La Radiografía de la Generación PSU 2015
Hicimos un reflexión al concluir un álgido Año para el Sector Educacional
Los resultados de la PSU, prueba que determinará el ingreso de los egresados de Enseñanza Media a la Educación Superior-Universidades, Institutos Profesionales y CFT- han dejado en medio de las fiestas navideñas una estela de rankings sobre la base de guarismos cuyo premio mayor eran 850 puntos.
Pero estos rangos no guardan ninguna validez, si luego los archivamos para iniciar el periodo de vacaciones.
Estas categorizaciones- particularmente tratándose de resultados educacionales y en especial cuando se está al final de una etapa que debiera reflejar el acervo de conocimientos adquiridos- es insumo para especialistas que permite hacer inferencias sobre los buenos resultados, pero prioritariamente sobre las deficiencias que se observan por disciplinas, planteles y sectores educacionales.
Los resultados conocidos ayer llaman a una revisión profunda de las debilidades, que a simple análisis parecen remitirse a una competencia de planteles, entre cuyos objetivos está el sacar provecho de marketing, entre aquellos que pueden exhibir algunos egresados que se inscribirán entre los rankings de puntajes máximos.
Bastante magra es la finalidad: sirve de publicidad con tramposo sustento porque así como una golondrina no hace verano, un estudiante de 850 puntos es una aguja en un pajar.
Si fuese apoderada me interesaría conocer el ranking integral de un plantel: ¿Cuántos egresados sobre 700 puntos?…y así hacia abajo: ese es un resultado global y un motivo para celebrar o lamentar.
Esta parafernalia que se hace con los nombres y apellidos de los colegios tiene sus implicancias éticas, por lo anteriormente enunciado y a nivel de información hacia la Opinión Pública no avanzaría más allá de rangos por sectores, en tanto, la ciudadanía tiene el derecho a saber el estado educacional por calidad de gestores.
Y eso sólo como referencial. Porque cómo sortean nuestros hijos los desafíos educacionales depende de una multiplicidad de factores, y uno de la mayor importancia es el aporte que nos compete a los padres, como primeros guías y educadores. Somos un modelo que hoy obtiene nota roja, si observamos a la sociedad: hay niveles de violencia e intolerancia que transmitimos a los jóvenes como un aporte sustancialmente negativo. Eso mismo aplica en la motivación por la lectura, el conocimiento en general, el deporte y de una variedad de tópicos que nos corresponde estimular.
Hecha esta reflexión, digamos que hay una necesidad de análisis a nivel país como un trabajo de expertos que deben inferir las debilidades en el manejo del conocimiento de egresados de la enseñanza media: la PSU representa una radiografía de la generación 2015 que está a las puertas de la Educación Superior. Revisemos de forma gruesa las cifras que aportó esta nueva versión de la prueba.
Por cierto que un hecho inquietante es el histórico desplome en puntajes máximos, este año sólo 65, en contraposición a los sobre 253 registrados en 2014, además de ser el logro más bajo desde la aplicación del test.
Especialistas administradores de la prueba atribuyeron a cambios de contenidos, particularmente en el test de matemática, la fuerte caída de los mayores puntajes, pero aseguraron que todas las preguntas comprendían contenidos incluidos en los programas.
Una vez más, los mayores resultados se focalizan en planteles particulares privados (45) e igual número (10) de máximos puntajes en municipales y particulares subvencionados. Decíamos que esta es una cifra para licuar entre otra multiplicidad de factores, pero por cierto, ratifica que la educación municipal, donde se forman los niños de menores recursos, sigue aportando indicadores que ameritan una política educacional agresiva, si pretendemos ofrecer a este nivel socioeconómico reales oportunidades.
Las oportunidades no provienen de un mero financiamiento, ese es apenas un medio, pero si el sector municipal no se provee de profesores altamente calificados y con programas innovadores, la gratuidad no va a hacer el milagro.
Decía hoy la Presidenta Bachelet que su objetivo es transformar la Educación en un bien social.
Lo cierto es que esa es una cualidad inherente al objetivo en Educación, inexcusable si aspiramos a una sociedad igualitaria: dotar de competencias parejas a quienes contando con similares habilidades, inteligencia y capacidad, se propongan llegar a una misma meta.
En ese propósito, el Gobierno debe asegurar en niveles Pre-escolar, Básico, Medio y Superior una educación de igual nivel a los más pobres que aquella que reciben jóvenes pudientes.
Sorprende aun la existencia de sectores afiebrados que continúan apegados al absurdo eslogan de gratuidad para todos, si no somos capaces de financiar al 100% de los primeros deciles, y hemos dejado de lado por falta de recursos a los IP y CFT.
Esos planteles no sólo no se beneficiarán de la gratuidad, sino que continúan sujeto al libre albedrío del mercado y a la desregulación, sin rendir cuenta de reales competencias y calidad en un proyecto educacional.
El país requiere además preocuparse de los niveles pre-escolares, donde nadie ha certificado la idoneidad de los programas y donde los educadores están muy mal remunerados.
Las deudas en Educación son múltiples. La gratuidad universitaria que se inicia en 2016, es apenas un atisbo de lo que se requiere avanzar si pretendemos un mayor desarrollo como país.
Levantar sospechas sobre el Cruch y con respecto a las universidades estatales para sacar provecho en beneficio del sector privado, no representa aporte, así como en lo particular es necesario separar entre los planteles que hacen bien su gestión y una gran cantidad que debe ser revisado en su oferta y ser sometido a controles de calidad.
La educación estatal superior es gestora de conocimiento integral, a diferencia de muchas privadas que se limitan a la formación de profesionales, con nulo aporte en materia de investigación, extensión, innovación, tecnología y conocimiento aplicado, todas disciplinas que en el sector estatal ya son históricas. Que este sector requiere de mayores recursos para un mayor impulso y aporte al desarrollo nacional, qué duda cabe.
Por eso, sorprende los ataques desde el sector privado, con rectores manifestando que el Cruch es un cartel y hoy el rector Fernando Montes, planteando la disolución de un cuerpo colegiado que representa a las universidades que fueron el eje del desarrollo del sector terciario en el país.
Cuando vemos que otros sectores productivos privatizados han perdido el norte del servicio al país y la comunidad y se han focalizado en una lógica del negocio sustentado en el capitalismo salvaje, es bueno mantener la mixtura entre lo privado y lo público.
Particularmente en materia educacional. Las universidades estatales han sido formadoras de líderes, científicos, intelectuales y profesionales que representan un sello reconocido a nivel internacional.
Pretender desconocer esto es borrar con el codo varios años de nuestra historia y del desarrollo que tenemos como país y que hoy requiere ser fortalecido sobre la base de nuevos tiempos.
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