Paro Docente, Calidad Educacional y Desconfianza Institucional
Nadie quiere hincar el diente a la Calidad Educacional.
Y por un carril paralelo se expresa la desconfianza institucional, un tema que sí se habla, expresa y se analiza en distintos escenarios y que al igual que la Calidad educacional está en statu quo.
Ambos- Calidad Educacional y Desconfianza Institucional- tienen su punto de encuentro en el preocupante paro de docentes.
Señalemos primero como contexto, que tras este movimiento el mayor daño es para la actual generación de los niños de menores recursos, quienes se educan en los planteles que hace un mes no realizan sus funciones docentes.
Junto con alterar su año escolar, esa población infantil ha sido privada de otros beneficios asistenciales comprometidos por el Estado y que es la entrega de alimentos y lograr que las familias en que ambos padres deben salir a trabajar se apoyen en la tranquilidad que en su jornada horaria sus hijos están recibiendo educación.
A todos ellos- familia, padres, niños- se les está avasallando en sus derechos.
¿Y quien aboga por ellos? ¿Quién ha elevado la voz por este sector vulnerable, salvo algunos esfuerzos desde la autoridad para intentar convencer a los profesores en huelga que retornen a clases?
Sobre el magisterio en movilización ya se ha dicho que su condicionamiento- el retiro del proyecto desde el Parlamento- es una presión que coloca en situación difícil al Ejecutivo, pero particularmente al Parlamento.
Al igual que el resto de la ciudadanía, los docentes desconfían de la institucionalidad parlamentaria.
Erosionar las confianza en todo orden de relaciones nunca es gratuito.
Los docentes pretenden pasar por sobre el Congreso para que el proyecto llegue a los legisladores a “medio cocinar”, con sus propias propuestas, en la seguridad que ello es posible si el Parlamento cuenta con una mayoría oficialista.
Recordemos lo sucedido con la Reforma Tributaria que en su primer trámite legislativo tuvo una bochornosa pasada de secretaría en la Cámara Baja.
Fue una de numerosas situaciones en que el comportamiento de los legisladores ha sido cuestionado y que ha tenido esta consecuencia de escasa valoración y confianza en la labor parlamentaria.
En artículo que antecede a este dimos cuenta de tres acontecimientos protagonizados en el Parlamento.
Por lo mismo, zapato chino o nudo gordiano, puso en pie difícil al Gobierno porque retirar el proyecto de la Cámara Baja implica vulnerar la institucionalidad en su necesario paso por la tramitación legislativa, si ya había sido consensuada con los dirigentes de los profesores. Retirar el proyecto del Parlamento deja en pie forzado aquello que hasta hoy se entendía como Democracia: que las iniciativas para avanzar como país nacional se gestionaran a través del tejido institucional.
Pero junto con esta peligrosa cuerda floja por la cual transita la legitimidad institucional, tras la fuerte oposición de profesores a la propuesta gubernamental está implícito un gran rechazo a asumir que uno de los elementos pivote en la necesaria reforma: la Calidad Educacional.
El mayor reparo de los maestros son las sucesivas certificaciones para ir accediendo en escalafón.
Y con ello dan la espalda a la revisión sistemática y periódica de la calidad docente.
En un mundo hoy competitivo, los profesionales y todo aquél que requiere una calificación para efectuar su trabajo, está sometido o debe someterse a una permanente certificación.
Y en nombre del mismo mundo competitivo a que hacemos referencia en el párrafo anterior, los niños de menores recursos también merecen recibir una educación que les prepare para la competencia que le abrirá oportunidades y movilidad social.
Pero la calidad educacional nunca ha sido prioridad en la actual Reforma Educacional, que en una primera fase privilegió concentrar los recursos en aumentar los subsidios y eliminar el estimado lucro de los aportes parentales.
El resultado será que aquellos planteles subvencionados mejor gestionados se trasladarán al sector privado y eso significará para muchos padres adoptar la dolorosa decisión, por incapacidad económica, de no continuar en un proyecto educacional que les parecía válido para sus hijos.
Hoy los docentes también subestiman, postergan y posponen el esfuerzo que debe hacer ellos en mejorar la enseñanza cuando rehúsan vincular el ascenso en escalafón a la necesaria certificación.
Nadie, reiteramos, debe sustraerse de una evaluación, particularmente los intervinientes en un sector de vital transcendencia para el desarrollo del país.
En lo pragmático con respecto al paro docente digamos que ya numerosos planteles han retornado a sus aulas y quienes mantienen la movilización lo atribuyen a “represalias municipales y del ministerio”.
Lo preocupante es que con el gran esfuerzo que hará el país en esta Reforma Educacional, se obtiene al final lo más indeseado: que el sector de la educación de los pobres- eso es- retrocede, no avanza en calidad y ya hay un estimado del propio Mineduc de 1.500 niños retirados por sus padres de colegios que continúan en paro.
El año pasado en plena discusión de la Reforma Educacional dijimos que este cambio estaba significando una victoria pírrica: todos pierden.
Ahora añadimos algo más: quienes más pierden son los más pobres.
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