Los viernes de Bachelet
Gradualizar, priorizar y aplicar realismo fueron los conceptos ejes con que la Presidenta Bachelet disparó el pasado viernes el último misil que gatilló mayores controversias a la ya requebrajada Nueva Mayoría.
La manzana de la discordia es ahora por la velocidad que se imprime a las Reformas que la actual Administración espera concretar o dejar programadas durante su ejercicio, así como la ejecución de proyectos para resolver la crónica desigualdad y de otra parte solucionar gestiones en crisis, como lo son la Salud, la Educación, la Delincuencia.
Digamos de inmediato que pareciera que por falta de recursos podrían quedar en lista de espera la Previsión (los viejos pueden esperar o morirse), la Descentralización (las Regiones tienen más paciencia que Job) y el Medio Ambiente (porque el autismo centralista está enfocado en la contaminación metropolitana).
Volvamos a la manzana de la discordia porque la velocidad en primera, tercera o quinta marcha para el Programa de Gobierno comenzó a vislumbrarse a partir de dos acontecimientos que larvadamente se desarrollaban en el país: uno era la lenta y sostenida caída de la economía nacional y la otra fue la salida de la Moneda de la G 90, no por su deficiente gestión, sino por la fuerza de los escándalos que comenzaron a permear hacia la Casa de Gobierno que ya hemos dicho están a los piés del Ejecutivo.
La escasa conciencia de lo que estaba aconteciendo con la economía da cuenta que quien debía cautelar las señales preocupantes en ese sector, el ex ministro de Hacienda, Alberto Arenas, no hizo su pega, talvez porque estaba en otra, ahora comprensible ya que deberá declarar como imputado en el Caso Soquimich.
Ayudó también a esta falta de conciencia el hecho que la baja del sector económico se produjo en un proceso bastante inusual: el desempleo fue porfiado en caer y ahora cuando está en plenitud, muchos vienen a tomar conciencia de lo profunda que puede ser la crisis con otras señales que presenta el país, y que configura que las expectativas de Crecimiento vayan sostenidamente bajando.
Cuando salieron de La Moneda las principales cabezas de la G-90 y puntualmente con la llegada al Interior del hoy Ministro Jorge Burgos elaboramos- el pasado 20 de mayo- un artículo para el Semanario “Tiempo” que titulamos “De la Retroexcavadora a la Bicicleta”, metaforizando que Burgos se desplaza por su barrio y por el centro de Santiago en su “bici”. Con esta figura pretendimos aludir a que ya se preparaba en La Moneda el tinglado para que la retroexcavadora del senador Quintana se fuese a remate y llegara a la Administración una bicicleta como alternativa de movilizarse por la senda del Programa de Gobierno. Ese artículo lo publicaremos en las próximas horas y representa un anticipo al escenario a que hoy se ve enfrentada la Nueva Mayoría. Así como a comienzos del Gobierno escribimos un columna expresando la inquietud por el amplio programa Gobierno en cuanto a compromisos, en momentos que se avecinaba un escenario económico que por ciclo estaba llamado a moderarse.
Por tanto, este “segundo tiempo” con que se ha motejado a la gestión oficialista que sigue, no tiene sólo una impronta política en este viraje, sino también económica, arista en la cual alcanza todo sentido el “realismo” a que Bachelet ha aludido.
Pero el foco político será el que causará profundas heridas al interior de la Nueva Mayoría ya que a sectores como el PPD y el PC les inquieta que el programa no alcance la profundidad que ellos esperan y que para el Partido Comunista pueda tener más sentido que nunca lo que dijeron al llegar a La Moneda: que estarían con un pié al interior del Gobierno y con el otro en la calle.
En la antípoda está la postura de la Democracia Cristiana. El PC y la DC han protagonizado las mayores tensiones al interior de la coalición oficialista. Lo ratificaron ayer las demoledoras afirmaciones que hizo en un programa de televisión el ex diputado Gutenberg Martínez, quien dijo que “Cuando se planteó en el programa de gobierno que haríamos 20 hospitales, 20 proyectos, etc, todos sabíamos que no se iba a poder, por recursos y diferentes factores”.
Desde la perspectiva política, con respecto a la crisis que vive la NM, Martínez sostuvo que “estamos de acuerdo en que perdimos la mayoría […] es muy fácil hacer afirmaciones o promesas y después no cumplir, eso no es responsable, nosotros tenemos un compromiso con la igualdad, pero dicho compromiso tiene que ser en base a una política seria”.
Por consiguiente, no estoy exagerando al manifestar que la mandataria dejó caer un misil sobre la Nueva Mayoría, que ha permanececido unida en torno a un programa y el acceso al Poder y no por afinidad ideológica. Y ahora es justamente el programa que ha entrado a carena. Al parecer.
Hasta la fecha, la Democracia Cristiana ha debido bancarse proyectos como la despenalización del aborto, en tanto el Partido Comunista debe estar muy nervioso porque ante el discurso del pasado viernes de la Presidenta teme que se profundice la moderación sobre la Reforma Laboral, hoy en tramitación.
Caen indicadores económicos, la Nueva Mayoría camina por la cuerda floja y el Gobierno deberá usar toda su estrategia para conciliar las rencillas que ya se han desatado.
¿Cómo reaccionará la Opinión Pública frente a este escenario?
Tengamos en cuenta que la Ciudadanía es ahora voz independiente: no está ni con el Gobierno, ni con la Nueva Mayoría ni menos con la Oposición.
La Opinión Pública hace tiempo que es el cuarto en discordia. Lo preocupante es que aquí surgen voces divergentes y muy contrapuestas.
Y eso es más inquietante que la Nueva Mayoría se requebraje y que la Derecha tenga cero capacidad de reacción (los políticos o son Lázaros o muertos vivientes)
Los viernes se están convirtiendo en los viernes de Bachelet. Fue en otra víspera de fin de semana cuando en un programa de televisión anunció al país que venía un cambio de gabinete.
El pasado viernes hizo un anuncio que mantiene en la incertidumbre al conglomerado que la acompaña, por cuanto no está claro si habrá más gradualidad o mayor moderación.
Creo que tendrá precisarlo. Para que la olla de grillo no alcance mayor ebullición.
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