El Vacío de Poder
Nota de la Editora
Hoy muchos han salido a referirse al vacío de poder, porque hay que admitir que existe, tras el generalizado rechazo que expresa la ciudadanía, unido a la deconfianza en los Poderes de la República
¿Qué es eso sino vacío de poder?
No creemos en nuestros representantes y desconfiamos de nuestras instituciones.
Eso debilita el andamiaje por donde debiera fluir la Democracia y desde allí dar respuesta a los problemas del país en sus distintas aristas, para beneficiar la calidad de vida ciudadana. Esa es tarea de quienes hemos elegido y que no la están ejecutando o lo están haciendo muy mal.
Y no es sólo negligencia de autoridades, sino también malas prácticas que han aflorado tras la trilogía de Escándalos que hoy hacen noticia.
También nosotros escribimos la semana pasada sobre el vacío de poder existente. En tono más coloquial y lo representamos en la adhesión que genera el reparto de plata del multimillonario Leonardo Farkas.
Los dardos- entiéndase- no están dirigidos a este hombre a quien califican de excéntrico, sino a la reacción que genera por el mero hecho que le gusta repartir dinero y que se sepa.
Mientras el dinero sea suyo, está todo bien. Y que no corresponda a lo que debe tributar, como ha estado sucediendo con otros empresarios (Penta, Soquimich) o como Caval que colocó de pivote el tráfico de influencias para lograr lucrarse.
Lo que está mal es que terciemos a Farkas la banda presidencial cada vez que regala billetes: eso es vacío de poder, a un paso del Populismo.
Lo analizamos en la columna que escribí para Semanario “Tiempo” la semana pasada y que invito a leer.
Farkas Candidato(Semanario “Tiempo”)
Con lejanísimo objetivo de descalificar, pregunto ¿Por qué cada vez que Leonardo Farkas sale a repartir plata se le instala la banda presidencial?
Es una preocupante pregunta.
¿Bastará que un ciudadano distribuya dinero para que lo asumamos como potencial mandatario del país? ¿Qué lo explica?
Al margen de la interpretación social de una política mercadista que nos focalizó en el dinero, el consumo, la bonocracia y la gratuidad, la argumentación desde la proyección política es que enfrentamos un inmenso vacío de poder, de crisis y de demandas ciudadanas insatisfechas. Agreguemos la frustración y decepción de los pobres, solo espectadores del enriquecimiento de otros porque las políticas públicas fracasaron sistemáticamente en derrotar la incorrecta distribución del ingreso.
Sumemos todas las prácticas existentes en Chile de desigualdad y lo que nos puede sobrevenir es caer en una figura populista.
Añadamos más condiciones para que suceda: carecemos hoy del relevo de figuras calificadas que reúnan las condiciones de liderazgo, gestión y de preparación para ejercer la primera magistratura del país. No hay delfín en germen: han caído todos- justa o injustamente- bajo el manto de la sospecha.
¿Se atreverá a postularse alguien bien inspirado y con objetivos claros hacia el desarrollo sustentable? Eso requiere el país.
¿O aparecerá una figura populista, algún megalómano que ofrezca sueños dorados carentes de sustento y que, al igual que lo que sucede con Farkas, le terciemos de verdad la banda presidencial?
Ese es el riesgo que enfrentamos tras la pérdida de confianza en las autoridades, los políticos, los partidos y las instituciones.
Los políticos fueron incapaces de ofrecer al país un proyecto conjunto, sobreponerse a sus propias ideologías, a sus ambiciones y defendieron cuotas de poder tras una decepcionante estrategia de mutuas descalificaciones.
Fue el sector que elaboró leyes de amplio privilegio: contra toda lógica los parlamentarios aumentaron el número de legisladores, reajustaron escandalosamente su “dieta” en 2 oportunidades en 2014, y mantienen jibarizadas horas de trabajo. Todo eso y la escasez de soluciones a ingentes problemas generaron enorme distancia con los pobres y la clase media.
En ese escenario, recuerdo majaderamente al ciudadano huérfano, que observa el contubernio entre políticos y algunos empresarios sin que se resuelvan sus problemas de desigualdad, seguridad, salud, previsión y transporte, por enumerar algunos.
En ese punto estamos a un tris del Populismo, que saca cuentas irrazonables para elegir un Presidente.
¿Quisiéramos un prometedor de sueños dorados repartiendo dineros fiscales por las poblaciones? Están dadas las condiciones para hacerse el lindo y ganar el próximo sillón presidencial.
Farkas niega ser aspirante y por tanto hay un sillón a disposición del Populismo, ante tanto vacío existente de buena gestión política.
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