La Nueva Encrucijada de Bachelet
Ocupar un alto cargo tiene de dulce y agraz. Y practicar el nepotismo constituye una decisión temeraria y riesgosa
Una serie de circunstancias que impactan en el país- prioritariamente el preocupante incremento de la delincuencia y los escándalos políticos-empresariales- han elevado las expectativas ciudadanas por la próxima designación del nuevo Fiscal Nacional, quien deberá reemplazar a Sabas Chahuan.
El peso tal nominación descansará en la Presidenta Bachelet- quien deberá elegir entre la quina que ya dejó a su disposición la Corte Suprema- y el Senado, que deberá sancionar (ratificar o rechazar) la elección mandataria.
En el caso de la gobernante, es la Corte Suprema la instancia que la ha puesto en jaque, porque en la quina elegida entre la oncena que se postuló, recomendó con la mayor votación al Fiscal de Rancagua, Luis Toledo, quien ha llevado el Caso Caval en que aparecen involucrados el hijo y la nuera de la Presidenta.
Gran dilema una vez más para Bachelet, en tanto que si no selecciona a Toledo, da pie para manifestar que el jurista ha sido castigado por la forma en que ha conducido la persecución.
Y si lo designa, también la criticarán porque del lado contrario ya han argumentado que en su selección estaría presente una oscura maniobra por sacarle del Caso.
Frente a esta disyuntiva que si o sí afectará una vez más la credibilidad de la gobernante, fuertemente erosionada y sancionada por la Opinión Pública, precisemos dos reflexiones.
En el caso de la mandataria, hay que reiterar que fue muy mal asesorada en su conducción y propias decisiones con respecto a Caval, porque si ella hubiese sido más rigurosa para condenar la actuación de su hijo, hoy la decisión a que la enfrentó la Corte Suprema, pesaría menos una eventual nominación de Toledo.
Hay en la Opinión Pública establecida la convicción que en la gobernante debió primar su condición de mandataria por sobre la de madre. O expresado desde otra forma, mostró debilidad para condenar la imprudente acción de Sebastián Dávalos, como funcionario ad honorem en La Moneda.
Esa actitud presidencial implicaba haber solicitado la dimisión del funcionario y no haber aguardado a que renunciara al cargo en que ella lo designó. También haber interrumpido sus vacaciones, retornar a La Moneda para hacerse cargo de la crisis que el Caso desató y enviar a la ciudadanía señales que, independiente de quien cometa acciones reprochables, se aplica la igualdad que el Gobierno se ha esforzado por instalar como eje político.
Nada de eso hizo, todo también ya se ha manifestado pero lo recuerdo porque vuelve a cobrar vigencia con esta decisión que ahora Bachelet deberá asumir.
Tal desastre político demuestra además que las autoridades no sólo deben asumir que las designaciones nepóticas son sancionables: también les deja a un tris de tener que pagar grandes costos políticos por estos favoritismos.
Una cuestión colateral son las decisiones de los familiares que han sido beneficiados por elevados cargos por el vínculo sanguíneo que les une a una autoridad, como es el Caso de Dávalos, quienes debieran tener plena conciencia y criterio en cuanto a que su comportamiento debe ser irreprochable como retribución a la designación de un cargo al que no están llegando ni por mérito ni por concurso.
Caval continuará impactando a la mandataria, en tanto continúe el proceso.
En lo inmediato tiene esta designación del Fiscal Nacional, donde figura el nombre del persecutor que está investigando a su hijo.
Toledo allanó el camino y gestionó su inhabilitación para continuar con el Caso Caval, y en el mismo sentido presionó la defensa de Dávalos-Compagnon- pero Sabas Chahuan se limitó a separarlo temporalmente del caso, al que deberá retornar si no se convierte en el futuro Fiscal.
Complejo lo que le ocurre. Porque por un lado si es designado, se especulará lo que ya señalamos sobre las razones que tendría la mandataria para resolver sobre su postulación y le restaría mérito propio.
Lo más complicado es que si retorna al Caso, todos quienes adhieren al Gobierno pasarán a interpretar las decisiones que vaya adoptando en el proceso.
Resultarán inevitables las suspicacias políticas.
Quienes ocupan cargos de elevada responsabilidad no han aprendido una lección: en el cenit hay decisiones que les colocan en el ojo del huracán, quedan en una casa de cristal por las responsabilidades y por los comportamientos éticos que implican sus cargos.
En este caso, tal reflexión aplica para la mandataria, su hijo y el propio Toledo. En el caso de este último, en medios de abogados estiman que ha sido una postulación imprudente.
Puede que sí pero como todo otro profesional que reúne los requisitos para el cargo, nadie puede criticar el derecho que le asiste.
No todo puede ser luna de miel en las tareas de alta calificación.
En un próximo artículo abordaremos la encrucijada que se presenta en el Senado con respecto a la nominación del nuevo Fiscal Nacional.
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