Próximos a Halloween, hablemos sobre nuestro “Horror de Cálculo”
Un pésimo proyecto se ha encargado de enlodar un buen nombre étnico
El Puente Cau-Cau, en Valdivia estaba destinado a ocupar las primeras planas de la prensa cuanto entrara en servicio- eso debió haber ocurrido a inicios de 2014- porque se trataba del primer puente basculante del país.
Pero el proyecto terminó muy mal y por el contrario pasó a engrosar las páginas internacionales como un desastre de ingeniería. Así, la semana pasada el cable de pago Discovery Channel lo incluyó en su programa “Horror de Cálculo”.
Su conductor Justin Hoffman dijo que desaprovechamos la oportunidad de pasar a la historia por esta obra de ingeniería de avanzada y que estaremos inscritos en la misma por proyectos mal hechos.
Este garrafal fallo, cuya construcción se la adjudicó una empresa española, contaría con dos brazos móviles, cada uno de 35 metros, y la instalación de uno de estos tramos al revés es la versión informal que circula como causal de tamaño desastre.
Eso porque nadie, ni el Ministerio de Obras Públicas ni la empresa constructora Azvi, han asumido la responsabilidad. El primero por no supervisar adecuadamente un proyecto donde hasta ahora se han desperdiciado 30 millones de dólares y la segunda por no contar con los méritos suficientes para emprender un proyecto de amplia complejidad.
Pero la culpa no la tiene el chancho…..y es responsabilidad del Gobierno encomendar los proyectos a quienes están calificados para ejecutarlos.
A nivel internacional pasamos también como un país que no enfrenta sus errores ni da la cara, porque junto con este desastre ingenieril, el equipo de producción del Discovery Channel se dedicó a destacar durante los 7 minutos que duró la nota la actitud hostil y confrontacional de quienes estaban a cargo de la obra.
Este desastre ingenieril constituía una antigua aspiración de Valdivia, ya que significaba un avance en los desplazamientos entre el sector urbano de la ciudad y Niebla.
Esta fallida estructura estaba destinada a interactuar con los navíos que se desplazan por el Río Cau-Cau, que es el paso de conexión con los afluentes Calle-Calle y Cruces que confluyen al Río Valdivia.
30 millones de dólares están desperdiciados en este desastre al que sumemos la decepción de regiones que una vez más comprueban la desidia con que se asumen proyectos de envergadura.
Así como el desprecio por dar explicaciones a la ciudadanía, aspecto que también destacó el canal de pago en su nota breve pero que perfiló al país como el hazmerreír en la ejecución de puentes, cuyo conductor destacó son proyectos que se construyen desde la Edad Media.
La fallida instalación del viaducto fue el mayor desastre, porque hubo otros más.
En noviembre de 2013, la Policía detuvo a un falso topógrafo que se desempeñaba en la obra, tras comprobar que el sujeto ni siquiera contaba con los estudios básicos completos.
¿Cuántos otros descuidos hubo en la revisión de las calificaciones del personal adecuado para trabajar en las faenas como para desembocar en tamaño traspié?
El Ministerio de Obras Públicas no lo ha hecho mejor, porque ha trascendido que ya desahuciada la empresa a cargo del proyecto, cursó anticipos de pagos. Por varios miles de dólares.
Por eso que es válida la siguiente pregunta: ¿los organismos pertinentes habrán iniciado el cobro de las garantías para resarcir tales pérdidas y retrasos?
¿Y los valdivianos contarán alguna vez con su Puente Cau-Cau?
Nadie lo sabe y nadie da explicaciones….
Decía a comienzos de este artículo que este bodrio ingenieril se había encargado de enlodar el vocablo Cau-Cau, proveniente del mapudungun.
Porque hay otras 3 historias más amables sobre el uso de este término. Los relataremos en un segundo artículo para no quedarnos con el sabor amargo del Puente Cau-Cau que esperamos cruzar a futuro, cuando se construya en serio
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