En Semana Santa mezclamos a Pedro, Judas y el PS
Es Semana Santa y lo acontecido con Ricardo Lagos podríamos analogarlo con 2 relatos bíblicos.
Por respeto a los creyentes no profundizaremos, pero a la pasada diremos que después- no antes- que cantó el gallo los discípulos negaron a su mentor, al mismo que ensalzaron cuando levantó su dedo acusador y que luego eligieron como Presidente del país, compartiendo sus convicciones y proyectos neo-liberales.
Ningún socialista y ningún concertacionista debió denostar de los proyectos fallidos de Lagos porque los compartieron y los aceptaron.
Tengamos también presente- a propósito de Semana Santa y de lo acontecido el domingo- que los Judas pululan por todas las instituciones. Que nadie se extrañe ni nadie se atreva a lanzar la primera piedra.
Por sobre traiciones personales y de colectividades, hay otra más profunda: la traición a la propia identidad. Y en ese ámbito, el PS se autoinfirió una penetrante laceración.
Eso se vincula a la existencialidad porque significa morir un poco al renegar de sus propios principios.
Como sea, no hay una explicación válida para que el Partido Socialista decida no llevar un candidato de sus propias filas y la única justificación que predomina como corolario político es que ninguno de sus propios postulantes estaba marcando preferencias de encuestas.
A partir del portazo que recibió Lagos, los partidos políticos no podrán negar que en definitiva rinden pleitesía a los sondeos y que el viraje para que el Comité Central eligiera a dedo al postulante de izquierda más votado hoy en consultas públicas se sustenta en el mismo escenario.
Los cálculos electorales del PS se proyectan también más allá de eso.
Al igual que las restantes colectividades, va tras el fin primordial, la mantención del Poder, y nadie podrá tampoco refutar que Maquiavelo está instalado en el cuadrilátero desde donde emergerá el Príncipe o candidato para noviembre próximo.
Porque el PS conjetura que el ungido debe ser quien no resulte tan despreciable a las nuevas generaciones del Partido Comunista y lo mismo opere con el Frente Amplio, si se tiene en cuenta que el Primer Mandatado, que por el régimen presidencial imperante terminará mandando a todos los chilenos, surgirá de una segunda vuelta.
Así, la razón más profunda para la ingratitud cometida con Lagos radica en el distanciamiento generacional del ex gobernante con los entrantes a la esfera política y el avance de estos en adhesión ciudadana, un punto de gran inquietud para los 2 conglomerados que han reinado en la casi treintena de años en Democracia.
Como colectividad no confesional el PS no estuvo dispuesto ni al sacrificio ni a la crucifixión, una lección que bien pueden aprender los votantes, a quienes hoy sólo se le ofrecen nombres, “rostros”, y resultados de encuestas.
Aplicar real valor al voto y no venderlo, como Judas, por 30 monedas de plata, sino por un programa ajustado a las reales necesidades nacionales, debiera ser el aprendizaje electoral.
El oportunismo del cálculo electoral convendrá a uno u otro conglomerado o candidato, pero no le hace bien ni al país ni a sus ciudadanos.
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