Un Acertado Retrato Contemporáneo
La sociedad con sus miserias y sus bondades; con las peores lacras del ser humano y también con lo más rescatable de su comportamiento quedan atrapado en un tren y serán manejados como una retorta en un laboratorio por el director surcoreano Yeong Sang-ho en su meritorio largometraje titulado “Estación Zombie” o “Tren a Busan”, su título en inglés.
Es una de sus primeras incursiones en la cinematografía con actores- él esta especializado en personajes de comics- y que con éxito de taquilla se exhibe en el cine de cadena.
Fue una apuesta a la diversidad la que hice para ver esta cinta, valorando que pocas veces, nos podemos asomar al cine asiático desde una pantalla grande. De otra forma no me hubiese motivado a ser espectadora de un largometraje de zombies.
Pero éstos son un pretexto, una excusa para metaforizar la violencia y la ley de la selva en que se desenvuelve un mundo muy competitivo.
“Estación Zombie” encapsula el mundo en esos bólidos que circulan por Europa y Asia, los KTX, que pasarán algunos años para que lleguen a Chile, para transportar con velocidad vertiginosa a sus pasajeros de Seúl a Busan, ignorantes todos que en su interior se ha introducido el contagioso virus que transforma a los humanos en zombies que se devorarán unos a otros.
Puede aplicarlo a cualquier calamidad actual: la corrupción, el individualismo, el egoísmo, la codicia, la mezquindad, la que sea.
En un preámbulo de la cinta, el director retrata algunos ´perfiles: el experto en finanzas que a su pequeña hija enseña que sólo debe pensar en ella misma; los jóvenes cuya forma de relacionarse es la descalificación; un jefe de estación que como pasajero sobrepasará sobre cualquiera que amenace su vida y en el contraste un gigantón con corazón de oro, una estudiante con una lealtad incondicional y un pordiosero, cuya apariencia causa el desprecio del resto, y que representará lo que hoy es la sociedad prejuiciosa y discriminadora.
La película adquiere un desenfrenado ritmo a partir del pánico que emerge con los primeros contaminados en tanto el relato es una convocatoria a que el espectador se involucre con los “buenos” o los redimidos que buscan salvarse de la masacre.
Y esto último radica el mérito del director en su propuesta de un mundo decadente enfrentado a una amenaza de inminente exterminio.
Las últimas escenas se confabulan con el relato, porque siendo Busan el único confín incontaminado, recibe a las dos únicas sobrevivientes no sin antes un fuerte contingente de soldados les amenaza con dispararle.
No es desacertada la interpretación de ver a Busan como la “Tierra Prometida” y a los soldados como una expresión del Proteccionismo que está renaciendo en distintas partes del mundo.
“Tren a Busan” es un acertado parangón de la sociedad actual. Yeong -Sang ho, es experto en pintura occidental y esta “pintura” es un buen retrato actual.
La recomendamos, aun a pesar de lo repulsivo que resulta, para quienes no somos aficionados, ver actuando a los zombies.
Pero asomarse al cine asiático, bien vale la pena este ejercicio de tolerancia.
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