¿Salomón o Pilatos en La Haya?
No es la sabiduría de Salomón la que puede aplicarse en el reciente fallo del Tribunal de La Haya.
Quienes nos apresuramos a tildar de salomónica a la Corte Internacional, por sus ambigüas resoluciones, fuimos injustos con Salomón, quien planteó una alternativa extrema para definir quien realmente era la madre de un bebé. Usó su sabiduría para llegar a la verdad y sentenciar en justicia.
Salomón amenazó con “seccionar” la criatura en dos para saber quien mentía.
Eran otros tiempos, cuando funcionaba la fuerza de la Verdad, una virtud que está en retroceso. Ya volveremos sobre eso.
Con el díscolo tribunal en Holanda hay que remitirse a Pilatos, quien, según los relatos bíblicos, dejó en las manos del pueblo, decidir la suerte de Jesús.
En esa dirección fueron los jueces internacionales: sordos al Tratado de 1904, empatizando con Bolivia, al que en absoluto le convenía mencionar tal acuerdo.
No obstante, nos hemos dejado llevar por la adversidad de esta sentencia preliminar y a su vez hemos sido sordos a que los magistrados precisaron que en materia de soberanía territorial los países deberán negociar de “buena fe” y, como Pilatos, anticiparon su incompetencia para esas conversaciones.
Como lo han expresados nuestros agentes, así, la demanda boliviana queda muy acotada, como también es limitada nuestra argumentación porque ya no será materia de discusión el Tratado de 1904.
Pareciera que la Corte Internacional se ha lavado las manos como Pilatos.
Pero ¡cuidado!: señalamos que el de La Haya es un tribunal díscolo: y es una incógnita la retórica que usará en su fallo definitivo en unos 2 años más.
¿Quién podría hoy interpretar esa ambigua acotación de La Haya que prácticamente invitó a Chile y a Bolivia a negociar “de buena fe”?
El mundo está plagado de individuos e instituciones que han actuado de “buena fe”, bajo cuya excusa se han cometido injusticias enormes.
El Derecho Internacional, así como ninguna otra normativa, no pueden ampararse en el subjetivismo de “la buena fe”. En el caso de Chile y Bolivia, aplica simplemente lo que se pactó y se ganó o en su tiempo.
En los próximos 2 años, hay un terreno pedregoso para ambos países, aun cuando la euforia y las apariencias proyectan ahora a Bolivia como ganador del primer round.
Chile deberá actuar como Salomón: con inteligencia, con cerebros funcionando a 1.000 por hora, en un asunto en que no sólo se requiere brillantez intelectual. También expertise, ingenio, juicio y agudeza y capacidad argumentativa en la presentación de la contramemoria.
Pero también deberá trabajarse en una estrategia comunicacional de alto vuelo, como lo está haciendo Evo Morales quien no pierde minuto en sacar provecho a cualquier resquicio.
El Presidente de Bolivia ha llegado a lo anecdótico: se las ingenió en la sede de Naciones Unidas para que un miembro de su delegación le captara en instantes que saludaba a Bachelet y usó esa imagen para decir que la mandataria ha manifestado interés por dialogar.
El gobernante está ansioso por hacer “pisar el palito” a Chile y de aquí en adelante buscará presionar para ese encuentro.
¿Por qué será?
Las estrategias de Evo Morales son muy cuestionables, pero hoy, ¿qué importa?, si desafortunadamente andar haciendo política a lo correctito no funciona, lamentablemente
En proyección comunicacional, los chilenos somos opacos, reprobamos: sólo el Canciller Muñoz balbuceaba respuestas a los reiterados despliegues de la labia altiplánica.
Entre tantas redes sociales y formatos que van y vienen para enviar mensajes de primera, media y última categoría, hoy para hacerse escuchar en el mundo, hay que gritar, ser empático, creerse el cuento para desarticular al adversario. Y se recurre a estas cuestionables maniobras que le han dado resultados a Evo que hasta ha encantado a políticos chilenos.
Nada de eso hubo en la estrategia criolla, no fuimos pillos, ni siquiera correctos: Chile ingenuamente creyó que teniendo la verdad y la documentación de su lado, La Haya nos daría la razón.
¡En qué mundo vivimos!
Podríamos remitirnos a nuestros conflictos internos para saber que hoy la honestidad no es suficiente: los Pactos de Silencio, los últimos escándalos políticos, un parlamentario que recientemente afirmó que estaba fuera del país para justificar su ausencia por el sismo (no me refiero a Pizarro: ja,ja), aquellos que le tuercen la nariz a las leyes; quienes añaden a sus curriculums trayectorias que no tienen; políticos y empresas declarando servicios que no han realizado; servicios públicos que miran para el techo y no presentan querellas por irregularidades, etc. etc.
Estamos inmersos en la Cultura de la Mentira y debimos saber que con “nuestra” verdad judicial en el Caso Bolivia no era suficiente.
No propicio el arte de mentir, simplemente estoy objetivando cómo se generan las relaciones hoy, particularmente en el mundo de la política.
Por eso, una estrategia comunicacional de alto vuelo que deberá emprender el Gobierno, es su obligación, es ir con la verdad por delante y promoverla.
Incluso a nivel interno.
Interesante sería saber cuántos chilenos conocen todo el provecho que obtiene Bolivia por los costos chilenos de facilitarles su comercio internacional marítimo.
Sería interesante conocer además cuánto se protege y se invierte en el desarrollo de nuestras fronteras.
Tengo serias dudas, porque en Chile que hay un abandono sistemático de las regiones, particularmente aquellas situadas en las zonas extremas.
En nuestro primer artículo sobre el fallo en esta contienda preliminar lo dijimos: hay puntos clave en estos próximos años si queremos convencer a los señores de las túnicas y que estén de nuestro lado.
Uno de ellos es el comunicacional: importante, esencial.
Salomón y Pilatos también instrumentalizaron lo comunicacional para sentenciar.
Salomón, el sabio, usó una estrategia extrema: hizo saber (comunicación) que partiría a la criatura en dos, y afloró la verdad y Pilatos, el político, escuchó a quienes gritaban más fuerte (comunicación) para resolver sobre Jesús. Era político: resolvió aquello que más le convenía.
Sigo sosteniendo que el intento chileno de demostrar la incompetencia de La Haya había que hacerlo, pero carecimos de punch comunicacional.
Hoy, en la Era de la Información, nos lanzamos al abismo.
Volveremos con el tema de La Haya en un tercer artículo.
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