Mal manejo que afecta a usuarios es de Responsabilidad Pública, Política y Privada
La suspensión del suministro de agua para una treintena de comunas concentradas en la Región Metropolitana y otras tantas en la V Región y en el Bio Bio reflota una cantidad importante de cuestionamientos hacia las empresas, el Gobierno y los legisladores.
Sin embargo, quienes sufren las consecuencias son los usuarios a quienes nadie otorga una explicación. De disculpas ni hablemos porque estamos en el país donde esa práctica- a todo nivel- ha sido exiliada de las buenas costumbres.
En la Región Metropolitana dejó a más 5 millones de personas sin el servicio.
El corte- ha dicho Aguas Andinas- se debe a la turbiedad por el material de arrastre en los recientes aluviones de material sólido que excede la capacidad de filtración del recurso en los equipos de esta transnacional.
Y esa es una de las tantas aristas cuestionables en la gestión de la sanitaria donde todo es turbio: la gestión, su traspaso al mundo privado, las ventajosas condiciones en su concesión, su responsabilidad y los espurios vínculos con legisladores que recibieron dinero para sus campañas proveniente de Aguas Andinas, entre la cincuentena de empresas que financiaron a los congresistas y que comprometió su actuar.
Por eso, nadie ha presionado para que la empresa realice obras de modernización. Ya el año 2013 el ex ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, denunciaba que la concesionaria había comprometido en 2008 obras para mejorar su infraestructura, y esas aún estaban a esa fecha en desarrollo.
Una primera fase de obras para enfrentar catástrofes concluyeron sólo 6 años después, en 2014, financiada por sus usuarios.
Pero no fueron suficientes y la prueba son los sucesivos episodios en cortes del suministro, porque la modernización comprometida implicaba una segunda fase de trabajos que según Aguas Andinas concluirán sólo en 2 años más, esto es, en 2019, si es que tal plazo se cumple.
Eso significará además una nueva alza en las tarifas para un mal servicio que no otorga garantías a clientes, en una empresa monopólica.
Muy pocos políticos- con los dedos de una mano- han salido a representar a sus electores y tal ausencia se explica por la relación impropia y comprometida de varios congresistas con la empresa.
¿Y el Gobierno?
¿Y la Superintendencia?
¿Y los candidatos a La Moneda?
Silencio cómplice y usuarios practicando “colas” para obtener algo del vital líquido en alimentación, higiene y salud.
El 24 de enero de 2013- hace 4 años- escribimos para el Semanario “Tiempo” una columna que titulamos “Su Majestad el Agua”, que planteaba la importancia del recurso, la responsabilidad de usuarios en su consumo y hacía referencias a un estudio de la OCDE que analizaba la realidad sanitaria de América Latina y El Caribe.
El análisis valoraba la institucionalidad existente en Chile.
Pero no basta con la presencia de una institución para señalar que ésta opera correctamente.
En este caso, en todos estos años, en materia de la gestión del agua, ha fallado el sector público, el político y el privado: cada uno tiene su cuota en este entierro, al que el documento OCDE se refiere como debilidades y amenazas.
Nadie se ha hecho cargo que enfrentamos fuertes períodos de sequía, así como irregulares temporales de fuerte intensidad a escasos intervalos.
Nadie exige a Aguas Andinas y otras sanitarias acelerar sus trabajos, por los cuales los chilenos estamos pagando anticipadamente en nuestras cuentas para, repito, un pésimo servicio.
¿Y por qué si estas concesionarias registran leoninas ganancias, tienen que depredar al cliente para hacer obras?
¿Por qué no se les exige una cuota de sus ingentes utilidades para su modernización?
Preguntas sin respuestas y que configuran uno de los tantos escándalos y atentados contra los ciudadanos.
Desde regiones, la ciudadanía debería organizarse para exigir una cuenta sobre el estado en que se encuentran sus respectivas sanitarias para enfrentar catástrofes como las sucesivas ya registradas.
Y que continuarán ocurriendo en el centro, el norte o el sur del país.
