El “modelo” democrático de las movilizaciones

 

¿Quién gana con los desmanes en manifestaciones  estudiantiles?

movi 2Si hemos de ser pragmáticos, habría que preguntarse ¿Cuánto ganan  los estudiantes con sus protestas? y también ¿Cuál  ha sido el beneficio de ocupar los planteles?

Desafortunadamente la respuesta se direcciona hacia  cuanto pierde el país, los propios alumnos y los ciudadanos con estas manifestaciones.

Los excesos cometidos cuando se arrastró una figura religiosa y se la destrozó quedaron plasmados en fotos  que recorrieron el mundo.

Hacemos noticia por prácticas incivilizadas.

Las  movilizaciones estudiantiles están en su apogeo: es su estacionalidad. Por cierto, no es  hora de protestar en vacaciones ni en  fines de semanas, esos son para descansar de toda la adrenalina que  generan las protestas.

Siempre me pronunciaré por el Derecho a la Libre Expresión, no puede ser de otro modo, desde  mi  profesión de periodista, también de Ciudadana y haber “saboreado” el lado oscuro de la moneda, cuando todos  nuestros derechos estuvieron conculcados.

Pero algo muy diferente es cómo se  canaliza la  Libre Expresión y como lo están haciendo los estudiantes  no es la mejor estrategia, porque los escenarios que ocupan- la calle y sus propios establecimientos- se han convertido  en un paso de Atila a quien se atribuye la frase “por donde pisa mi caballo no crecerá pasto”.

Las movilizaciones estudiantiles han dejado destrucción y obstaculizan las vías que están destinadas a  ser compartidas por todos.

Cuán racional sería que las manifestaciones no fuesen fuente de controversia porque  se efectúan  en forma ordenada y pacífica, sin que el resto de la ciudadanía tuviera temor para acompañarles y que los pequeños comerciantes propietarios de kioskos y locales aledaños  no  resuelvan interrumpir su trabajo porque sienten amenazada la integridad de su fuente de recurso.

A su vez, la ocupación de establecimientos por parte de los estudiantes y el impedimento  para que trabajadores puedan desarrollar su labor constituye en sí, por su naturaleza,  un acto de violencia, abuso y predominancia impropia de jóvenes en formación.

El permitirles que eso suceda no ha sido además la mejor estrategia de padres, apoderados y autoridades porque les estamos  enseñando que es factible  avasallar los derechos  de terceros e imponer los propios: impidiendo el  trabajo y el normal desarrollo de los demás nunca será una estrategia válida ni éticamente aceptable.

Hoy viernes  hubo un amplio operativo para desalojar el Liceo Experimental “Manuel de Salas”, plantel dependiente de la Universidad de Chile. Los alumnos al parecer no tienen motivos para protestar, pero sí pretendían con esta ocupación reflexionar sobre el movimiento estudiantil y  acompañar a los planteles movilizados.

Aunque hubo información que tal “toma” estaba  autorizada por la Dirección del colegio, también hay un comunicado del sector directivo en que se  convoca a los estudiantes a buscar otras alternativas  frente a  ocupación con “el fin de no fracturar la continuidad  de las actividades académicas”.

Esto último es importante, porque  en todos los planteles secundarios y universitarios, las ocupaciones son fuente de alteraciones en la necesaria continuidad del año lectivo y lesiona fuertemente el deseado rendimiento escolar.

Apoderadas del Liceo Manuel de Salas denunciaron  que al  desalojar,  a los niños se les estaban vulnerando sus derechos.

¿Y dónde están presentes en  todas estas actividades los deberes estudiantiles? ¿En qué momento estuvo presente la formación sobre una convivencia participativa, inclusiva, de tolerancia y respeto, tarea que en la más temprana etapa es propia de los padres?

Las ocupaciones  y re-ocupaciones parecieran ser la educación “cívica” que están recibiendo hoy las nuevas generaciones y lo riesgoso es que ese será el “modelo democrático”  que aplicarán cuando pasen a formar parte de la población que toma  las decisiones del país.

El tema lo abordamos en la columna que  difundió hoy el Semanario “Tiempo” y lo asociamos al Mito de la Caverna de Platón, una alegoría que es factible analogar con el cautiverio y la ceguera de quienes están de espalda al conocimiento, a  la realidad y esa tiene una mayor amplitud que nuestras particulares y egoístas convicciones.

