida a menos, con graves problemas sociales, a pesar del espíritu “canchero” que aun se observa en la ciudadanía que continúa repletando cafés y restauranes para una plática interminable.
La herencia que recibirá el sucesor de la Kichner tiene más de agraz que de dulce. A Scioli o a a quien sea el próximo mandatario le corresponderá lidiar con la deuda que mantiene con los fondos “buitres” que la Presidenta se negó a pagar, tras una victimización que hizo al ser confiscada la fragata de la Armada “Libertad” en un puerto de Ghana, mediante maniobra de un tenedor de bonos.
La vecina nación está en default (cesación en pago de deuda) en créditos internacionales que ascienden a los US $ 144.000 millones.
La Presidenta logró zafar la retención del navío, respondió con arrogancia a sus acreedores y no se avergonzó para nada al fustigarlos como depredadores de los activos nacionales.
Eso es posible en Argentina. En Chile hubiesemos hecho colectas, rifas, bingos y concursos para no pasar el bochorno de estar impagos. A nivel internacional somos los correctitos y el Tribunal de La Haya bien lo sabe.
La mandataria también ha dejado cautivo al futuro Presidente con la Ley de Presupuesto 2016 ya aprobada y una serie de otras normativas que en definitiva no son conducentes a solucionar la grave crisis económica que vive el país.
También la Oposición le acusa de haber instalado un “ejército” de funcionarios, sumando pese a la debacle económica, más empleados que custodiarán la estructura política justicialista.
La viuda de Kichner llegó en este último periodo en gloria y majestad, porque concentró una votación sobre el 54% y una inédita ventaja de un 37% sobre su próximo competidor.
En definitiva, fue una paliza electoral, pero Cristina Fernández experimentó la misma suerte que se observa en la mayoría de los mandatarios continentales: se fue en caída libre tras una serie de críticas por la política asumida, a pocos meses de iniciar su mandato.
El desgaste de su capital electoral es obvio, si seguimos las encuestas, ya que no logró traspasarlo a su delfín, a Scioli, quien deberá ir a segunda vuelta porque no lograría superar el 40% de preferencias ni los 10 puntos sobre Macri o el peronista disidente Sergio Massa, quien es el tercero en la carrera.
Argentina experimenta los mismos vacíos políticos que se observan en el resto de la región: Gobiernos muy cuestionados por la ciudadanía y ausencia de un liderazgo potente que re-edite votaciones contundentes.
Y eso porque los políticos se mueven en una espiral de desconfianza ciudadana sobre su gestión y si a eso se agrega una gran incapacidad de autocrítica, se completa el ciclo de electores indiferentes y ausentes en las urnas y de políticos reiterando una y otra vez una política débil, manifestando señales de corrupción y manteniendo privilegios que irritan al electorado.
Tal escenario lo observamos nítido en nuestro país.
En Argentina, la gran sorpresa en favor de los otros 2 candidatos podrían brindarla los indecisos.
Les invito a leer, a quienes se han sumado como seguidores en estos últimos meses, el anterior artículo escrito en junio pasado, que da cuenta que el escenario político no ha cambiado mucho en estos últimos 5 meses.
El Ajedrez de la Sra. “K”
(Publicado el 21 de junio de 2015)
El cristinismo ha comenzado a mover las piezas para continuar reinando en la Casa Rosada
Argentina avanza hacia lo “cuartos de finales” en la elección presidencial que implica y tiene el atractivo, para algunos, y el drama, para otros, del término de la Dinastía Kichner, tras sucesivas administraciones de Néstor Kichner y luego su esposa, Cristina Fernández, ahora en el Poder.
Pero la pregunta que hay que hacer es ¿termina realmente la Era Kichner?
Mi respuesta es un no rotundo. La Sra. “K” deambulará por la Casa Rosada, ni siquiera fantasmalmente, sino que de cuerpo entero, tangible.
Lo explicaré en esta nota informativa que combina investigación, análisis y lo recabado en mi fugaz paso por Buenos Aires, del que ya di cuenta en su aspecto recreativo.
