Chile y su vínculo con Mejor Película 2016

Cinta ganadora del Oscar y su lamentable punto de encuentro con nuestro país

La deplorable historia de Chile tras el relato de la Mejor Película premiada con la estatuilla

spotlight¿Qué tienen en común Boston y Quilicura? La primera-  la visité hace algunos años- es una señorial ciudad estadounidense, donde se concentra una de las sociedades más opulentas, tradicionales y católicas de ese país. De allí son originarios los Kennedys y otras dinastías políticas.
La segunda es una de las comunas periféricas de la Región Metropolitana, formada a partir de caseríos de hace siglo y medio en torno a los cuales funcionaba la actividad agrícola, principal fuente de su economía y que dieron vida a la localidad.
Hoy está industrializada, pero sigue albergando una mayoritaria población modesta.
Por la realidad de ambas, podría concluirse que poco o nada podría unirles, pero lamentablemente, tienen en común oscuros episodios que fueron la punta del iceberg en la indagación de curas pedófilos que convirtieron su supuesto apostolado en una pantalla para abusar a miles de niños en el mundo.
Ambas ciudades- la señorial Boston y la humilde Quilicura- están presentes en “Spotlight”- “En Primera Plana”- la cinta galardonada por el Oscar como la Mejor Película 2016.
Boston es el centro de este filme basado en el escándalo registrado en las décadas de los 80 y 90 y que el diario “Boston Globe” hizo estallar en 2001, al realizar un riguroso periodismo de investigación y de denuncia.
Para quienes somos los fanáticos del cine que permanecemos en sala y buscamos aun información en los créditos con que finalizan las películas, Quilicura está mencionada en esos créditos como la localidad chilena entre los numerosísimos países que allí son citados como centro de estos inmorales sucesos.
En Quilicura ejercía su “misión” el primer sacerdote condenado por la justicia en procesos de pedofilia en el país.
Son mayoritarios los casos chilenos que han trascendido a través de medios de comunicación y mínima la cantidad de implicados que ha pasado por los tribunales y ha terminado en la cárcel.
La Iglesia pudo además evadir la mano de la Justicia, porque muchos de estos abominables sucesos están prescritos, pero un elevado número se refugió en la provocadora benevolencia de la Iglesia Católica que les ha enviado a “retiros espirituales” con lo que se ha configurado el mayor pecado del catolicismo contemporáneo: desamparar a los niños y sus familias, con nulo sentido de la actitud cristiana que este credo ha proclamado, y que exige para sus feligreses, optando por proteger el estupro cometido por sus congregados.
El caso de Quilicura es emblemático. La menor importancia, por lo ocurrido, es que hubiese sido el primer clérigo condenado por la Justicia. Ese es apenas un dato para el registro.
Sí lo es la trayectoria de los acontecimientos que, además de ser el primer cura protegido por la jerarquía eclesiástica, esta institucionalidad pudo evitar que continuaran ocurriendo.
Es peor, es absolutamente válida y legítima la sospecha en este caso que actuó con discriminación y fue abiertamente clasista.
José Andrés Aguirre Ovalle, conocido como el cura “Tato”, ejercía en el epicentro de la elite santiaguina de los años 80 y 90- en los colegios entonces situados allende Plaza Italia, donde cometió sus primeras depravaciones y según trascendió, habría embarazado a una de sus víctimas.
En muchas de estas aberrantes situaciones, y me temo que ésta es una de ellas, la Iglesia se ha visto además beneficiada por el velo de la vergüenza y el pudor de las propias familias que han optado por esconder los hechos a fin de proteger la dignidad de sus hijos (as).
Estallado el escándalo, la Iglesia Católica lo ocultó enviando a Ovalle a ejercer su “apostolado” a Honduras y Costa Rica, países que probablemente desconocían el “pedigree” del cura.
En el año 1998, aun teniendo presentes los atropellos cometidos por este pastor, más extraviado que las propias ovejas de los relatos bíblicos, la jerarquía le permite retornar, para que ejerza en Quilicura, donde cometió los abusos por los que finalmente es procesado, esta vez atentando contra modestas niñas.
En 2012, muy enfermo e inválido, es dejado en libertad y fallece al año siguiente.
Esa es la historia de la primera y continua cadena de desaciertos cometidos por la curia chilena en torno al historial de abusos infantiles.
Ocurren en similar época en que Boston es remecido por similares acontecimientos y que muestran igual trayectoria a nuestra criolla secuela de atropellos de niños bajo el amparo de la Iglesia.
Allí también se enterró este mugrerío sacerdotal bajo la alfombra, con mayor impunidad, y en eso contextualizaremos con la historia de esa ciudad y del Estado de Massachusetts, donde está inserta.
Esta urbe es uno de los primeros asentamientos estadounidenses, y por tanto, acogió a grupos muy conservadores y católicos provenientes de Irlanda. Hasta ahora, alberga una creciente población activa practicante católica y sus dignatarios constituyen un poder más en la ciudad.
Un poder fáctico al que el “Boston Globe”, uno de los periódicos más influyentes de la ciudad, se atrevió a enfrentar para lograr con riguroso trabajo desde el Periodismo de Investigación y de Denuncia, acceder a la oculta documentación que había tras el abuso eclesiástico.
Lograr develar la información fue la tarea más titánica ejercida por el grupo de periodistas de investigación que bajo el nombre de Spotligh funcionaba en el “Boston Globe”.
El periodista de investigación debe trabajar con una multiplicidad de fuentes vivas y documentales, cruzar y cotejar información, y contar con la suficiente solidez para que cuando se le cierren varias puertas, y tras muchos portonazos, persista en su trabajo, que es minucioso y de detalle, tras el hilo conductor.
En esta categoría de periodismo, se adquiere piel de cocodrilo.
Todo eso se recrea en la película.
Los profesionales lograron tras ardua tarea probar que el poderoso Cardenal Bernard Law- que irónico su apellido- encubrió y amparó a más de un centenar de curas pedófilos, a quienes les permitió continuar ejerciendo, además de seguir perpetrando abusos, trasladándoles de parroquias.
Es la lamentable similitud entre Boston y Quilicura y varias otras ciudades chilenas, donde la Iglesia Católica privilegió a sus congregados por encima de los principios más elementales de moralidad y de protección de los niños y familias de todo pelaje que confiaron con ingenuidad en tal doctrina.
Y ese también es el vibrante relato de la excelente cinta que en inglés lleva el nombre de “Spotlight”, hoy ganadora del Oscar 2016, que le ha valido el retorno a cartelera en cines nacionales.
Como el caso real es de mayor importancia que la ficción que lo retrata, nos referiremos particularmente a éste.
Fueron los años que animado por el Caso Watergate, al que en otros artículos hemos aludido a propósito de la corrupción que transversaliza hoy a Chile, en que el periodismo estadounidense formó sus unidades de investigación que permanecían por meses indagando hechos escandalosos. Se desarrolló así un Periodismo de elite, del cual Chile ha alcanzado en los últimos años desarrollo en Televisión y Diarios.
Sólo aquellas empresas con mayor solidez financiera logran que sus mejores profesionales se dediquen a este trabajo selecto, en tanto en empresas menores, son los periodistas que reportan el día a día, quienes deben con mucho esfuerzo, cumplir la función dual de reporteo e investigación. Con menores frutos, porque el Periodismo de Denuncia requiere concentración y dedicación exclusiva para ejercerlo en propiedad.
“En Primera Plana” está muy bien construido el relato sobre tan necesaria dedicación, de cómo a partir de un antecedente aparentemente intrascendente, o por la suspicacia del periodista, su potencial de análisis y de relacionar acontecimientos, es posible develar hechos escandalosos y/o ocultos ante la sociedad.

