Chileno Pre “11” y Chileno 2015
Más que los 42 años transcurridos han sido las incorrectas decisiones las que nos aportan el ciudadano actual: indiferente, individualista y un ateo de la política contingente
Hace 42 años- 11 de septiembre de 1973- el chileno perdió su patrimonio más importante: la libertad de pensar y expresarse.
Y a partir de la expropiación de tal activo, muchos perdieron la vida y otros tantos su derecho a vivir en Chile: otros fueron confinados en campos de concentración, maltratados, torturados.
Todos fuimos avasallados en nuestra dignidad. Dejamos de ser ciudadanos, para actuar al ritmo de una dictadura militar.
¿Cómo era el ciudadano pre “11” y como es hoy, a cuatro décadas de ese quiebre democrático?
El pre “11” era un ciudadano ampliamente comprometido con el futuro del país, informado e interesado en los acontecimientos, participante de la actividad cívica, se desplazaba hacia grandes concentraciones previas a las campañas electorales: Los adherentes repletaban cuadras de calles para vitorear a sus candidatos, portando banderas, carteles y consignas. Estaban dispuestos a escuchar extensas y enardecidas arengas de sus abanderados.
Y a pesar de la vehemencia no existían los excesos actuales. Nadie lanzaba piedras ni destruía bienes públicos ni privados.
Pero se instaló la intolerancia política: los políticos fueron incapaces de superar sus diferencias, comportamiento que se trasvasó hacia la ciudadanía. Como hoy ocurre.
Tal escenario no justificó los acontecimientos del “11” y Chile no mereció los 16 años de oscurantismo cívico, ni el drama ni el trauma vivido.
Recuperada la democracia hace 26 años, ¿qué perfil presenta el ciudadano 2015?
Algunas señales y tendencias del chileno actual las aporta la encuesta “Adimark, cuyos resultados coincidieron con este “11”.
El contraste con el chileno pre “11” es abismante y nada esperanzador para el correcto desarrollo de una actividad cívica participativa y bien informada que otorgue luces sobre la necesaria mejoría que requiere la Democracia.
En este sondeo, el 61% de los encuestados califica la actividad política como “muy mala” y casi la misma relación- un 60%- estima que tal calificación no cambiará en los próximos 12 meses.
El 65% del universo además no se identifica con ninguna de las tendencias políticas vigentes y el 58% tampoco está cercano a cualquiera de las corrientes de derecha, centro e izquierda.
La indiferencia sobre temas políticos alcanza también rangos altamente preocupantes.
El 53% no lee sobre política; para el 58% no es tema de conversación con amigos y el 55% tampoco lo comenta en familia.
Hay tasas aún más elevadas en la lejanía ciudadana con la política: el 75% no sigue los temas políticos en las redes sociales; el 84% no trata de convencer a nadie de lo que piensa políticamente y el 90% nunca ha trabajado con un partido político.
La confianza en la política está en el suelo porque un 88% tiene poca confianza (41%) o ninguna (47%).
Las razones de esta desconfianza, en selección múltiple, un 62% las vincula a la corrupción, un 30% afirma que los políticos prometen y no cumplen y un 21% estima que estos priorizan sus intereses personales, entre las causas más votadas.
Apenas el 5% atribuye a los medios de comunicación la mala imagen que tienen de los políticos.
La confianza en la institucionalidad también está en el piso. Sólo el 15% confía en el Gobierno; apenas un 6% cree en el Congreso y un esmirriado 3% apoya a los Partidos Políticos.
Por el contrario, los chilenos confían mayoritariamente en su propio esfuerzo, al señalar el 45% que la acción del Gobierno no tiene ningún efecto en su vida personal.
Y como corona de este perfil ciudadano a 42 años del golpe militar, el 53% de los consultados desaprueba a la Alianza que representa la derecha política y un 51% rechaza a su vez a la Nueva Mayoría.
Así, en los últimos 26 años de retorno de la Democracia, “la alegría ya viene”, probablemente pasó, pero hoy está instalada la desesperanza y la incredulidad sobre política, autoridades e instituciones.
El chileno hoy es individualista, indiferente, autista y ateo de la política contingente.
Lamentable y un resultado para meditar en este nuevo “11”.
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