Río de Janeiro, la Meca del fútbol.
Nota de la Editora:
Comparto con Uds. este segundo artículo desde el Mundial de mi reportero en viaje (ja,ja) Pablo Manouvrier Pozo. Se ha incorporado a la fiebre fútbolera, pero también ha recordado aquel viaje en que quise que extendiera las alas al mundo y nos fuimos en su primer tourné fuera del país. Nunca pensé que se lo tomaría tan en serio ya que ahora debo preguntarle ¿Y cuándo estás en Chile?
Esta crónica la escribió el viernes y como yo también extiendo mis alas fuera de La Serena, la despacho hoy domingo, previo al encuentro de Holanda.
No pensaba comenzar estas notas de esta forma. Pero también es cierto que cuando empecé a pensar en qué contarles desde Río, tampoco creía que Chile vencería a España.
La experiencia del Maracaná es histórica para todos y, en lo personal, inolvidable. Es que se juntaron muchas cosas: el mundial de fútbol, en el estadio más grande del mundo, enfrentando al campeón mundial y luego, dejándolo fuera de camino, el estadio repleto de chilenos y la clasificación ya asegurada en el segundo partido, sin las clásicas dependencias de terceros o de las frías matemáticas.
Se que ya lo he mencionado, pero el momento del himno nacional en un estadio repleto de chilenos, cantado completo y a toda voz es realmente emocionante. Ese día 18 de junio éramos una mayoría apabullante en el estadio y la barra no se cansó de apoyar a la roja hasta el último minuto.
El holgado dos cero con que derrotamos a España fue contundente y encomiable, sobre todo por la calidad técnica del rival. El equipo español demostró todas sus dotes de un gran equipo, campeón del mundo y lleno de estrellas. Chile estaba nervioso e impreciso en el primer tiempo, en un partido muy apretado en que a ratos parecía que los españoles tenían trece jugadores en la cancha. Sin embargo, Chile supo defender y por sobre todo llegar con garra para lograr, como dije, algo tan holgado, como terminar el primer tiempo con un tranquilizador dos cero a favor, contra el campeón del mundo.
El segundo tiempo fue igualmente complejo y tensionante, pero con un Chile más consolidado y, a momentos, controlando y tocando el balón. El deficiente arbitraje del referee estadounidense y los seis minutos de tiempo agregado no fueron ayuda suficiente para los españoles quienes concluyeron eliminados con este partido. Luego de ello, vino la celebración con toda la alegría y en todas las calles de Río de Janeiro. Camisetas rojas, huasos, chinchiñeros y otros personajes que recordaban a la patria bailaban y gritaban en el estadio, sus pasillos, en las calles, en el Metro, en Copacabana, Ipanema y Leblón.
Pero volvamos un poco atrás para comprender cómo se vive el fútbol acá. Llegando a Río, en el camino del aeropuerto Santos Dumont a Leblón pasamos frente de un sector de Flamengo en que existen 10 canchas públicas de fútbol, en excelente estado y con iluminación propia, que funcionan, todas, las 24 horas del día. Es verdad, durante el día juegan allí niños y jóvenes, en las tardes adultos después del trabajo y durante la noche practican o se realiza la famosa liga de los mozos a la que se integran paulatinamente quienes desempeñan ese oficio, a medida que van terminando sus turnos. Este dato demuestra que acá el fútbol no es sólo una pasión, sino que también parte de la vida.
Si en Cuiabá podía quedar alguna duda sobre la compenetración del pueblo brasileño con el mundial, tales sospechas fueron absolutamente despejadas en la ciudad carioca: todo el mundo está involucrado con el Mundial acá, los departamentos tapizados de banderas y las calles adornadas con guirnaldas, la ciudad repleta de delegaciones de todos los paises participantes y si de presencia visual del mundial se trata es posible encontrarse a cada momento con Fuleco, la mascota mundialera, con Brazuca, la pelota mundiales, y carteles alusivos a esta fiesta en cada calle.
El pueblo brasileño sigue a su equipo y lo pudimos constatar con calles vacías el día que el arquero Ochoa impidió a la verde amarela imponerse sobre los aztecas. Pero además están informados de cada uno de los partidos y del avance de cada selección. Así, la típica amabilidad y simpatía de los cariocas se ve reforzada cada vez que demuestran su estima anunciándote que torcerán por tu equipo, además de desearte un bon jogo.
El equipo nacional ya da que hablar acá en Brasil, no sólo por el “Chi, chi, chi, le, le le” que todos repiten en las calles, sino que ahora por la garra de su equipo. Cuando recién llegamos a Brasil, los locales nos deseaban buena suerte, por simpatía regional, pero por sobre todo, por una cuestión estratégica: no querían encontrarse con España en la segunda ronda. Hoy nos desean buena suerte y quieren que venzamos a Holanda de manera de no encontrarse con nosotros en segunda ronda. Es verdad, con el avance de la Copa, se ha hecho realidad que Chile mete miedo y se ha ganado respeto futbolístico.
