El Ajedrez de la Sra. “K”
El cristinismo ha comenzado a mover las piezas para continuar reinando en la Casa Rosada
Argentina avanza hacia lo “cuartos de finales” en la elección presidencial que implica y tiene el atractivo, para algunos, y el drama, para otros, del término de la Dinastía Kichner, tras sucesivas administraciones de Néstor Kichner y luego su esposa, Cristina Fernández, ahora en el Poder.
Pero la pregunta que hay que hacer es ¿termina realmente la Era Kichner?
Mi respuesta es un no rotundo. La Sra. “K” deambulará por la Casa Rosada, ni siquiera fantasmalmente, sino que de cuerpo entero, tangible.
Lo explicaré en esta nota informativa que combina investigación, análisis y lo recabado en mi fugaz paso por Buenos Aires, del que ya di cuenta en su aspecto recreativo.
El paso por el trono para Cristina Fernández no concluye en diciembre cuando lamentablemente para ella, deberá despojarse de la banda albiceleste que ha ostentado por dos períodos.
Además que ya ha anticipado la fórmula para constituirse en el poder en la sombra, también su hijo Máximo ha iniciado su carrera política y ha confirmado su opción a diputado por la Provincia de Santa Cruz, como representante del Movimiento La Cámpora, la agrupación que él fundó de la mano de sus padres. Es el punto de partida de su carrera hacia la Casa Rosada en algunos años más. Probablemente, porque muchos dicen que carece del brillo político.
Pero que su delfín, su cachorro, tome el bastón de mando, debe estar en la carta de navegación de la Sra. “K”. Ella retornaría como la Reina Madre, aunque ya le denominan así. Pero ahora, tras el término de su mandato, también podría no salir de la Casa de Gobierno. Mi percepción es que allí quiere quedarse, aun cuando fallaron sus intentos de reformar la Constitución, iniciativa que tenía la clara intención de postularse a un tercer mandato
¿Tan poderosa es la golosina del Poder? Parece…
Pero las gobernantes pueden cobijar, además de hijos biológicos, también hijos políticos quienes son cartita guardada bajo la manga. Fernández fue quien otorgó esta vez la venia para su sucesor en la Casa Rosada, donde aspira que permanezca su partido, el Justicialismo.
De hijos políticos puede dar cuenta nuestra Presidenta Bachelet, quien lamentablemente debió soltar de la mano a sus dos cachorros, el biológico y el político.
Estas dinastías, sin que esté instituido un imperio o una corona, no son privativas de la nación vecina ni la nuestra en las historias políticas de los países.
En Estados Unidos han reinado los Bush y de no mediar un magnicidio, se hubiese instalado la Dinastía Kennedy. Allí se asesinó al mandatario en ejercicio, John, y luego acabaron con el delfín, su hermano Robert. Ted Kennedy se salvó porque su perfil no constituía una amenaza para los ultraconservadores que veían con desprecio a quienes se atrevían en los años 60 a avanzar algunos pasitos democráticos.
Ahora es el turno de los Clinton o los Bush y así se repetirá la historia de las dinastías políticas. Los Demócratas, siguiendo la tendencia de presidentas, llevarían la postulación de Hillary, quien tendrá la opción de subir a la primera magistratura, para demostrar que su paso como Primera Dama por la Casa Blanca no dejó huella tras la humillante infidelidad de su esposo, quien ahora deberá devolverle la mano reuniendo los votos demócratas para ungirla como mandataria de la nación más poderosa del orbe.
En esta misma contienda postulará también por los Republicanos Jed Bush, hermano del anterior mandatario y cuya elección llevaría al máximo podio a un tercer Bush.
Por el poderío político que tienen ambas familias, en Estados Unidos se prevé una contienda férrea.
En Chile hemos tenido la dinastía de los Frei, Eduardo Frei Montalba y Eduardo Frei Ruiz Tagle. Pero no se visualiza por esa rama un segundo delfín.
Pero sí la senadora Isabel Allende ha sido muy explícita en su aspiración de una opción presidencial para seguir la ruta del malogrado Presidente Salvador Allende. Y en ese objetivo, claro que le ayudará el apellido.
En Colombia, el Presidente Juan Manuel Santos es descendiente de Eduardo Santos Montejos, quien administró el país en 1938.