El paso por el trono para Cristina Fernández no concluye en diciembre cuando lamentablemente para ella, deberá despojarse de la banda albiceleste que ha ostentado por dos períodos.
Además que ya ha anticipado la fórmula para constituirse en el poder en la sombra, también su hijo Máximo ha iniciado su carrera política y ha confirmado su opción a diputado por la Provincia de Santa Cruz, como representante del Movimiento La Cámpora, la agrupación que él fundó de la mano de sus padres. Es el punto de partida de su carrera hacia la Casa Rosada en algunos años más. Probablemente, porque muchos dicen que carece del brillo político.
Pero que su delfín, su cachorro, tome el bastón de mando, debe estar en la carta de navegación de la Sra. “K”. Ella retornaría como la Reina Madre, aunque ya le denominan así. Ahora, tras el término de su mandato, también podría no salir de la Casa de Gobierno. Mi percepción es que allí quiere quedarse, aun cuando fallaron sus intentos de reformar la Constitución, iniciativa que tenía la clara intención de postularse a un tercer mandato
¿Tan poderosa es la golosina del Poder? Parece…
Las gobernantes pueden cobijar, además de hijos biológicos, también hijos políticos quienes son cartita guardada bajo la manga. Fernández fue quien otorgó esta vez la venia para su sucesor en la Casa Rosada, donde aspira que permanezca su partido, el Justicialismo.
De hijos políticos puede dar cuenta nuestra Presidenta Bachelet, quien lamentablemente debió soltar de la mano a sus dos cachorros, el biológico y el político.
Estas dinastías, sin que esté instituido un imperio o una corona, no son privativas de la nación vecina ni la nuestra en las historias políticas de los países.
En Estados Unidos han reinado los Bush y de no mediar un magnicidio, se hubiese instalado la Dinastía Kennedy. Allí se asesinó al mandatario en ejercicio, John, y luego acabaron con el delfín, su hermano Robert. Ted Kennedy se salvó porque su perfil no constituía una amenaza para los ultraconservadores que veían con desprecio a quienes se atrevían en los años 60 a avanzar algunos pasitos democráticos.
Ahora es el turno de los Clinton o los Bush y así se repetirá la historia de las dinastías políticas. Los Demócratas, siguiendo la tendencia de presidentas, llevarían la postulación de Hillary, quien tendrá la opción de subir a la primera magistratura, para demostrar que su paso como Primera Dama por la Casa Blanca no dejó huella tras la humillante infidelidad de su esposo, quien ahora deberá devolverle la mano reuniendo los votos demócratas para ungirla como mandataria de la nación más poderosa del orbe.
En esta misma contienda postulará también por los Republicanos Jed Bush, hermano del anterior mandatario y cuya elección llevaría al máximo podio a un tercer Bush.
Por el poderío político que tienen ambas familias, en Estados Unidos se prevé una contienda férrea.
En Chile hemos tenido la dinastía de los Frei, Eduardo Frei Montalba y Eduardo Frei Ruiz Tagle. Aunque no se visualiza por esa rama un segundo delfín.
Sí la senadora Isabel Allende ha sido muy explícita en su aspiración de una opción presidencial para seguir la ruta del malogrado Presidente Salvador Allende. Y en ese objetivo, claro que le ayudará el apellido.
En Colombia, el Presidente Juan Manuel Santos es descendiente de Eduardo Santos Montejos, quien administró el país en 1938.
Retornando a Argentina, habría que decir que no es una simple metáfora hablar de la dinastía Kichner, porque muchas de las personas con que hablé se referían a la mandataria como “la Reina Madre”, expresando así el fuerte poder que ella ejerce en el Justicialismo.
Y cómo no, si Cristina Fernández ha estado en el círculo de la influencia política desde los 80. Desde 1989 ha ocupado los sucesivos cargos de diputada, senadora, Primera Dama y Presidenta durante dos periodos sucesivos que concluyen el 10 de diciembre próximo.
