España busca a Cervantes
Especialistas han hecho en estos días un importante avance en un acariciado proyecto de los españoles que hace un año iniciaron los trabajos para dar con el féretro que guarda los restos de Miguel de Cervantes, el escritor que es una de las glorias literarias de ese país y a nivel universal.
Fue justamente en enero de 2014 en un fugaz paso que hice de sólo 2 días por ese país, cuando los medios de comunicación anunciaban los inicios de las excavaciones para una investigación que se emprendió en 2011.
Me llamó la atención lo profusa de la información: era reiterada en los formatos audiovisuales y ocupaba espacios preferentes en los tabloides.
¡Ya quisiéramos esa prioridad y ese interés masivo de medios y de público! para nuestra Gabriela, nuestros Pablos (Neruda y de Rokha), para nuestro Vicente (Huidobro) y tantos otros autores que han inscrito la gloria literaria chilena.
El punto de partida y el foco de la investigación tras Cervantes es el Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid en cuyos subterráneos están los restos de muchos españoles de la época, cuando se acostumbraba usar los templos religiosos para el entierro de los difuntos.
El grupo de especialistas que incluye un equipo multidisciplinario de arqueólogos, antropólogos, historiadores, forenses y otros expertos identificó la semana reciente un ataúd entre un grupo de otros 6 que lleva las iniciales “MC” talladas en forma tosca, y esa fue la primera señal que allí podrían estar depositados los restos- ya a nivel óseo- del Padre del Quijote.
Las osamentas ya fueron desestimadas como pertenecientes a Cervantes. Se encontraban en precario estado, comprensible, trascurridos ya 400 años, porque logró determinarse, tras el análisis, que respondían a un individuo de menor edad.
El escritor habría fallecido en Madrid a los 68 años de edad sin haber recibido en sus últimos años la asistencia y el respaldo que se hubiese merecido este novelista, dramaturgo y soldado que llevó a su país a la cumbre literaria.
Los medios de prensa hace un año consignaban un relato muy distinto al de su biografía “oficial”, aquella que los propios países adornan para ocultar la ingratitud hacia ciudadanos destacados en las artes y las ciencias.
El Diario “El País” relataba que ya con una salud muy deteriorada, empobrecido y cuestionado por funciones públicas que fracasaron y aun no reconocidos los enormes méritos de Cervantes, éste solía circular por las calles de Madrid y pernoctar en el Convento donde hoy se buscan sus restos para rendirle el homenaje que se espera en 2016, cuando se cumplen los 400 años de su muerte.
Justamente y por una ironía, los expertos sustentaban su mayor posibilidad de identificar sus restos a lo mal que lo había pasado en sus últimos años. Porque dejaron huellas profundas en su cuerpo: Cervantes fue herido en la guerra y luego sufrió encarcelamiento y tortura, como servicio a la patria que junto a otras naciones occidentales se defendía de la invasión otomana.
Recordaba el matutino su apodo del “Manco de Lepanto” debido a heridas de guerra que inutilizaron su mano izquierda. En la Batalla de Lepanto, Cervantes prestó servicios a la corona española, y de allí salió malherido en este conflicto donde Europa enfrentaba un eventual dominio turco.
De regreso a España, el escritor pasó también un tiempo en la Cárcel de Argel y de este episodio derivarían las señales en su cuerpo de haber sido torturado.
Solo, enfermo y empobrecido, el padre de Don Quijote recibió sepultura en el Convento de las Trinitarias Descalzas, donde hoy se busca su tumba.
Y si acogemos esta versión de los medios madrileños sobre el triste final del novelista, en favor de España podemos decir que hoy se le rinde gran tributo por la permanente representación de sus obras, por la gran cantidad de sitios que le recuerdan y por los esfuerzos que se hacen para recuperar los restos de este clásico de la lengua hispana.
Pese a la crisis de España y a los recortes presupuestarios derivados de la debacle económica que aun persiste, este país al igual que muchas otras naciones de este continente no ha bajado los brazos para dedicar recursos a la tarea de recuperar a su más insigne literato y a preservar su valioso acervo histórico-cultural. .
Los clásicos están en permanente cartelera en la multiplicidad de salas existentes en la capital española. Durante los apenas 2 días que estuve en Madrid en 2014, pude concurrir a ver los montajes de dos clásicos: “Hécuba” de Eurípides y “Julio César”, de Shakespeare. Excelentes presentaciones en que ambas por coincidencia se centran en la Traición y la Venganza. Son dos obras que se presentaban desde hace varias semanas en cartelera y a pesar de ello con funciones a tablero vuelto.
Otro clásico muy presente era Lope de Vega en esos días en salas madrileñas compitiendo de igual a igual con comedias modernas y pícaras.
Es la riqueza del mundo europeo que no olvida a sus clásicos y con una España que hoy con afán busca a su autor más insigne: Miguel de Cervantes.
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