La senadora Isabel Allende ha afirmado que no le disgusta el aborto “a secas”, que los hijos deben ser muy deseados, pero no impuestos porque la madre debe tener opciones en situaciones extremas. La legisladora otorgó así total elasticidad a la interrupción del embarazo porque con “a secas” significa sin ningún límite, a todo evento.
Ese era justamente mi eslabón perdido, por el cual siempre en la columna anterior sobre el tema empleé el término aborto y no despenalización. La parlamentaria me ha regalado la evidencia para confirmar la gran sospecha que tenía: que cuando se debate sobre la interrupción del embarazo, no estamos abriendo una ventanita llamada despenalización, sino un portón caratulado aborto.
A la postura de la senadora se suma la de otro Honorable, Guido Girardi, cuya propuesta es la eliminación de fetos con “taras físicas o síquicas”.
Con esta propuesta entramos a la oscura ruta de la selectividad.
Paradójico, cuando el discurso político asegura que debemos alcanzar Igualdad. El mismo gobierno pretende eliminar la selección en colegios. ¿Y en materia de aborto sí que se puede?
Ejemplos odiosos de selectividad hay muchos. Recordemos el caballero de los bigotes cortitos, Adolfo Hitler.
¿Será necesario recordar qué hizo? Eliminó a todos los que se cruzaron en su paranoica raza ideal, incluidos niños y los condenó al encierro, al hambre, al trabajo forzado y a la muerte en hornos crematorios. No sigamos.
El exterminio que hizo Hitler buscando la raza “pura” “perfecta” es análogo a impedir por medio del aborto el nacimiento de niños portadores de malformaciones.
Aldous Huxley escribió en los años 30 su gran novela titulada “Un Mundo Feliz”. Es notable, se puede releer y todas las veces impacta. Representa una ironía de lo que puede suceder con la selectividad para llegar a la perfección y también de instalar jerarquías en la sociedad, así como mantenerla en una burbuja de una “vida feliz”.
En “Un Mundo Feliz” coexisten 5 categorías de individuos, desde los Alpha hasta los Epsilon, como los actuales quintiles socioeconómicos. Fueron pensados por Huxley como los superiores hasta los más imperfectos, programados por selección. A todos se les inculcaba la Felicidad como un dogma: hasta la muerte era objeto de felicidad. Esa misma muerte presente en el Aborto, era motivo de Felicidad.
Y para ser feliz, los Alpha hasta los Epsilon, quienes vivían en un país llamado Utopía, no tenían que amar, así se era libre. La libertad que hoy se proclama para decidir sobre el “extraño” que llegó al vientre materno. Se propugna la negación de amor para poder atentar contra esa vida en ciernes.
La novela termina de la peor manera, Hitler también tuvo final vil, pero peor fue la estela de muerte que dejó… la comparo con los abortos.
Recomiendo leer a Huxley porque para ese “Mundo Feliz” vamos, cuando hablamos de una sociedad “madura”.
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