Los movimientos de Cristina Fernández son lograr mantener en la Casa Rosada a un representante de su movimiento, el Partido Justicialista, y ya ha elegido su delfín: el actual gobernador provincial de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien obtuvo prácticamente la venia presidencial tras confirmar como su compañero de fórmula en la vicepresidencia al hoy Secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini.
Esta formula Scioli/Zannini no es aleatoria. Porque reúne a Scioli, quien fue vicepresidente durante el mandato de Néstor Kichner y a Zannini, quien es ahora la mano derecha de Fernández.
Es como que retornaran a la Casa Rosada Kichner como Presidente y ella como Primera Dama.
Por tanto, no están tan alejadas las elucubraciones en cuanto a que Fernández es quien mueve las piezas para seguir reinando en la sombra.
Hay otras pistas para sostener lo anterior. Siempre se estimó que tras el primer gobierno de Cristina Fernández estaba la mano de Kichner, quien ocupó un solo periodo la presidencia para traspasarla a su mujer, en tanto él logró una diputación por Buenos Aires y una simultánea Secretaría Ejecutiva de la Unasur, ambos cargos interrumpidos por su repentino fallecimiento.
Y como una curiosidad, en Argentina existe el “cargo” de Primer Caballero de la Nación, que Kichner ostentó cuando Cristina asumió la presidencia. Kichner ejerció entonces tres cargos antes de su repentino deceso, lo que da cuenta de la territorialidad con que esta pareja política fue armando su entramado de poder que según sus detractores les produjo un rápido enriquecimiento.
Puede que la presidenta Fernández estuviera bajo la influencia de Kichner en una primera etapa. ¿y por qué no pensar que ella era suficiente hábil como para haber tenido una fuerte influencia sobre el mandatario?
Porque durante sus administraciones ha demostrado tener alas propias en las dos décadas de militancia activa en el Justicialismo y en los sucesivos cargos como parlamentaria y presidenta.
Tanto es así, que en Argentina, los medios de comunicación hablan más del “cristinismo” que del “kichnerismo”.
Válida esta denominación, porque la gobernante ha sido incombustible a situaciones altamente conflictivas durante sus mandatos, como lo ha sido el default (morosidad) de Argentina ante las finanzas internacionales, circunstancia que parece no preocupar mucho a los argentinos.
Por lo contrario, ella con mucha habilidad se encargó de enlodar a los “buitres” cuando estos inversores requirieron el pago de una deuda que aun está pendiente.
También, la jefa de estado ha sorteado las múltiples movilizaciones protagonizadas por los sectores agrarios y de transporte, entre otros.
Y tampoco impacta mucho en su imagen la falta de credibilidad institucional que al igual que en Chile se expresa en la nación trasandina. Allá se tiene la percepción que indicadores como desempleo e inflación están siendo manipulados desde la Casa Rosada y ya circula un chiste que da cuenta del manejo de indicadores económicos desde el Gobierno.
Aunque aun están presentes las profundas dudas sobre las causas de muerte del Juez Nisman y que las sospechas recaen sobre los círculos mandatarios, las apuestas son que este escabroso caso traspasará el periodo electoral, además que los adherentes de la mandataria se han encargado de levantar con fuerza la tesis que plantea que las dudas existentes sobre la muerte del jurisconsulto están destinadas a desprestigiar a la mandataria.
Estoy leyendo en sus primeras páginas un libro sobre este oscuro caso y ya tengo la percepción que está destinado a lavar la imagen de la mandataria en las sospechas que se instalaron tras la muerte del magistrado quien amenazó con hacer una denuncia grave sobre un acuerdo de la gobernante con Irán, cuando ocurrió su muerte caratulada como suicidio.
Pero el argentino medio, que rechaza la gestión de Fernández, da por seguro que en esta muerte estuvo la mano negra de la Casa Rosada.
La mandataria es de amor o de odio entre la ciudadanía, sin término medio.
Entre la clase trabajadora hay muchos calificativos adversos a su administración, pero una gran mayoría piensa que el Justicialismo seguirá en el poder de la mano de Cristina y le asignan menores posibilidades a Mauricio Macri, el representante de la centroderecha y principal opositor de la gobernante.
