Porque la Política está farandulizada
El mapa político chileno ha perdido su brújula, al menos en tener aspiraciones de cómo el país continuará avanzando. Para llegar a La Moneda ya no se requiere tener una visión de Estado ni un proyecto país. Hoy está redituando más estar presente en las redes sociales y ser “rostro”, simpatizar con la gente, repartir besos, abrazos y tener picardía e ingenio para que los medios seleccionen las “cuñas”, esto es, las frases que pasarán a ser titulares y por las cuales el político estará presente en un noticiario.
La farandulización en plenitud es preocupante, cuando contamina un asunto tan serio como es el elegir a quienes liderarán los desafíos actuales que presenta el país.
La ciudadanía se dispersa entre aquellos que estiman que la banda presidencial debe cruzarla una figura simpática, “cercana” y encantadora y entre otros que se la otorgarían a quien ofrece un cambio porque observan a Chile estancado o con señales de retroceso.
Y como los políticos aprenden luego, ese son los dos ejes para construir una candidatura que cunda en adhesión en las encuestas, como el tercer pilar en torno al cual se alza el elegido, sobre el cual los conglomerados tienen el monopolio para designarlo.
Independientes y solitarios no tienen ninguna posibilidad. Así como Programa sin alza de encuestas no sirve, lo que da cuenta que para la clase política, el país y su desarrollo no es prioridad.
En la simbiosis de ofertar a la Opinión Pública una figura popular y de la escasa demanda e interés de la Ciudadanía por exigir, Chile parece avanzar una vez más a la designación de una figura populista como Primer Mandatario.
La reflexión la hacemos como broche final a lo sucedido con Ricardo Lagos, desdeñado político de una de sus colectividades, el Partido Socialista, que optó por ser representado por un candidato no militante, pero que marcaba más puntos en las encuestas.
Curiosamente, Lagos ha sido el único pre-candidato que formuló propuestas programáticas y describió los desafíos que es necesario abordar en los próximos años.
Nos guste o nos disguste como futuro Presidente, ese era un antecedente objetivo que debiera interesarnos.
Pero nos importa tan poco conocer los programas presidenciales que han sido los propios políticos quienes han reconocido que no leyeron el Programa que presentó la entonces candidata Michelle Bachelet, así como han admitido que han votado leyes sin conocer el proyecto en su integridad.
El Propio Alejandro Guillier admitió en la ley que censura a los fiscales para informar de los procesos que llevan, que votó porque “le dijeron que había que aprobarlo”.
El ex mandatario incluso comprometió revertir errores cometidos durante su mandato, como la impunidad en delitos de colusión y apoyar a las universidades estatales, como eje de la enseñanza superior, entre numerosas propuestas que planteó al ser elevado como candidato del PPD, junto con otras 8 ideas eje.
Nada de eso funcionó para consolidar su candidatura en torno a las encuestas, las únicas señales a las que los partidos se aferran tras su impopularidad.
Los fanáticos del fútbol dicen que los buenos partidos no sirven sin anotar goles.
Hoy en política, proyectos sin marcar encuesta, tienen nulo valor, aun trasgrediendo principios, convicciones e ideología.
Algunas de esas ideas planteamos en la columna que publica el último Semanario “Tiempo”, así de cómo quedó el mapa político después de Lagos y que les invito a leer.
Después de Lagos
Publicado en Semanario “Tiempo” el 14.04.2017
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