El Amarre de La Moneda
Estrechas son las posibilidades del Gobierno para satisfacer demandas de los trabajadores del Registro Civil
Un explicable clima de indignación se vivió hoy en las puertas del Registro Civi por parte de ciudadanos que ya enfrentan una sexta semana sin lograr ser atendidos en sus demandas en la multiplicidad de prestaciones que debe atender este servicio público.
Y es explicable porque quienes llegan a demandar atención son aquellos que requieren la documentación de forma perentoria y necesaria, como es el caso de cancelaciones en pensiones, montepios, asignaciones familiares; certificar antecedentes para acceder a un trabajo, por mencionar algunas acreditaciones que impactan mayoritariamente a chilenos con modestos recursos.
Y si a alguien le parecerá frívolo reclamar por la demanda de pasapòrtes para emprender un viaje, habría que señalar que no tiene nada de superficial que con el impedimento para acceder al documento se está vulnerando el derecho a movilización al interior y fuera del país. Las razones de un viaje son múltiples: de índole laboral, familiar, educacional y de imprevistos que hacen necesaria la presencia de personas en otro país.
Lo anterior, para señalar que el público dañado como consecuencia de esta prolongada huelga es transversal. Es una movilización que transgrede una multiplicidada de derechos y autonomía ciudadana.
Por lo mismo, más que turnos éticos, a los trabajadores, particularmente a sus dirigentes, les compete tener disposición para buscar puntos de acuerdos con su empleador, el Fisco, y al Gobierno tener la misma voluntad.
Pero por el contrario, los trabajadores mantienen una actitud intransigente en tanto La Moneda ha sido indolente frente a la obligación de resolver con agilidad este conflicto.
Ambos, trabajadores y Gobierno, han expresado insensibilidad frente a la demanda ciudadana.
Si estimamos que son seis semanas de prolongada inactividad, los acercamientos entre las partes han sido mínimos, apenas recientes y poco productivos.
Resulta preocupante que las últimas movilizaciones se caractericen por paralización prolongada de actividades sin que se observen negociaciones y puntos de encuentro, así como estrategias para poner punto final a movimientos que han representado ingentes pérdidas para el país y de gran impacto en los usuarios.
Las huelgas constituyen estrategias para dar rápida solución al conflicto.
Recordemos los paros del sector minero, de profesores, de estudiantes, del sector salud y tantos otros que se enmarcan en similares características a la que hoy protagoniza el Registro Civil.
Lo ocurrido hoy con funas de los funcionarios para impedir la entrega del servicio resultó bochornoso y es una clara señal de la instrumentación que se está haciendo de los usuarios.
La Moneda pareciera estar atada de pies y manos en esta última huelga porque además de enfrentar el panorama sombrío de la economía que no permite la holgura del bolsillo fiscal, con la entrega de la asignación que demandan los trabajores del Registro Civil- que paradojicamente premia la atención de público- otorga una señal de nuevas demandas por asignaciones especiales de otros servicios fiscales que podrían reclamarla en atención a la igualdad.
Si hay algo nocivo y tóxico para un país es que su Gobierno esté atado de manos y pies.
Es una movilización que desde que se inició ha cobrado inusitada fuerza, al punto que la Asociación de Empleados Fiscales (ANEF) no sólo le prestó espaldas y suspendió labores por 1 día. El mensaje de la Anef al Ejecutivo fue un téngase presente para cuando les corresponda negociar.
En los funcionarios del RC hay energía inyectada por una líder que les logra transmitir el convencimiento por continuar el movimiento y no transigir.
En los ciudadanos hay desesperación, porque tras cada uno que ha tenido el valor de llegar hasta las puertas del servicio, aun en el conocimiento que serán atropellados sus derechos y deberán enfrentar una espera poco digna, hay una real necesidad de obtener el servicio. Y eso resulta humillante.
En definitiva, en el Gobierno hubo una tardía reacción frente a un conflicto que le significará un alto costo político.
Pero sería ingenuo pensar que sea sólo torpeza de gestión lo que hay tras este mal manejo en una movilización de un servicio público del cual ya contó con una experiencia del impacto que deja en la ciudadanía. Esta movilización ya tuvo una antesala también de prolongada paralización de actividades.
Lo cierto es que la movilización del Registro Civil se dejó caer en el momento político menos oportuno para el Gobierno, en pleno debate de la Reforma Laboral y cuando la Cut tenía ya tarea avanzada en lograr la huelga sin reemplazo.
Ese es el “amarre” a que nos referíamos en el inicio de este artículo porque los trabajadores movilizados han puesto en pie forzado a La Moneda en la defensa de la reforma laboral y que esto resulte coherente con el deber que ahora tiene, trascurrido más de un mes ya que la ciudadanía no logra acceder a su documentación, de hacer funcionar este servicio a como dé lugar.
El debate de la Reforma Laboral en el Congreso ha silenciado voces que regularmente se pronuncian favorables a movilizaciones sindicales. No ha habido pronunciamiento de la propia Presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa; de los parlamentarios del ala comunista y tampoco de la bancada estudiantil que llegó al Congreso tras liderar movilizaciones tan radicales como ésta que protagonizan los trabajadores del Registro Civil.
