Congresales versus futbolistas
Nota de la Editora:
Este artículo elaborado para el Semanario “Tiempo” es un preámbulo al escándalo por los viáticos que hoy remece a los ciudadanos y que se sumará a la decepción cívica por el comportamiento abusivo que en materia de emolumentos muestran los congresales, quienes se han negado sistematicamente a reducir sus salarios acordes con la media nacional.
Estamos elaborando un artículo con respecto a este nuevo escándalo de los legisladores que quedó al descubierto ayer martes. La siguiente columna titulada “Congresales versus Futbolistas” fue escrita tras el segundo fracaso de los diputados Jackson y Boric en lograr la aprobación de su iniciativa para rebajar en un 40% la actual “dieta”.
Les invito a leer esa columna.
Cuán injustos somos con nuestros parlamentarios: no les pagamos sueldos de futbolistas.
Tampoco tienen nivel de ídolos: nadie les pide una selfie ni su camiseta sudada. Les negamos primas por proyecto tramitado, y no ganan bonificaciones por publicidad en sus atuendos.
Aunque temas para publicidades sobran: “Penta, nuestro holding regalón”; ¡Como Soquimich no hay!; ¡Credicorp le otorga billete inmediato! ¡Con Corpesca hay ganancia de pescadores! ¡Cruz del Sur le asegura campaña!
Aclaro: comparar a parlamentarios y futbolistas no fue mi ocurrencia.
A propósito del segundo fracasado intento de los diputados Jackson y Boric para rebajar los sueldos parlamentarios a un 40%, el diputado DC Ricardo Rincón dijo que no había que ruborizarse con que un parlamentario ganase 5 a 7 millones de pesos, si un futbolista recibía $ 100 millones.
¿Y por qué no revisa los escalafones de la gran mayoría de los sueldos de trabajadores públicos, categoría en que deben situarse los congresales?
Revisemos el sueldo mínimo, $ 225.000. Cuando los países OECD tenían similar PIB per cápita al que hoy tiene Chile, su salario mínimo por hora – en promedio – duplicaba el actual sueldo mínimo chileno (Fundación Sol). Entre la “dieta” parlamentaria y el minimalista salario de hambre hay una distancia de 40 veces.
No hay coherencia entre esa vergonzosa lejanía salarial y el discurso de avanzar hacia la igualdad.
Para practicar la equidad con el ejemplo, los parlamentarios tendrían que ajustarse a los promedios resultantes de la Encuesta Nacional de Empleo, también según Sol: el 50% de los chilenos gana menos de $ 300.000 y el 70% no supera los $ 426.000.
Los legisladores están muy distantes de tan indecorosas cifras. Porque si sumamos a la “dieta” los estipendios de movilización y desempeño de cargo, su salario se eleva a $ 9 millones. Agreguemos “gastos operacionales” en sede distrital, asesorías y secretarías, y el costo total por Honorable es de $ 22 millones.
Sinceremos las metáforas: la dieta corresponde a quienes ganan el salario mínimo y la glotonería la ejercitan los parlamentarios.
Nuestros congresistas se sitúan en el segundo lugar como mejores pagados entre países OCDE. En algo que sublideremos ese exclusivo club del cual ya nos caímos de todos los ranking por desarrollo.
Un segundo escándalo en un país con salarios enanos y jubilaciones de hambre, son los sueldos vitalicios para ex mandatarios: sobrepasan los $ 7 millones. Es un premio incoherente con que cada uno de los ex presidentes ha protagonizado más de un condorazo en detrimento del país. Congresales y mandatarios contribuyen a mantener la pirámide de la desigualdad.
¿Qué cree Ud. que ocurrirá cuando se instale en pleno la crisis económica que ya se está manifestando?
Lo de siempre: el apriete de cinturón será para el resto del país, pero nunca para los parlamentarios.
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