Sorprendente revelación de matutino chileno: menor víctima del cura tenía apenas 3 años
Siguen impactando los escabrosos detalles vinculados al oculto (¿o ni tanto?) historial de perversión de Renato Poblete, el ignaciano endiosado en las esferas de los poderes políticos, empresariales; en los sectores acomodados y también en los humildes que confiaron en que su labor en pro de los más necesitados nacía de una actitud cristiana que se exige a quienes optan por el sacerdocio.
Ignoramos aun cuál es la amplitud del círculo de personas cercanas que estaba en conocimiento de su luctuoso comportamiento, muchas también estén fallecidas, y hasta hoy hay sólo una cifra acotada de 22 víctimas asumidas, en tanto se estima en un número similar otras optaron por olvidar, por el silencio, o porque ya no están presentes o en condiciones de prestar testimonio.
Nos impactó sí el antecedente que publicó ayer domingo el Diario “La Tercera”, sustentado en la investigación encargada por los propios jesuitas, que sitúa en la edad de ¡3 años! su víctima más joven, abuso que se extendió hasta que la niña cumplió 10 años. Tan brutal información excede lo hasta ahora conocido.
Conmociona además el trato vejatorio, de humillación y sometimiento en que incurrió para sus deleznables prácticas, este sacerdote que muchos proyectaron seguiría un camino de santidad.
Poblete no sólo hizo abuso del poder sobre personas vulnerables y en una niña inocente. Además usó la posición de los cargos asumidos y la labor caritativa que cumplió para construir una fraudulenta imagen y- qué duda cabe- para protegerse de denuncias que hace algunos años hubiesen caído en el vacío.
Con amenazas a sus víctimas de que nadie les daría crédito y a usar sus influencias para dañarlas, el poderoso cura pudo impunemente desde sus inicios en el sacerdocio hasta alcanzada la edad octogenaria, dar paso a estos ocultos y cobardes impulsos.
¿Cómo pudo suceder? Son varios los factores que ampararon tal conducta, entre los ya mencionados: el poder; el “lavado” de imagen con obras de caridad, el machismo: la ingenuidad y la confiabilidad de padres y la sociedad en la imagen sacerdotal.
La ciudadanía debiera reflexionar sobre las reacciones y las formas en que se construyen imágenes y los atributos que concedemos a quienes están en el peak de la fama o en cargos relevantes.
Particularmente, hoy cuando a través de las redes sociales endiosamos o demonizamos a personas, sin sustento, sin argumento o simplemente siguiendo una opinión carente de respaldo. Un comportamiento que aún no logra un necesario equilibrio.
En el caso de Poblete, todo el espacio temporal (desde los años 50) para su indecorosa conducta, no era seguramente el escenario más propicio para que germinara una delación con sustento.
Afortunadamente, la fuente acusadora provino de una víctima, cuya credibilidad era sólida (aunque eso tenga matiz muy discriminador) y se incubó cuando ya la Iglesia Católica ha experimentado el desgaste al revelarse cientos de víctimas a nivel internacional.
Poblete, el héroe con pies y espíritu de barro, es el mayor paradigma de la mentira social y su ejemplo nos lleva a reflexionar una inquietante tendencia en el diálogo en nuestro país a disfrazar, ocultar, nuestras culpas o simplemente a endilgar a terceros. Esa, por ejemplo, es una práctica ampliamente difundida en la retórica del sector político, de acusaciones mutuas que sólo confunden a la ciudadanía. En el artículo que les invitaré a leer, recomendamos además un documental de Netflix de cómo se redireccionan las decisiones de quienes están dispuestos a dejarse llevar por imágenes, por redes sociales y por no indagar más allá de la simple superficialidad y de la credibilidad de aquello que se señala sin fuente conocida o argumentada.
Ejemplos hay varios y citamos los últimos acontecidos en un artículo titulado “Red de Mentiras” de publicación reciente en el Semanario “Tiempo” que le invitamos a leer. Desconocíamos aun ese brutal antecedente de la pequeña abusada junto a otras 2 hermanas.
Red de Mentiras
Semanario “Tiempo” – 13/08/2019
Las mentiras han ido en incremento en el diálogo social del país, curiosamente, a la par que la ciudadanía exige más transparencia y demanda explicaciones de hechos que impactan.
Tenemos Ley de Transparencia y Ley del Lobby, que en un artículo motejamos el Cuento del Lobby porque ahora los lobbies se practican en las casas. Son normas débiles, la segunda de mero registro y la Ley de Transparencia, simplemente no funciona para la ciudadanía.
“Para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”, dice un refrán. Aforismo ya obsoleto porque hoy se miente, se oculta y se falsea con desenvoltura.
Los mentirosos están saliendo a flote por las redes sociales, la ciudadanía los descubre, pero igual se escabullen de las sanciones. El mejor ejemplo fueron las boletas ideológicamente falsas, gran eufemismo para evidentes irregularidades.
Igual incurrimos en la simpleza de creer en todo lo que circula. Al comentar con una taxista el Informe Bachelet, me respondió: “Pero se lo dictó Trump”. Me quedé congelada.
Renato Poblete, un abusador disfrazado de cura, fue un profesional de la falsedad y nos embaucó a todos. Por lo mismo su congregación debe revelar toda información vinculada a su escabroso comportamiento. Porque tras el resumen presentado está la conjetura del ocultamiento- otra forma de mentir- de la verdad íntegra para una grosera conducta que se mantuvo por décadas y la imposibilidad que terceros no tuviesen conocimiento de tales estupros.
Merecen ser individualizados quienes ampararon o miraron hacia el techo en tamaños abusos. La complicidad en actos ilícitos debe ser sancionada.
Aun no conocemos la profundidad de los abusos cometidos y tal vez también en otros credos.
Se ha desmoronado la confianza paterna en las interrelaciones de sus hijos con sacerdotes. Qué bien, y que estos sucesos se traspasen a futuros padres. Tal vez, la brutalidad de hechos que protagonizó Poblete merecen estar en el Museo de la Memoria.
Los mentirosos sociales abundan. Recordemos el caso Catrillanca, más atrás la Operación Huracán; el corte de agua de Osorno, rodeado de ocultamientos; un bus que circulaba con patente adulterada y otras tantas irregularidades en toda la flota de la empresa dejó 6 muertos.
Sumemos el estudiante de derecho de la UC que difundió un falso abuso por redes sociales sólo para perjudicar a un postulante a la Federación.
Para entender los intereses tras las noticias falsas, recomiendo ver el nuevo documental de Netflix (“Nada es Privado”) que muestra cómo una empresa “asesora” manipuló a los electores de Estados Unidos y Gran Bretaña. Trump tiene convulsionada la economía mundial y el Reino Unido avanza en un mar de incertidumbre con el Brexit. Amparamos y somos participantes de esta red de mentiras, manejada para intereses superiores.
La educación, informarse con fuentes identificadas, confiables y no creer en héroes de barro nos permitirá no ser embaucados.
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