Cine y mails reúnen ficción y realidad para retratar perversidad del clero católico
La película “El Club”, como competidora al Oscar, y el intercambio de correos entre Ezzati y Errázuriz se anunciaron el mismo día
Una muy buena competidora mandará Chile a la carrera por el próximo Oscar a la mejor película extranjera.
Porque “El Club”, la cinta que habíamos recomendado a propósito del reciente Primer Festival de Cine de la Serena y sobre la cual habíamos comprometido un comentario, irá tras la dorada estatuilla.
Se lo merece: es una producción excelente de principio a fin: en su argumento, en sus actuaciones, en la atmósfera, en la fotografía, en la banda sonora, en el montaje, en la dirección, en el guión.
Es una muestra de cómo un equipo de primer nivel concluye en una magnífica producción.
Impactante es el relato sobre 4 sacerdotes y una monja quienes no dejan espacio para la piedad y la humanidad.
Esto en medio de una atmósfera sofocante que se concentra en una vivienda donde están recluidos como castigo a sus males prácticas.
Son la maldad, la amoralidad y la falta de conciencia de los pecados cometidos los que invaden a este “club” de la perversidad.
Y como no hay remordimiento, estos curas apartados de su ejercicio eclesiástico, escondidos por su institución como una lacra (¿algo parecido a la realidad?) ven esta reclusión como un confinamiento muy cómodo y una suerte de privilegio.
Por eso, los 3 personajes- un nuevo huésped, un hombre abusado y un sacerdote jesuita- que vienen a perturbar este “paraíso” les llevará inexorablemente a que aflore en ellos una vez más su potencial de perversidad que finalmente terminará en una condena y en un infierno.
Hay que verla, no daré más detalles del relato porque hay que disfrutarla. Sólo consignar la soberbia actuación de excelentes intérpretes: Alfredo Castro, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking y Antonia Zegers, como el quinteto que no trepida en confabular de manera criminal para mantenerse en esta suerte de burbuja que representa una lene penitencia.
Una cámara fija da cuenta de sus pecados y estas tomas rígidas ratifican cómo estos recluidos carecen de emociones y culpas que no brindan espacio al arrepentimiento.
Como ha ocurrido en los casos reales en el clero.
Sólo que en esta ficción, un cura jesuita (Marcelo Alonso) será el inquisidor y una de las víctimas- “Sandokan” (Roberto Farías) será su verdugo, a quien se enfrentarán por el resto de sus días.
En el jesuita también hay un matiz de impiedad al convertir ese “club” en un infierno donde los curas y la monja purgarán sus penas.
Y si Dios tiene rutas que sólo el diablo sabe, en la misma jornada en que se anunció la postulación de “El Club” al Oscar, se difundió el nuevo escándalo de la Iglesia Católica chilena, al conocerse los correos intercambiados por los cardenales Errázuriz y Ezzati, ambos colaboradores activos del Pacto de Silencio que ha operado en esta doctrina para ocultar los graves delitos de abuso de menores, que relatamos en nuestra columna “La Cultura de la Impunidad”. http://agendalternativa.cl/la-cultura/
Este nuevo affaire da cuenta de la confabulación entre ambos purpurados para evitar que el cura jesuita Felipe Berríos asumiera como capellán de La Moneda.
Este mismo complot habría operado para que Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, integrara una comisión papal a nivel de Vaticano para la tutela de los menores.
Este es un tema en desarrollo que revisaremos más adelante porque debiera generar algunas consecuencias.
En el intertanto, recomendaría la película “El Club” para curitas santos y no tan santos; para aquellos cupulares y para aquellos más modestos de parroquias. En la Iglesia Católica opera también la desigualdad, la jerarquía, el privilegio y prácticas terrenales nada de santas, que debieran llevar a algunos a la cárcel.
“El Club” es la segunda producción que postula al Oscar en representación de Chile. Anteriormente compitió la cinta “No” del mismo director, Pablo Larraín.
“No” careció de toda probabilidad frente a la ganadora, la cinta francesa “Amour”. Esta última reunió por tercera vez como pareja en el celuloide a los ya envejecidos Anouk Aimée y Jean Louis Trintingnant.
Esa película es un himno al amor en la cuarta edad, con un potente final.
“La Once”, una película documental de Maite Alberdi, postulará al Goya que la Industria cinematográfica española distribuye para las producciones hispanoamericanas.
Fuera de competencia quedó “La Memoria del Agua” (Benjamín Vicuña) un filme ahora en cartelera y eso fue porque no se informó de las postulaciones.
Mi opinión es que igual no hubiese superado a “El Club”, simplemente porque la producción de Vicuña tiene dificultades en el relato, que no fluye correctamente: una dificultad que se observa en varios largometrajes locales.
“El Club” deberá superar una primera selección para llegar a la competencia definitiva, cuya fiesta final está programada para el 28 de febrero próximo.
Le deseamos la mejor suerte y que Larraín no vuelva a encontrar a Aimée y Trintignant en su camino.
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