Y no es sólo el debate de la Reforma el que complica al mundo político del oficialismo en relación a este paro.
La Moneda no desea enviar el mensaje de ceder a esta estirada de mano para obtener un bono, porque con justa razón, son múltiples los servicios públicos que estimarían igualitario acceder al mismo beneficio.
Lo anterior es coherente con el sentido de igualdad que se predica ¿O no?
En víspera de una campaña electoral que se aproxima- la municipal- sería conveniente para el recaudo político repartir bonos.
Pero la realidad económica del país y la incombustibilidad que ha mostrado el ministro de Hacienda en liberar recursos impiden tal estrategia.
La huelga del Registro Civil tuvo su prototipo en el bono que tan generosamente entregó el Bancoestado a sus funcionarios que se llevaron el 91% de sus utilidades.
Claro, le costó el cargo al vicepresidente ejecutivo de la banca pública pero ¿Cuál es el problema si fuera del puesto, él, como profesional de alto rango, está más cómodo en el sector privado sin tener que dar explicaciones engorrosas?
Con todo, con amarras o sin ellas, el Gobierno ha cometido una irresponsabilidad en dejar que el movimiento navegara a la deriva, sin hacer algún esfuerzo por otorgarle solución, esperando ¿qué? No está claro.
En plena movilización, la ministra de Justicia se dedicó en cuerpo y alma a reunir votos en el Congreso, primero para la fallida designación de Contralor y luego para el Fiscal electo.
Todo lo anterior es el peor escenario: un prolongado paro en que el costo mayor se lo lleva el ciudadano, el que siempre paga los platos rotos.
Lo mordaz en este conflicto es que los funcionarios pretenden robustecer el Bono de Satisfacción del Usuario, el mismo que ha comenzado a estar muy irritado con su documentación confiscada.
Ese fue el tema que, con ironía, abordamos en la columna que el Semanario “Tiempo” publicó en su edición de hoy y que les invito a leer.
El Chileno Invisible
¿Quién no ha soñado con ser invisible? La mayoría
Podríamos hacer todas nuestras fechorías y pillerías sin que nadie lo advirtiera; los voyeristas podrían fisgonear a su gusto y los delincuentes no serían sorprendidos. Claro que los malhechores sin ser invisibles, igual se apropian de lo ajeno en medio de gran impunidad.
Hasta pueden ser procesados y tampoco les pasa mucho. Ni a los de poco pelaje ni a los de cuello y corbata.
De los años 30 data la película “El Hombre Invisible”, para que lo sepan quienes piensan que los efectos especiales nacieron con las imágenes virtuales. Están muy equivocados: en los inicios del cine eran producto del ingenio y la creatividad.
Durante un mes, sin efectos especiales, modernos o los artesanales de antaño, los chilenos hemos estado invisibles: no somos nadie y nos conformamos con ser NN.
Lo afirmo a propósito de la prolongada movilización de los funcionarios del Registro Civil, que tiene pagando los platos rotos….¿adivinen a quién? ….al ciudadano a pie, pues. ¿Quién más?
La manzana de la discordia es un bono que los trabajadores certifican su existencia y para el Gobierno está invisible.
Así como invisible estuvo para La Moneda el drama de los chilenos que requerían perentoriamente su documentación para decir, ya no como Descartes “pienso, luego existo”, sino “tengo documentos y existo”
Para la ministra de Justicia, muy concentrada en designaciones de Fiscal y Contralor, muy aplaudida ella, no eran prioridad los ciudadanos que dormían en el suelo para al amanecer estar fresquitos y mendigar su documentación: grotesco.
No podemos hacernos los lesos- menos el Gobierno- que por un mes, muchos chilenos carecieron de identidad, los borraron, los tacharon y les dijeron: 1,2,3…momia es.
Como en los mejores tiempos del fallido censo, cuando muchos existíamos, pero no existíamos.
Los indocumentados quedaron congelados, petrificados.
Más de 20.000 guagüitas aún no existen, aunque lloren y mamen como condenadas. No tienen nombres ni padres.
Hay una cifra “negra” de fallecidos que aun deberían estar circulando por las calles, vivitos y coleando: Cine gore, muertos vivos.
Y no se le ocurra tener una muerte cuestionada: se va a descansar indefinidamente al Instituto Médico Legal.
¿Cuántos vehículos sin registrar, conductores chantas, y pedófilos sin certificados de inhabilidades andan sueltos por la calle, piolitas, sin documentar?
Los desempleados sin cédulas, se esperaran.
Las personas modestas al limbo, hasta sin derecho a la documentación que está en línea.
Para que vea: los chilenos somos visibles según nuestro bolsillo y nos usan para presionar por un bono. Existimos y no existimos, como en campañas electorales, cuando nos besan las guaguas y después nos esfumamos.
Bueno, de qué nos sorprendemos. ¿No ha sido siempre así?
¿Y de qué se queja el Gobierno? ¿Quién instauró la política de la bonocracia?
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