La organización del mundial funciona de mil maravillas y lo pudimos apreciar en las expeditas entrada y salida de un Maracaná repleto. Los accesos, la seguridad en el estadio y su entorno, la organización en el metro y en la ciudad misma para orientar sobre cómo llegar al Coliseo más grande do mundo funcionó expeditamente. Esto a pesar que en el aeropuerto internacional de Galeao hay obras inconclusas y que la autopista, no la vía, la autopista exclusiva para el Transcarioca que conectaría este terminal con la ciudad no alcanzó a ser terminada.
La jornada hubiera sido perfecta, de no haber sido por 88 chilenos que intentaron ingresar a la fuerza al estadio, causando destrozos, el día del partido. Tristemente, la portada de O Globo del día posterior al encuentro se refería a la eliminación de España y al vandalismo de los 88 chilenos, opacando la posibilidad de haber sido portada con nuestro triunfo y haber acompañado otra noticia que ese mismo día apareció en el diario en relación al hallazgo de poemas inéditos de Pablo Neruda. Al día siguiente, 8 chilenos más se sumaron a nuestro salón de la fama al ser detenidos intentando robar en Río de Janeiro.
Dentro del tráfago futbolero también nos dimos tiempo para hacer algunas actividades adicionales, que está ciudad ofrece por cantidades. En lo personal, me resultó muy emotivo recorrer esta ciudad que fue la primera del extranjero que visité en mi vida, hace ya 28 años. Pero a pesar del transcurso del tiempo, la alegría y amabilidad de los Cariocas sigue siendo la misma. Por otra parte, tristemente, todavía es posible ver a familias completas durmiendo en las calles y basta levantar un poco la vista para encontrarse con favelas en algunos cerros de Río.
Río es una ciudad muy bonita y agradable de recorrer. Una de las cosas que en ambas oportunidades me llamó la atención fue la heterogeneidad etaria que es posible ver en la extensa costanera que recorre las playas de Copacabana, Ipanema y Leblón. Acá es posible encontrarse al mismo tiempo con espectaculares cuerpos jóvenes y otros no tanto (derechamente de la tercera edad), pero todos, hombres y mujeres, con diminutas zungas o bikinis, compartiendo en la playa. Me gusta una ciudad que tiene espacios que pueden ser aprovechados por todos y en que no relegamos a algunos simplemente por ser distintos en el ámbito que sea. Ese espacio ecuménico es posible de ser visto en cada momento en este paseo costero, además de una sucesión de actividades deportivas en la arena o el mar o en la extensa ciclovia con que hoy cuenta Rio, con más de 300 kms. , además de una variada oferta de puestos para tomar, comer o simplemente sentarse a observar esta incesante dinámica. En lo tipicamente turístico, siempre es bonito y entretenido subir el Pan de Azúcar que al igual que hace 28 años me deparó la sorpresa de quedarnos arriba con una repentina tormenta.
En cuanto a la vida nocturna, para los fanáticos del Bossa Nova pueden visitar el Club Vinicius de Moraes en Ipanema, en el número 34 de la calle del mismo nombre. El mito urbano de Río cuenta que fue en ese mismo lugar en el que Vinicius veía pasar todos los días a la bella mujer que inspiró su celebre “Garota do Ipanema”. A propósito de mujeres, debo contarles que he recibido quejas desde Santiago de Chile por mi constante referencia al sexo opuesto, de manera tal que sólo les diré que es preciso venir personalmente a Río para constatar si existen acá garotinhas gostosas. Volviendo a la vida nocturna de esta ciudad, la energía y el tiempo no me dio, pero todo indica que la movida nocturna para todas las edades está en el barrio de Lapa.
En cuanto a comida, creo que la brasileña no es particularmente buena, pero siempre es posible encontrar algo sabroso en casi todos los locales. Ahora bien, si quieren pegarse un patacón en una buena Churrascaria, recomiendo Porcão Rio’s, en Flamengo (les recomiendo venir con mucho apetito para aprovechar el pique y la cantidad de carne). La advertencia, eso si, es que los precios no están nada de bajos por acá y probablemente eso durará hasta después de las Olimpiadas que tendrán lugar en esta ciudad.
Creo que en términos futbolísticos, venir a Río es como ir a la Meca del fútbol y el Maracaná, por sus dimensiones, es el equivalente al Coliseo Romano de la antigüedad.
Sin embargo, la meta aún no se ha logrado y el desafío ahora está en vencer a Holanda en Sao Paulo de manera tal de evitar el encuentro con Brasil en octavos de final.
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