Lo que no alcanzamos a precisar en esa columna por problema de espacio, es  la gran valoración que hacemos así como el reconocimiento a la gran mayoría de estudiantes secundarios y universitarios que no están de acuerdo con estas estrategias. Ellos son el gran capital del renuevo generacional y preocupa que queden sobrepasados por la intolerancia de minorías que ya aprendieron que  su vía de manifestación la constituye la violencia y la imposición.

Les invito a leer esa columna

 

Nuestra Caverna Platónica

 

En Semanario “Tiempo” el 17 de Junio de 2016

 

Platón, y su Alegoría de la Caverna permiten comprender cuán equivocada es la estrategia de estudiantes y su uso de movilizaciones que siempre culminan en violencia.

El filósofo imaginó en una caverna a hombres encadenados, imposibilitados de ascender hacia la luz.

Esta alegoría puede  tener hoy múltiples interpretaciones: por ejemplo, la luz de la que carecen los políticos para reconocer y rectificar todo lo mal obrado.

Platón quedaría estupefacto al observar a encapuchados y también a jóvenes a cara descubierta que en nombre de la Educación cosechan violencia, destrucción y muerte.

El pensador diría al contemplar atónito estas refriegas en el espacio público que el ágora- la plaza griega- se precipitó hacia su oscura caverna, donde es imposible acceder al razonamiento.

Las calles hoy contaminadas con enfrentamientos, encapuchados,  bombas caseras y lacrimógenas, piedras que vuelan como proyectiles, locales incendiados y personas actuando irracionalmente serían la caverna para este pensador.

El imaginaba a los encadenados atrapados en la oscuridad, flanqueados por un muro, impedidos de  trepar hacia el fuego, elemento sagrado para los griegos.

Le costaría, por tanto, comprender cómo esta vital lumbre en torno a la cual fue  desarrollándose  la Humanidad desde la Prehistoria es ahora usada como arma destructiva, desestimando su función más significativa y volcándose al lado más oscuro del ser humano en su relación con el fuego: guerras y devastación. ¿Y qué es sino guerra el enfrentamiento que se libra en las calles, de nula ganancial para sus participantes, las ciudades y sus habitantes?

Lo más lamentable: nos hemos “acostumbrado” a estas batallas, forman parte de nuestro paisaje urbano.

¿Cómo podríamos explicar a Platón que tal estrategia, la caverna del siglo XXI, se usa en nombre de la Educación?

Una de las más  precisas interpretaciones de la alegoría de la Caverna da en el blanco con la Educación y con la consecuente necesidad de acceder al conocimiento, que nos permite salir del oscurantismo, razonar y discutir con argumentos: es el fuego y la luz platónica.

De allí la metáfora de la caverna, el hábitat de quienes están de espaldas al conocimiento, la disciplina y el esfuerzo, conceptos hoy ausentes en las consignas estudiantiles.

Precisamente el filósofo describe un arduo tránsito de estos  seres  desde la caverna hacia la luz.

Hoy se censura el término alumno porque una de sus versiones etimológicas lo interpreta como es el que está sin luz. Sin luz actuaron quienes incendiaron un edificio en Valparaíso y causaron la muerte de un trabajador; quienes de manera irracional arrastraron una figura religiosa y jóvenes que destruyeron su propio colegio, el otrora prestigioso Internado Barros Arana.

Es nuestra caverna platónica, donde se cobijan jóvenes  irracionales y padres y autoridades incompetentes para frenarlos.

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Susana Pozo Pizarro, es Periodista (UCh), Magíster en Información Económica. A nivel profesional ejerció en formatos de Televisión, Radio, Periódico y Revista. También se desempeñó en Comunicación Corporativa y culminó su carrera como Editora y Columnista del sector de Economía en Diario “El Mercurio” de Valparaíso. A nivel académico ocupó cargos en la Universidad de La Serena como académica, Directora de la Escuela de Periodismo y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales y Administrativas. En 2008 recibe el Premio “Elena Caffarena” que otorga el Gobierno para reconocer a mujeres destacadas en su ámbito profesional. Hoy es columnista del Semanario “Tiempo” de La Serena y maneja este sitio para analizar la actualidad así como otros temas de interés. Nos estamos acercando a 1.800 seguidores en twitter y un número significativo que nos siguen a través del contacto directo y de correos. Nuestro interés es otorgar análisis independiente y acogemos comentarios que pueden observar enfoques distintos y opuestos al nuestro.

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