El Precio Diferenciado de la Vida
Habrá concluido la colusión de farmacias- no lo sabemos: -identificarla es complejo- pero el precio de los medicamentos sigue en escandalosa alza.
El Diario “El Mercurio” hizo un estudio sobre el comportamiento en valores de los 225 productos que integraban la nómina del cartel a escasos días que se registrara el fallo que exculpó en lo penal a los 10 empresarios pertenecientes a las 3 cadenas farmacéuticas involucradas en este escándalo.
Como resultado de la investigación, el matutino concluyó que en los últimos 7 años que transcurrieron desde el affaire, los citados remedios presenta un alza promedio del 54,4%.
Hasta ahí pudo avanzar la indagación periodística en cuanto a fuentes directas, porque ni las propias farmacias, ni laboratorios o cámaras asociadas dieron la cara para explicar las razones de estas significativas alzas.
El economista Tomás Flores aportó como probable justificación de los elevados precios a supuestos mayores importes establecidos por los laboratorios.
Una fuente de Recalcine argumentó que las farmacias cuentan con libertad para establecer sus precios y que en su caso, durante el período en estudio los valores cobrados por sus medicamentos a farmacias no se han elevado como promedio más del 10%.
El reporte del matutino plantea además que la Ley de bíoequivalencia establecida en la Administración anterior tampoco ha contribuido a menguar los precios de mercado. Agrega que una explicación de ello es que los laboratorios han dejado de elaborar algunos remedios genéricos y por tanto se mantiene una concentración de medicamentos originales con el resultante de precios que para muchos bolsillos son inalcanzables.
Por tanto en materia de medicamentos no hay quien le ponga el cascabel a este endemoniado gato que como tantas otras acciones cotidianas establece el diferencial de la desigualdad de quienes pueden acceder a un tratamiento y otros que simplemente cargan con sus males y un mayor riesgo letal.
En ese aspecto, el precio de los medicamentos es apenas uno de los tantos enfoques de expresión inigualitaria en materia de salud. Sumemos acceso a tratamientos, procedimientos y atención que inciden en el acceso de cada fragmentación social y que determina valores prohibitivos para muchos chilenos.
A propósito del fallo penal sobre esta escandalosa colusión que podría retornar otra vez a tribunales, escribimos para el Semanario “Tiempo” un artículo que les invito a leer.
La Mano Invisible
(03.07.2015)
La Mano Invisible no es una película terrorífica, aunque sería un buen título para el citado género cinematográfico.
Tampoco se relaciona con los arreglines inexcusables que surgen entre los poderes fácticos.
Pero bien podríamos analogar y titular un análisis como “La Mano Invisible de los Poderes Fácticos”.
Sí es una metáfora del economista y pensador del siglo XVIII, Adam Smith, para explicar cómo actúan los individuos en una economía de libre mercado.
Smith nos vino a penar en víspera de la Noche de San Juan el pasado 24 de junio, cuando se emitió el fallo en el Caso Farmacias.
¿Cuál?
El de la colusión, pues. En aquel pacto espurio entre tres cadenas farmacéuticas que insatisfechas con ganar el dinero a manos llenas, se pusieron de acuerdo para elevar considerablemente los precios de 225 medicamentos.
No cualquier remedio. La nómina coincidía con anticonceptivos – que son una opción a abortar- y con aquellos que deben adquirir los pacientes de enfermedades crónicas, es decir, todos los medicamentos que no pueden dejar de administrarse.
Criminal fue este pacto. Porque quien no tiene dinero, simplemente se muere, tiene guagüitas no planificadas o anda abortando.
Y grande fue el mazazo que recibió la Opinión Pública tras la sentencia emitida por el Cuarto Tribunal en lo Penal que resolvió absolver a los 10 empresarios involucrados, quienes emocionados se abrazaron, como quienes reciben un premio al esfuerzo.
Fue tan decepcionante como cuando hace un año fueron conminados por un primer tribunal a realizar un curso de ética.
Así, se fueron felices a su casita y durmieron tranquilos, sin penas ni culpas, en la Noche de San Juan, a la cual antiguamente se le atribuía connotaciones demoníacas.
¿Y que más demoníaco que constatar que en este país con larga trayectoria libremercadista no tenga configurada la colusión como un delito, y eso permitió exculpar a estos colusionadores?
Por tanto, hay razones legítimas para vincular esta desidia legislativa con la espuria relación entre empresarios y políticos que ha debido deglutir la ciudadanía.
¿Qué tiene que ver Adam Smith y su Mano Invisible?
El economista está mencionado en la sentencia.
Pero ¿será válido recordar a Smith en esta era globalizada, a propósito del precio natural o de mercado, cuando se trata de un usuario que quedó en la indefensión, al arbitrio de empresarios que mancomunadamente usufructuaron de la necesidad de medicamentos irremplazables?
Aun hoy opera el elevado precio de los medicamentos en Farmacias. Un producto que debiera estar ajeno a manos invisibles.
Bien harían los legisladores en configurar la colusión como un delito y la autoridad en instalar un Poder Comprador para medicamentos de pacientes crónicos. Al margen de la Ley Ricarte Soto, que nació coja.
Ahí tendríamos a farmacéuticos reclamando por el “atropello” a la libre competencia.
El consumidor siempre pierde.
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