Ha sido un muy buen regalo que recibí para disfrutar en vacaciones: el libro “La Belleza de Pensar” del poeta Eduardo Anguita.
Responde a una flamante reedición de la Editorial de la Universidad de Valparaíso que ahora es dirigida por Cristian Warnken, quien, no pongo en duda, otorgará velocidad y experiencia a esta importante macrounidad del tradicional plantel.
El prólogo fue escrito por el propio Warnken y lo inicia con una frase que retrata el leitmotiv de Anguita en su creatividad. Cito: “La Belleza…..” es un libro escrito por un poeta enamorado de la verdad. Se ha dicho que los filósofos son los enamorados de la verdad y que a los poetas la verdad no les importa y que por eso Platón los expulsó de la República. Pero Anguita parece más enamorado de la verdad que los filósofos de profesión”.
Nada más cierto. El texto responde a una compilación que hizo Anguita de sus columnas escritas para “El Mercurio” desde el año 1976 y que se extendieron hasta 1983 y en ellas hay un afán por la verdad, por la precisión, al fin y al cabo.
Son una suerte de ensayos sobre temas en que este poeta metafísico, muy diestro también en la prosa, va desmenuzando en breves relatos-como se exige en los diarios- una variedad de temas en búsqueda de su verdad más intrínseca, atando cabos para llegar a la profundidad.
De hecho, en el Prefacio deja en claro la importancia de la Palabra- un tema abordado por muchos escritores, entre ellos Neruda con su poema “La Palabra”, un tanto desconocido y que ya difundiremos. Anguita también prioriza en la comunicación, las palabras, sus sentidos y significados para acercarse a la realidad y también para comunicarse. El tema es tratado en varias columnas.
Hoy en la cultura de la inmediatez, del escaso tiempo que asignamos a la conversación profunda, al lamentable reduccionismo discursivo observado en los jóvenes y también en los más adultos, que se traduce en pobreza de conceptos y términos, y que finalmente desemboca en la poca lectura y la resistencia para asomarse a una mayor densidad cultural, nada cobra más sentido que el reclamar el buen uso de las palabras que van de la mano con “La Belleza de Pensar”, frase con la que el poeta tituló su libro y que luego Warnken adoptó en sus programas.
Congruente con lo anterior, cito lo que Anguita expresa en el breve Prefacio de su libro: …”También pretendo dar a entender cuán sagrada me parece la Palabra, “contenido” y “continente”, que reconozco como una revelación real. Y nada me parece tan chocante como las formas vulgares de la comunicación, manera que se sirve, malamente del diario hablar como forma predilecta de desacralización. No estoy con esta, sino, muy por el contrario, el deber humano más urgente que nunca es sacralizar la palabra y, desde luego las formas diversas de la Poesía y el Arte”.
El texto citado, escrito por su autor hace 25 años, pudo haber sido escrito hoy mismo, y muestra cómo en distintos niveles, los chilenos seguimos mostrando una deuda enorme con las palabras, los conceptos, las ideas, la profundidad y en definitiva acercarnos al abismo inconmesurable de las múltiples expresiones que nos ofrece la cultura.
En ese contexto, recomiendo dos artículos de Anguita: “La Fría Malla I” (pág. 198) y “la Fría Malla II”, (pág. 201) donde aborda la trascendencia del lenguaje y su vital conexión con la realidad.
“La Belleza de Pensar” contiene 113 crónicas-ensayos a través de las cuales Anguita revisa su visión frente a una diversidad de manifestaciones del ser humano y en las cuales también aborda e invita a leer autores que tratan de estos temas de la condición humana.
Más que artículos de orden periodístico, concuerdo con Warnken que son ensayos de un enorme valor por lo que ya señalábamos, que nos abren a revisar los temas desde la visión de la multiplicidad de autores que menciona.
En “La Belleza……..” están presentes poetas, prosistas y pensadores como Huidobro, Neruda, Dostoievski, Platón, Gabriela Mistral, Dante, Dalí, en su dimensión de escritor, Heráclito, Freud, Mann, Baudelaire, Shakespeare, D´Halmar, Hegel, Schelling e innumerables otros que han contribuido a esta belleza de pensar.
Y otros tal vez menos conocidos como Juan Emar, Zurita, Óscar Hahn.
De mi época escolar me hizo retroceder al Mio Cid Campeador, a Manrique y Gilles de Ruiz y otros tantos autores presentes en el libro de Anguita y que ratifican que en mi formación como en la mayoría de mi generación- en colegios públicos y con mucho orgullo- calaba hondo el asomarse a obras de tanta trascendencia.
Por eso me hace tanto sentido su análisis de “Los Privilegios del Libro” (Pág. 63) donde este Premio Nacional de Literatura retorna al tema del “menoscabo del habla…”.
Citemos un texto que, nuevamente, Anguita pudo haberlo escrito hoy: “El rasgo más notorio es su empequeñecimiento cuantitativo. En las conversaciones que escuchamos en la calle, en los sitios de reunión, en los hogares, en los lugares de trabajo, cualquiera sea la posición social de los hablantes, nuestro ´castellano´ exhibe la indigencia de su vocabulario. Se habla con no más de 500 a 1.000 palabras. La sustitución e invención de locuciones expresivas no alcanza a suplir el déficit de sustantivos, adjetivos, verbos, modalidades oracionales, reduciéndose progresivamente nuestro capital de vocablos, tal como sucede con los glóbulos rojos en un organismo que languidece víctima de epidemia perniciosa”.
Así como les enseño a mis alumnos de periodismo que el lenguaje, con el cual deberán fundamentalmente desempeñarse, es “cosa viva”, Anguita se refiere al libro como palabra viva y “como factor dinámico de toda comunicación”.
Vamos ahora al lado más sensible de Anguita, y me hace pleno sentido su artículo sobre el Amor, que encabeza el libro: “Qué se ama cuando se ama”, donde profundiza citando a autores como Lawrence (“El Amante de Lady Chaterley”), San Juan de la Cruz, Dante, Gonzalo Rojas, para referirse al significado dicotómico del hombre y la mujer con respecto a la unión de parejas y donde anida la mayoría de sus conflictos.
Recomiendo para este verano “La Belleza de Pensar” y nuevamente aplaudamos la presencia de Warnken en la Editorial de la Universidad de Valparaíso con esta hermosa frase con que finaliza esta publicación:
“Desde el puerto de Valparaíso zarpan estos libros editados por la Universidad de Valparaíso como gesto esencial de su misión de Universidad Pública. Encuadernados con costura a la vista, como homenaje y rescate del noble oficio de hacer libros. Y estos libros navegan a lo abierto, horizonte de toda poesía y pensamiento”.
Naveguemos entonces con Anguita y con tantos otros autores que nos deleitan con publicaciones que pueden constituir una buena compañía en este verano.
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