Se aproxima el 21 de mayo, celebración de una gesta histórica, coincidente con la fecha que se autoimpuso la Presidenta Bachelet para tener cursada la Reforma Tributaria uno de sus proyectos estrellas, tal vez el más polémico. Y la iniciativa va mar adentro, pero si el Senado acomete su análisis con mayor seriedad que la Cámara Baja, no esperemos anunciarla como trámite terminado el miércoles próximo.
Aun hoy se discute con pasión si Arturo Prat fue prudente, si debió haber llamado a su gente a un abordaje en que llevaba todas las de perder.
Podríamos catalogarlo como un marino osado. De osada ha sido categorizada la propuesta para el cambio impositivo, hoy en pleno trámite. Pero en este caso la propuesta de Bachelet tiene todo para ganar.
Pero lo censurable es como se han conducido el debate y la información.
Particularmente por la ausencia de discusión, por la aprobación en bloque de todo el articulado en un hemiciclo del cual lo básico que puede esperarse en democracia, el que sea deliberante.
Y por sobre eso, que sea capaz de debatir en un clima de tolerancia.
Nada de eso se observó en estos 2 días en que los Honorables decidieron correr una maratón en una propuesta fundamental para el país.
Por eso, por sobre si esta Reforma realmente apunta a que los sectores más pudientes sean los principales contribuyentes, preocupa el oscurantismo en que ha quedado la ciudadanía con respecto a ese tema.
Uno de los corolarios es lo mal que se ha manejado la estrategia comunicacional para una reforma que prendió en la preocupación ciudadana.
No se impuso el deber ético de informar a la opinión pública y primó la pugna y polarización política. A nivel de economistas, que pudieron entregar claridad, también hubo trinchera y lo mismo sucedió con los ex Ministros de Hacienda, cuyas críticas a la iniciativa fueron contrapuestas. Por eso, cuando el proyecto está en plena tramitación persiste el mar de dudas.
Hubiese sido conveniente que previo a su tramitación, la opinión pública dispusiera de una información más objetiva.
En esta batalla la contienda ha sido desigual para los contribuyentes de a pie. Esperemos que no sean los Arturos Prat de este nuevo combate político y que la Reforma efectivamente signifique correcciones en la estructura impositiva, que los recursos que se recauden sean eficientes a los propósitos y en esta batalla por donde colocamos el acento en la contribución se salven de este abordaje la clase media, los pensionados y los medianos y pequeños empresarios. Son los que siempre han puesto el hombro en los mayores esfuerzos por avanzar.
Pensar que con esta Reforma vamos a derrotar la desigualdad, es una utopía. La equidad tiene mayores vertientes que un cambio en la recaudación de recursos.
Haciendo honor a su etimología, ¿Habrá en el Senado más ponderación, menos pasión y más experiencia?
Comments
No comment