La prensa de oposición es particularmente ácida y despliega fuerte descalificación a la actual gestión.
El fin de semana que estuve allá, víspera de la celebración del Día Nacional el 25 de mayo, la Presidenta inauguró un aún muy verde Centro Cultural que lleva el nombre de su malogrado esposo y que está calificado como la sala más monumental de Sudamérica.
La crítica se dejó caer a través de la prensa escrita y audiovisual, por la fuerte inversión que se hizo en transformar el histórico edificio de Correos. El presupuesto inicial- acusan los medios- ahora se ha triplicado y plantean que aun a medio terminar constituirá una carga presupuestaria para la próxima administración.
La reprobación mediática era además por el gasto en una implementación lujosa de ese centro- con pianos traídos desde Japón y arpas encargadas a Estados Unidos- así como por el exceso de instituciones inauguradas por la mandataria que llevan el nombre de Néstor Kichner.
El Diario “La Nación” titulaba en portada: Centro Cultural Kichner, metáfora monumental de un tiempo polémico
Los periodistas calificaron a este nuevo centro cultural como una mamushka (muñeca rusa) porque además de llevar el nombre de su fallecido esposo, contiene a su vez una sala permanente también denominada Néstor Kichner dedicada a la memoria del ex mandatario.
Este despliegue de grandiosidad durante la gestión de la Sra. “K” contrasta con la situación económica en Argentina, que es apremiante.
Buenos Aires no es ya la otrora capital europea instalada en América del Sur.
El deterioro y descuido en la zona centro es evidente, así como la ruta desde el terminal aéreo donde observamos empobrecidos conjuntos habitacionales. Y no mejora la visión en barrios antes considerados residenciales.
Claro, al igual que en nuestro país, en la nación vecina se mantienen familias riquísimas y la caída económica ha golpeado a los más vulnerables entre los pobres y a la clase media.
Estos últimos se quejan del costo de la vida, particularmente de un proceso inflacionario que, dicen, no se condicen con las cifras oficiales que ellos insisten están manipuladas desde el Gobierno.
Un editorial gráfico del Diario “La Nación”, en el último día que estuvimos allí, se titulaba “Nada por un Peso” y daba cuenta que por ese valor hoy se compra una duodécima porción de los famosos alfajores argentinos, en tanto que con un peso hace 10 años, en 2005, se adquirían dos de esas golosinas.
El matutino siguió graficando: la docena de las también famosas facturas y las empanadas habían experimentado una variación de precios del 1.150 % y 3.677 %. En el peaje y la nafta, esa misma alza era de un 672% y 566% respectivamente.
A nivel internacional el Forum Económico Mundial clasificaba por esos días a Argentina como penúltima nación para el clima de negocios, sólo antes de Venezuela y en el lugar 112 en competitividad.
También se criticaba a la Presidenta por el derroche en el presupuesto de publicidad que antes de llegar al primer semestre de este año ya había gastado 840 millones de pesos argentinos, correspondientes al 70% de presupuesto anual.
Otro foco de crítica mediática radicaba en el exceso de cadenas nacionales con prolongados discursos de la mandataria quien ya en los primeros 5 meses del año había pronunciado 20 mensajes obligatorios.
La culpa de todo la tiene el anticipado clima pre-electoral, en momentos que la prensa opositora también acusaba al Gobierno por la contratación de 12.600 nuevos empleados para la Administración.
Todo lo anterior expresa frenesí pre-electoral. De ambos lados: la mandataria apurando pre-inauguraciones y gastando anticipadamente su presupuesto.
La oposición, desde los medios enemigos a Fernández, le dispara con ametralladora, al destacar los “agujeros negros” de su mandato.
¿Mi impresión?
Creo que los argentinos tendrán que bancarse a Cristina Fernández por mucho tiempo, les guste a algunos y les disguste a otros.
Porque a ella no se le ve dispuesta a cantar, como en el tango: “Adiós muchachos, compañeros de mi vida”.
No, aun no está para eso.
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