Mi columna “Su Majestad el Agua” dejó varias de estas aristas ahora expuestas fuera del análisis porque como he señalado en otras oportunidades, un artículo tiene un espacio limitado y su correcta redacción demanda focalizar el análisis.
La publico por primera vez en estas páginas que aún no nacían cuando la redacté para el Semanario “Tiempo”, y lo hago con la intención de que comencemos a exigir de nuestras autoridades una revisión del estatu quo en las políticas de aguas, un gran tema que tiene aún más aristas que las aquí someramente planteé y las que instalé en mi añeja columna.
No, no es añeja: estamos donde mismo y sin solución en el buen manejo del agua, trascurridos 4 años desde su publicación.
Les invito a leerla:
SU MAJESTAD EL AGUA
(Publicado en Semanario “Tiempo” el 24 de Enero de 2013)
Convulsión en la Región Metropolitana con sus habitantes volcados en supermercados agotando la disponibilidad del agua envasada. Servicios básicos, jardines infantiles y locales de comida paralizados. Eran los santiaguinos enfrentando con angustia un nuevo sobresalto para los que ya deberían estar preparados.
Bastó un corte temporal de 24 horas en el suministro de agua para que 2 millones de personas (el 12% del país) entraran en pánico, en medio de un verano muy cálido, probable anticipo que la Sequía continuará vigente.
Lo ocurrido el pasado martes fue apenas una pequeñez frente a los 15 días de corte de agua que acompañaron el terremoto y tsunami en el Sur. Pero era la capital ahora la complicaday tuvo más resonancia a nivel país.
Con todo, estas 24 horas de sequía santiaguina ratificaron una vez más lo necesario que es el denominado con toda propiedad vital elemento y que tan poco lo valoramos cuando contamos con él a disponibilidad completa. En definitiva, se trató de una pequeña jugarreta de Su Majestad el Agua para hacer sentir cuánto representa en nuestra subsistencia más básica
¿Habrán comprendido los damnificados que sin Agua no somos nada?: la necesitamos más que otras bagatelas que acogemos con tanto entusiasmo. Mucho más.
Y sería hora que revirtiéramos nuestra escala de valores, particularmente en materia del uso de recursos naturales, particularmente los no renovables.
Porque los dilapidamos.
Precisamente el reciente informe de la Organización para el Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE ) sobre la “Gobernabilidad del Agua en América Latina y El Caribe” destaca que entre las debilidades de Chile está la “falta de interés de los ciudadanos en las Políticas de Agua”. Lo menciona como una vulnerabilidad y obstáculo en la gestión institucional, en la gestión local y en la coordinación vertical en el manejo del recurso.
Y si bien el organismo valora nuestra sólida institucionalidad (concurren 8 organizaciones directas y otras tanto colaterales) observa una fragmentación y dispersión sectorial en el control, protección y responsabilidades, debilidades que fueron muy evidentes en el episodio del martes. A nivel general, rural y urbano, OCDE estima que los ingresos son inestables e insuficientes, que es necesaria una regulación económica y que la infraestructura rural es insuficiente.
En el tema del Agua hay aun muchas tareas pendientes para un país que está avanzando en Crecimiento. Por ejemplo los Derechos de Agua, una materia que no se aborda en el estudio de la OCDE.
¿En que aprobamos en ese análisis? Además de la institucionalidad, la organización valora los estudios para avanzar en una mejor gestión y también en innovaciones tecnológicas, entre las cuales menciona el uso de plantas desaladoras, probablemente la solución del futuro para que no se cumpla la proyección de quienes aseguran que la guerra próxima será por el agua.
En ese aspecto en Chile estamos aun a nivel de conatos sectoriales. Coquimbo tiene entre sus ejes de desarrollo la Minería y la Agricultura, y el recurso agua, de intenso uso en esos procesos productivos, les ha resultado claramente esquivo, a consecuencia de una sequía que no amaina y que tiene en condición de catástrofe a 10 comunas de esta región.
Pero lo local merece análisis exclusivo y no se agota en un par de líneas.
Comments
No comment