Retornando a Argentina, habría que decir que no es una simple metáfora hablar de la dinastía Kichner, porque muchas de las personas con que hablé se referían a la mandataria como “la Reina Madre”, expresando así el fuerte poder que ella ejerce en el Justicialismo.
Y cómo no, si Cristina Fernández ha estado en el círculo de la influencia política desde los 80. Desde 1989 ha ocupado los sucesivos cargos de diputada, senadora, Primera Dama y Presidenta durante dos periodos sucesivos que concluyen el 10 de diciembre próximo.
Los movimientos de Cristina Fernández son lograr mantener en la Casa Rosada a un representante de su movimiento, el Partido Justicialista, y ya ha elegido su delfín: el actual gobernador provincial de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien obtuvo prácticamente la venia presidencial tras confirmar como su compañero de fórmula en la vicepresidencia al hoy Secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini.
Esta formula Scioli/Zannini no es aleatoria. Porque reúne a Scioli, quien fue vicepresidente durante el mandato de Néstor Kichner y a Zannini, quien es ahora la mano derecha de Fernández.
Es como que retornaran a la Casa Rosada Kichner como Presidente y ella como Primera Dama.
Por tanto, no están tan alejadas las elucubraciones en cuanto a que Fernández es quien mueve las piezas para seguir reinando en la sombra.
Hay otras pistas para sostener lo anterior. Siempre se estimó que tras el primer gobierno de Cristina Fernández estaba la mano de Kichner, quien ocupó un solo periodo la presidencia para traspasarla a su mujer, en tanto él logró una diputación por Buenos Aires y una simultánea Secretaría Ejecutiva de la Unasur, ambos cargos interrumpidos por su repentino fallecimiento.
Y como una curiosidad, en Argentina existe el “cargo” de Primer Caballero de la Nación, que Kichner ostentó cuando Cristina asumió la presidencia. Kichner ejerció entonces tres cargos antes de su repentino deceso, lo que da cuenta de la territorialidad con que esta pareja política fue armando su entramado de poder que según sus detractores les produjo un rápido enriquecimiento.
Puede que la presidenta Fernández estuviera bajo la influencia de Kichner en una primera etapa. ¿y por qué no pensar que ella era suficiente hábil como para haber tenido una fuerte influencia sobre el mandatario?
Porque durante sus administraciones ha demostrado tener alas propias en las dos décadas de militancia activa en el Justicialismo y en los sucesivos cargos como parlamentaria y presidenta.
Tanto es así que en Argentina, los medios de comunicación hablan más del “cristinismo” que del “kicherismo”.
Válida esta denominación, porque la gobernante ha sido incombustible a situaciones altamente conflictivas durante sus mandatos, como lo ha sido el default (morosidad) de Argentina ante las finanzas internacionales, circunstancia que parece no preocupar mucho a los argentinos.
Por lo contrario, ella con mucha habilidad se encargó de enlodar a los “buitres” cuando estos inversores requirieron el pago de una deuda que aun está pendiente.
También, la jefa de estado ha sorteado las múltiples movilizaciones protagonizadas por los sectores agrarios y de transporte, entre otros.
Y tampoco impacta mucho en su imagen la falta de credibilidad institucional que al igual que en Chile se expresa en la nación trasandina. Allá se tiene la percepción que indicadores como desempleo e inflación están siendo manipulados desde la Casa Rosada y ya circula un chiste que da cuenta del manejo de indicadores económicos desde el Gobierno.
Aunque aun están presentes las profundas dudas sobre las causas de muerte del Juez Nisman y que las sospechas recaen sobre los círculos mandatarios, las apuestas son que este escabroso caso traspasará el periodo electoral, además que los adherentes de la mandataria se han encargado de levantar con fuerza la tesis que plantea que las dudas existentes sobre la muerte del jurisconsulto están destinadas a desprestigiar a la mandataria.
Estoy leyendo en sus primeras páginas un libro sobre este oscuro caso y ya tengo la percepción que está destinado a lavar la imagen de la mandataria en las sospechas que se instalaron tras la muerte del magistrado quien amenazó con hacer una denuncia grave sobre un acuerdo de la gobernante con Irán, cuando ocurrió su muerte caratulada como suicidio.
Pero el argentino medio, que rechaza la gestión de Fernández, da por seguro que en esta muerte estuvo la mano negra de la Casa Rosada.
