¿Dónde nació esta satánica: en Asexma o en la Sociedad?
Como en el cine existe el muñeco diabólico- el popular Chucky- en Chile, que somos adictos al copiar y pegar, creamos una Muñeca Diabólica.
Y qué sino eso ha sido la muñeca de Fantuzzi, que ha generado debate, hizo peligrar las cabezas ministerial y de dirigente empresarial y también ha cruzado hasta los océanos para colocar a Chile a nivel internacional en el pináculo de la vulgaridad, los Reyes de la Ordinariez y del machismo desatado.
La muñeca diabólica vino a sembrar aún más cizaña al muy cahuinero y vulgar escenario político chileno que nos ganamos en una escalada que nadie ha sido capaz de frenar.
Decíamos que esta pepona hasta movió el piso del ministro de Economía.
¿No será demasiada exageración?
Porque como aquí se pueden cometer las equivocaciones más garrafales, de enorme costo para el país, y no sucede nada. Por cuestiones y acontecimientos de mayor envergadura.
Recuerde cuánto costó mover a la ex ministra de Justicia Javiera Blanco, porque su coalición opuso defensa férrea: mantenerla en el cargo pesaba mucho más que todo lo ocurrido y continúa aconteciendo con los niños del Sename.
Y eso sí que habla de una política muy vulgar, capaz de pasar por encima de principios que debieran prevalecer- como la protección de nuestros niños más vulnerables- por la politiquería trivial entre Gobierno y Oposición.
La muñeca diabólica de Roberto Fantuzzi no fue una rareza: es secuencial a la vulgaridad instalada en el país.
Sí fue una rareza que este dirigente ¡pusiera su cargo a disposición!
Fantuzzi: ¡no de mal ejemplo! Poner a disposición cargos no se usa, está obsoleto, es decimonónico, en este país en que sí se puede ir dejando la estela de embarradas sin consecuencias.
Por cierto, que en el contexto en que se dio la muñeca diabólica fue una hiper-vulgaridad y ha sido una luz roja de un límite que hace tiempo cruzamos: el respeto como norma de interrelacionarnos.
Pero han ocurrido comportamientos peores que ya no nos conmueven.
Las manifestaciones con que culminan muchas movilizaciones, con destrucción de patrimonio, debieran causarnos más alboroto que la muñeca.
La barbarie callejera tiene ya a su haber la muerte de un humilde trabajador, y ese deleznable hecho generó menos condena que la muñeca, a la que nos hemos hecho acreedores como sociedad que ya traspasó límites de respeto y tolerancia.
A ese tema me referiré en su arista política en un segundo artículo que publicaré esta semana en el Semanario “Tiempo”, a propósito de esta muñeca satánica.
Esta diabólica puede analizarse en tanto lo que representa en su finalidad intrínseca y por qué llegó a hacer presencia en una reunión de empresarios y políticos.
Hay una actitud hipócrita sobre estos “juguetes” sexistas: es una industria que está en ascenso en Chile y apuesto a que entre todos quienes lanzaron piedras a Fantuzzi, más de alguno tiene una muñeca diabólica en su closet o le gustaría tenerla.
Esto último no es una especulación. El submundo de las muñecas diabólicas es floreciente, según relató el distribuidor de la muñeca diabólica, quien contó que se venden como pan recién salido del horno; que las más diabólicas tienen un valor por sobre los $ 10 millones, pero que hay precios para todos los bolsillos; que se distribuyen en fiestas institucionales y que comerciantes menores las compran al por mayor para hacer su propio negocio. Las de $ 10 millones tienen una “salida” semanal de 5 unidades y las señoras las compran para que el marido no les sea “infiel” (¿?)
Y mientras daba la entrevista, una internauta le preguntó si vendía “muñecos diabólicos”.
Son opciones que lo deseable es que se mantengan en la intimidad. El tema es que cuando el hedonismo se traspasa como una cultura social va permeando a otras esferas y es lo que sucedió en el desafortunado episodio protagonizado por el Presidente de Asexma.
Ha sido la continuación de otros episodios protagonizados por políticos.
Parlamentarios han trivializado y han usado ofensivos epítetos contra el género femenino. Este año se inscribieron en esa galería ilustre los diputados Schilling, Lorenzini, Rincón y Rivas.
Todos perdonados, pasaron coladitos, por la tradicional indulgencia que le brindamos al sector político.
Hay liviandad para asumir estos hechos y la defensa de género que pretendemos levantar es sólo oralidad, verbosidad.
Los medios audiovisuales contribuyen en muchos contenidos a generar un escenario donde aún se observa a la mujer con el nocivo estilo de la Barbie. Han perdido la responsabilidad que tienen sobre su rol como medio de proyección cultural.
En los espacios matinales- que en vacaciones estarán al alcance de niños- en la televisión abierta predominan programas en que se usa un lenguaje vulgar y hacen del sexo- algo propio de la intimidad de cada cual- una referencia compartida, masiva y donde la mujer recibe un trato pedestre.
La muñeca diabólica que puso en escena el Presidente de Asexma no es un hecho desvinculado de la cultura que como sociedad estamos construyendo donde campea lo chabacano, lo trasgresor y lo irreverente.
Esa pepona fue de la mano con una sociedad que convirtió un juguete que despierta la maternidad en la niñez en un objeto fetiche del arraigado machismo aún prevalente.
Eso, unido a la vulgaridad hoy existente, explica absolutamente el episodio de Asexma y su muñeca diabólica.
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