La cinta describe también los obstáculos a que este equipo de investigación se ve enfrentado, que no son menores porque encaran poderes fácticos asociados con redes de protección y gran blindaje que permean el tejido político. Eso lo hemos visto en nuestros propios sucesos nacionales.

En el caso de la Iglesia Católica versus “The Boston Globe”, la primera mostró su gran poderío y pudo una vez más actuar con plena y fría indiferencia y nula sensibilidad sobre su autoproclamada cristiandad: el Cardenal Bernard Law, al término del proceso en que finalmente se impuso la verdad y el triunfo fue para el matutino, el Vaticano decidió “premiarle”: le trasladó a la jurisdicción que debe tener el mayor prestigio en este credo: la Basílica Santa María Mayor de Roma, una burla para las miles de víctimas que él pudo haber evitado.

En “Spotligth” son denominados “sobrevivientes” ya que se estima que el número de 1.000 que se sitúa en tal categoría responde a aquellos que, bien o mal, han sobrellevado su drama, en tanto otros se suicidaron.
El equipo Spotlight del “Boston Globe” redactó más de 600 textos con los casos de pedofilia cometidos en la ciudad, donde se estima que hubo unos 200 curas involucrados.
Por este trabajo, el “Boston Globe” recibió el Premio “Pulitzer”, considerado el de mayor prestigio en el Periodismo.
Hoy el tema se irguió con el Oscar a la Mejor Película, para disgusto de quienes esperaban que el premio de la Academia recayera en la cinta “Mad Max: Road Fury”.
No he visto ese film, pero al parecer reúne méritos desde la producción como obra cinematográfica y por tanto aflora una vez más lo planteado: la recategorización de las estatuillas, si es que Hollywood se hace cargo de producciones que deben ser reconocidas por la calidad del mensaje, que prima en “Spotlight” como propuesta, versus el trabajo coral que da por resultado una buena película.
Lo expresado, no resta mérito al trabajo actoral y de guion que se observan “En Primera Plana” como los elementos de mejor construcción.
Pero traer a la memoria de la sociedad estos repugnantes hechos que dominan el valor de la película deben haber sido los que prevalecieron en el jurado para otorgarle uno de los más importantes galardones.
Recomendamos este largometraje hoy que fue repuesta en cartelera, al menos durante esta semana en curso.

Susana Pozo Pizarro, es Periodista (UCh), Magíster en Información Económica. A nivel profesional ejerció en formatos de Televisión, Radio, Periódico y Revista. También se desempeñó en Comunicación Corporativa y culminó su carrera como Editora y Columnista del sector de Economía en Diario “El Mercurio” de Valparaíso. A nivel académico ocupó cargos en la Universidad de La Serena como académica, Directora de la Escuela de Periodismo y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales y Administrativas. En 2008 recibe el Premio “Elena Caffarena” que otorga el Gobierno para reconocer a mujeres destacadas en su ámbito profesional. Hoy es columnista del Semanario “Tiempo” de La Serena y maneja este sitio para analizar la actualidad así como otros temas de interés. Nos estamos acercando a 1.800 seguidores en twitter y un número significativo que nos siguen a través del contacto directo y de correos. Nuestro interés es otorgar análisis independiente y acogemos comentarios que pueden observar enfoques distintos y opuestos al nuestro.

Susana Pozo – who has written posts on Agenda Alternativa.


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