Este artículo estaba escrito con el fin de contextualizar uno ya publicado en el Semanario “Tiempo”, pero finalmente tomó vida propia.
Lo publicaremos de forma autónoma y dejaremos para una próxima edición su precuela titulada “Desfile, Transparencia, Equidad” difundido la semana pasada en el Semanario “Tiempo”. He esperado subirla a esta página porque el tema sobre las platas que circulan en campañas electorales y la relación existente entre políticos y empresarios a propósito del financiamiento que otorgan estos últimos para esos fines es un debate que está en proceso y un periodista debe saber identificar aquellos sucesos que generarán más polémica, más antecedentes y mayor opinión.
Debemos esperar a que sucedan, a que decanten y que emerja más información. En ese sentido a los columnistas nos traicionan las fechas de cierre. Por eso, en muchas oportunidades tenemos que anticiparnos y analizar algún tema aún “inmaduro” por la incertidumbre en cuanto a si seguirá candente. O simplemente cuando lo publicamos ya está obsoleto, porque el cierre para medios escritos vence de forma muy anticipada para los esquemas de tiempo con que trabajamos los periodistas.
En este tema, estaba clara su “inmadurez”: basta observar la dinámica de los políticos que buscan “empatar” cuando están frente a una “verdad incómoda”, como es ésta: los dineros que circulan en campañas electorales al margen de lo establecido por una ley que, a mi juicio, es fuertemente cuestionable, porque esa Ley está hecha a la medida de los políticos ¿Quién podrá creer que los fondos provenientes del mundo empresarial tienen efectivamente carácter de reservados y que los candidatos ignoran quien les aportó? ¡Por favor! terminemos con ese absurdo que golpea en la cara de los electores.
Justamente, en esta semana que esperamos para publicar mi columna de precuela, un senador se encargó de develar muy transparentemente que esos fondos reservados no guardan nada de anonimato.
Fue uno de los “trapitos al sol” que era esperable surgieran a propósito de este escándalo electoral.
Así en un programa de televisión, el senador Andrés Allamand dejó al descubierto otra “estrategia” para conseguir recursos, añadiendo leña al fuego encendido por el empresario Andrés Santa Cruz, quien afirmó que los políticos hacen desfile ante empresarios para allegar fondos para sus campañas.
Allamand muy tranquilamente relató muy tranquilamente que una segunda “táctica” son los telefonazos practicados por los candidatos para conseguir del mundo empresarial estas asignaciones que luego irán a los fondos reservados.
¿Y qué tiene de reservado que estos eternos candidatos se sienten en sus dorados escritorios a telefonear a los empresarios?
El parlamentario lo decía a propósito que él usaba el mecanismo y ahí constató que algunos “donantes” le tenían “vetado” para otorgarle aportes , manifestándoles que otros eran sus postulantes “regalones”.
¿Se da cuenta cómo el sector de los negocios maneja al mundo electoral? ¿Y cree Ud. que eso no daña la democracia? ¿ la parcialidad en votaciones, en decisiones, en promover iniciativas?
Pero no nos concentremos sólo en los congresistas. Vamos hacia arriba y hacia abajo: hacia las presidenciales, hacia las municipales y luego incorporaremos los Intendentes, que ya los Cores fueron elegidos y eso no ha cambiado en nada la centralización de este país.
Se promueve que la desconcentración nacional vendrá de la mano con la elección de Intendentes: será lo mismo: más campañas, más recursos gastados en palomas, abrazos y besos, si los postulantes será llevados al sillón regional por los partidos políticos.
¿En qué arreglará eso la postergación que afecta a las regiones? en nada: simplemente resultará complejo conseguir fondos adicionales si el Intendente de turno es de oposición a quien esté sentado en La Moneda.
La guinda de la torta en cuanto a este “destape de olla” lo aportó el ex ministro Luis Mayol, quien dijo que los empresarios “apostaban a ganador” en materia de aportes de platas.
Obvio: comprometer a quien luego participará en la toma de decisiones, así como en las políticas públicas y las estrategias de desarrollo.
El problema no son los empresarios, sino las normas ambiguas, permisivas así como estas luchas de poder político en que el ciudadano actúa como mero espectador.
Resultado de haber dejado trascurrir por tanto tiempo el sistema binominal.
Y también asumamos que el electorado está sumido en una incultura cívica que resulta muy cómoda a las cúpulas de poder.
Así: la democracia en Chile cada vez más se asimila a un espejismo, a una ilusión.
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