Su tono optimista le abrió paso al Óscar
Aún a 3 semanas de la esperada ceremonia del Óscar, la mayor nominada “Tierra de Estrellas: La La Land” es ya una gran ganadora de la estatuilla más codiciada en el mundo cinematográfico, pues se ha erguido como el musical con el mayor número- 14- de nominaciones en la historia de los 89 años del galardón hollywoodense.
La cinta romperá la barrera de lo esquivo que ha sido para los musicales el imponerse en esa premiación porque si bien el género musical exhibe un gran historial en los 121 años del Cine, apenas ha sido 9 las películas de su categoría que lograron el principal galardón.
Si “La La Land” logra llevarse la estatuilla de Mejor Película debería también a pasar a la historia de los Oscar como la producción musical que aun reuniendo menores méritos en su condición de musical que otras nominadas (“Los Miserables”, en 2002, fue la última y tantas otras), se habrá también impuesto por otras producciones que este año postulan a la mejor película y que consideramos con mayores virtudes que “La La Land”.
Casi análogo con lo sucedido en 2016 con Leonardo DiCaprio, cuya actuación en “El Renacido” no ha sido lo más relevante de su trayectoria, pero había que premiarle.
Con “La La Land” predominarán otras razones por sobre sus calificaciones como mejor película, porque entre su competencias hay otras más meritorias.
Mi candidata a este principal Óscar es “La Llegada” (nuestro análisis en http://agendalternativa.cl/la-llegada/ , como apuesta, aún desde el sesgo al haber visto sólo 3 de las candidatas en esta carrera del rutilante Hollywood.
La afirmación anterior casi equivale a morir con las botas puestas y entrar en una gran contradicción: “La Llegada” es una grandiosa película en su mensaje y estética; “La La Land”, está a la zaga con respecto a la primera, pero el Jurado podría dejarse llevar por esta última producción al valorar su ambición de instalar una nueva forma de relato cinematográfico de mayores e inexplicables elípsis de las que estamos acostumbrados.
“La Llegada” tiene la fortaleza de un director experimentado, Denis Villeneuve, fogueado ya en el refinamiento con que elaboró esa realización. El joven director de este musical, Damian Chazelle, no demuestra esa expertise. No obstante, es una propuesta coherente con la juventud de su director, con el frescor de sus protagonistas y con el tema que nos plantea: nuestra disyuntiva y confusiones en nuestra más temprana adultez, etapa cuando una gran mayoría caminamos a tropezones, y en un periodo en que debemos optar con la inmadurez que aun nos invade por las alternativas que se nos ofrecen en distintos aspectos.
De eso nos habla “La La Land”, tras la excusa de un musical que muy tangencialmente formula un reproche a los señores de los casting en la Meca del Cine cuyo dedo en distinta dirección aprueba o derrumba ensueños.
“La La Land” ya hizo definitivamente historia al llevarse 7 Globos de Oro, el mayor número concedido por esta premiación que constituye la principal referencia y la antesala a los de la Academia. También llegará con 11 nominaciones a la Academia Británica que distribuye los Bafta.
Pese a este ventajoso background con que esta cinta arriba al reparto de los Óscar, no me sumo a este verdadero contagio de masa- un fenómeno comunicacional muy exacerbado ahora gracias a las redes sociales- que se ha generado en torno a sus positivas calificaciones, si bien reconozco en la cinta varios méritos para que obtenga algunas de los galardones a que está nominada.
Una de esas virtudes son los dos actores protagonistas Emma Stone y Ryan Gostling, quienes en efecto, se alzan en una gran capacidad interpretativa para sobrellevar un guión que en varios pasajes del relato careció del flujo apropiado. Ambos actores además son convincentes al transmitir el adecuado matiz emocional a sus personajes.
Stone prácticamente desplazó a Amy Adams de “La Llegada” para lograr estar entre la quiniela de nominadas a Mejor Actriz, aun cuando le resultará áspero imponerse: compite con una experimentada Meryl Streep; con Isabelle Huppert, quien despliega una recia actuación en la película “Elle” (que en algún momento comentaremos); con Natalie Portman, nuestra única oportunidad para que este año sesgadamente figure en nombre de Chile, al ser la protagonista del primer filme hollywoodense de Pablo Larraín, pero sobre todo, con Ruth Nega, afroamericana, cuya interpretación en “Living” no hemos visto, pero que podría influir en el jurado, tras las críticas surgidas el año pasado por no considerar actores de raza negra.
Pero el mérito más relevante a mi juicio de esta “La La Land” que sin duda se llevará al menos unos 3 galardones es que vino en su tono liviano, juvenil y esperanzador a mitigar los agobiantes acontecimientos que a nivel mundial y nacional han estado ocurriendo.
Las películas- particularmente aquellas que aspiran a transmitir mensajes- contienen claves emocionales subliminales y es misión de los actores transmitirlas para lograr la conexión con el público.
En “La La Land” esas claves funcionan y ahí radica gran parte del éxito que ha logrado, aun pese a sus puntos débiles.
Si bien su relato nos refiere al empedrado camino de dos aspirantes en su lucha por el sueño hollywoodense, culmina bien, aun a pesar del gran quiebre del final de la cinta con el resto del guión, con un final que raya en el convencionalismo más puro, sólo explicable si el director tuvo como pretensiones convencernos que quiso además rendir tributo al más llano sentimentalismo llorón propio de películas románticas de antaño.
Desde esa perspectiva y de la emotividad en clave de películas- una trampa cuando estamos atrapados en una sala a oscuras y concentrados en un relato- esta producción valora la perseverancia, nos envía el mensaje que es bueno soñar y persistir en nuestras metas, aún a pesar de los costos afectivos que pueden significar.
Lo anterior lo ratifica la escena final: el guiño amigable y la sonrisa cómplice entre ambos protagonistas que nos invita a aceptar la vida tal como finalmente resolvimos trazarla, dejando una irrealización en el camino.
En suma, una cinta a la cual se ha reconocido en sus logros formales, por sus planos secuencias, coreografía, hermosas y originales composiciones, vestuario y estética cromática, pero que mayormente valoro por su tono optimista.
No la apostamos como Mejor Película, pero sí sus estatuillas para Goslyn y Banda Sonora.
Es nuestra jugada aun cuando no hemos tenido la oportunidad de ver todas las cintas nominadas.
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