¿Qué profesional idóneo, apolítico y dispuesto a aportar su experiencia al aparato fiscal se atreverá a postular a cargos de Alta Dirección Pública, la denominada ADP, si la clase política la “desinstitucionalizó”?
Este fue el programa estrella con el que se dijo se pondría lápida al clíentelismo político. Y fue promocionado como una virtud de transparencia para atraer con prescindencia de su ideología a los mejores profesionales en cargos de alta relevancia en políticas públicas.
Pero a 11 años de la ADP sabemos que nunca hubo intención de poner la lápida al clientelismo. Por el contrario, trascurridos 2 gobiernos de alternancia, ambos conglomerados han tomado pala para enterrar la confianza en la institucionalidad de este sistema de selección.
No es primera vez que se socava la credibilidad ciudadana como consecuencia de la denodada pugna que Alianza y Concertación tienen por el poder.
Registro de Pobres y Censo- dos empadronamientos fundamentales en políticas públicas- sucumbieron en confianza a costa de la manipulación con fines políticos.
Y las propias colectividades y el Parlamento han incurrido en una suerte de autodestrucción por una serie de prácticas que han minado la confianza de la ciudadanía.
Es la fagocitosis a nivel político. Recordaré que fagocitar es la atracción de partículas por parte de células para digerirlas y hacerlas desaparecer. Expresado en su más cruda realidad, la clase política está fagocitando la confianza institucional, activo que prestigiaba al país como uno de los más serios en el continente.
Con la ADP prometieron para la Administración Pública seleccionar profesionales de elevada calificación bajo un proceso concursable y transparente.
Pero ¡Oh Sorpreeeeesa¡, la normativa que en su primer acápite declara efectivamente selección concursable, pública y transparente, deriva en cargos para funcionarios a quienes se le puede requerir la renuncia y con permanencia de 3 años y medio en sus funciones.
Mire que coincidencia: absolutamente ajustado para que cada Gobierno cuando llegue a La Moneda haga uso y abuso de las sillas musicales de esos puestos. Fue práctica del gobierno anterior y el actual ha declarado que está en su legítimo derecho pedir renuncia a funcionarios ADP. ¿Qué es eso sino clientelismo político?
Es el Gatopardismo puro: Aprobaron una institucionalidad con carátula de objetividad y transparencia pero hecha a la medida de la clase política, para continuar con la antigua práctica de usar el aparato fiscal en el pago de trabajos y lealtades políticas.
En estos engaños se explica el descontento ciudadano.
Pero no nos quejemos: optamos por lo que nos ofrece el Sistema Binominal: dos coaliciones poderosas, entronizadas en el poder y haciendo uso del país.
¿Cuál será la próxima institucionalidad que caerá bajo la guillotina política?
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