La mandataria es de amor o de odio entre la ciudadanía, sin término medio.
Entre la clase trabajadora hay muchos calificativos adversos a su administración, pero una gran mayoría piensa que el Justicialismo seguirá en el poder de la mano de Cristina y le asignan menores posibilidades a Mauricio Macri, el representante de la centroderecha y principal opositor de la gobernante.
La prensa de oposición es particularmente ácida y despliega fuerte descalificación a la actual gestión.
El fin de semana que estuve allá, víspera de la celebración del Día Nacional el 25 de mayo, la Presidenta inauguró un aún muy verde Centro Cultural que lleva el nombre de su malogrado esposo y que está calificado como la sala más monumental de Sudamérica.
La crítica se dejó caer a través de la prensa escrita y audiovisual, por la fuerte inversión que se hizo en transformar el histórico edificio de Correos. El presupuesto inicial- acusan los medios- ahora se ha triplicado y plantean que aun a medio terminar constituirá una carga presupuestaria para la próxima administración.
La reprobación mediática era además por el gasto en una implementación lujosa de ese centro- con pianos traídos desde Japón y arpas encargadas a Estados Unidos- así como por el exceso de instituciones inauguradas por la mandataria que llevan el nombre de Néstor Kichner.
El Diario “La Nación” titulaba en portada: Centro Cultural Kichner, metáfora monumental de un tiempo polémico
Los periodistas calificaron a este nuevo centro cultural como una mamushka (muñeca rusa) porque además de llevar el nombre de su fallecido esposo, contiene a su vez una sala permanente también denominada Néstor Kichner dedicada a la memoria del ex mandatario.
Este despliegue de grandiosidad durante la gestión de la Sra. “K” contrasta con la situación económica en Argentina, que es apremiante.
Buenos Aires no es ya la otrora capital europea instalada en América del Sur.
El deterioro y descuido en la zona centro es evidente, así como la ruta desde el terminal aéreo donde observamos empobrecidos conjuntos habitacionales. Y no mejora la visión en barrios antes considerados residenciales.
Claro, al igual que en nuestro país, en la nación vecina se mantienen familias riquísimas y la caída económica ha golpeado a los más vulnerables entre los pobres y a la clase media.
Estos últimos se quejan del costo de la vida, particularmente de un proceso inflacionario que, dicen, no se condicen con las cifras oficiales que ellos insisten están manipuladas desde el Gobierno.
Un editorial fráfico del Diario “La Nación”, en el último día que estuvimos allí, se titulaba “Nada por un Peso” y daba cuenta que por ese valor hoy se compra una duodécima porción de los famosos alfajores argentinos, en tanto que con un peso hace 10 años, en 2005, se adquirían dos de esas golosinas.
Y el matutino siguió graficando: la docena de las también famosas facturas y las empanadas habían experimentado una variación de precios del 1.150 % y 3.677 %. En el peaje y la nafta, esa misma alza era de un 672% y 566% respectivamente.
A nivel internacional el Forum Económico Mundial clasificaba por esos días a Argentina como penúltima nación para el clima de negocios, sólo antes de Venezuela y en el lugar 112 en competitividad.
También se criticaba a la Presidenta por el derroche en el presupuesto de publicidad que antes de llegar al primer semestre de este año ya había gastado 840 millones de pesos argentinos, correspondientes al 70% de presupuesto anual.
Otro foco de crítica mediática radicaba en el exceso de cadenas nacionales con prolongados discursos de la mandataria quien ya en los primeros 5 meses del año había pronunciado 20 mensajes obligatorios.
La culpa de todo la tiene el anticipado clima pre-electoral, en momentos que la prensa opositora también acusaba al Gobierno por la contratación de 12.600 nuevos empleados para la Administración.
Todo lo anterior expresa frenesí pre-electoral. De ambos lados: la mandataria apurando pre-inauguraciones y gastando anticipadamente su presupuesto.
La oposición, desde los medios enemigos a Fernández, le dispara con ametralladora, al destacar los “agujeros negros” de su mandato.
¿Mi impresión?
Creo que los argentinos tendrán que bancarse a Cristina Fernández por mucho tiempo, les guste a algunos y les disguste a otros.
Porque a ella no se le ve dispuesta a cantar, como en el tango: “Adiós muchachos, compañeros de mi vida”.
No aun no está para eso.
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