Nuestros lamentables Desperdicios
Chile ha sido invadido por la mugre. Es duro expresarlo, pero es así.
En el Norte, muchos ciudadanos luchan contra el lodo que sobrevino tras los aluviones. En el sur, la ira del Volcán Calbuco ha depositado 210 millones de tonelada de ceniza.
¿Será que la naturaleza está expresando la rabia ciudadana de la polución que deriva de la política?.
Es posible, al igual que cuando nuestro organismo manifiesta una enfermedad por las insatisfacciones que llevamos en el subconsciente.
Porque cuando todas las semanas pensamos que ya ha concluido el desfile de nombres de políticos que deben ser investigados en sus vínculos con Soquimich, aparecen nuesvos y conspicuos nombres.
Ayer lunes surgió el nombre del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle y se ha sumado a los Presidentes y presidenciales que han sido mencionados y que deben aclarar su participación: Piñera, Longueira, Golborne.
El eje Giorgio Martelli, el operador político que la Fiscalía no logra alcanzar, es quien articula la izquierda con Soquimich.
Y ese vínculo es de la mayor trascendencia, pero aun permanece incólume.
Este magno escándalo me inspiró la última columna escrita para el Semanario “Tiempo”.
Hice una analogía con las Epidemias porque ¿qué es sino una indeseada peste que nos agrega la mayor decepción ciudadana que desde hace tiempo se viene expresando?
Les invito a leer este artículo titulado:
¿Qué hacer con esta Epidemia?
Hubo sicosis en Chile con el rebrote del ébola. Aunque nuestra historia frente a pandemias contemporáneas da cuenta de impactos benignos, hemos experimentado pánico con distintos virus que azotaron a la Humanidad. Los últimos fueron el aviar, porcino, AH1N1, pero el que dejó mayor marca fue la gripe asiática que sobrevino en 1957, con 1,3 fallecidos por 1.000 contagiados. La lejanía con esa fecha es una señal que hemos logrado protegernos de varias pestes y muchas las tenemos erradicadas. También hay epidemias en la Economía. En 1998 registramos la fiebre asiática. De triste recuerdo porque las autoridades de la época dijeron que el efecto en nuestra Economía sería benigno. Craso error: atacó de forma virulenta y derribó resultados exitosos. Las autoridades nunca pagan por sus errores y el mismo Presidente del Banco Central que nos aseguró que estábamos suficientemente protegidos, luego sobrerreaccionó con un excesivo ajuste al duplicar las tasas de interés: el desempleo se elevó al 10% y en esta cadena de errores estratégicos, llamó a moderar el consumo y no incurrir en créditos, incluidos los de largo plazo. Con esa convocatoria y las elevadas tasas, las familias sobrerreaccionaron y de un crecimiento boyante en el sector de la construcción del 11,1%, caímos al -1,1% con todos lo nocivo que eso significó. ¿Quién respondió por estos deplorables traspiés? Nadie, reiteramos. ¿Y quienes sufrieron más su impacto? Como siempre, los de menores recursos. Hice la analogía con las pestes y en particular con la fiebre asiática, a propósito de esta otra epidemia que hoy tenemos en Chile: en la política. La crisis está evolucionando como una peste y cayendo uno a uno los contagiados políticos que debieran entrar en reflexión, es decir, cuarentena y demostrar, más que con palabras, y sí con hechos concretos que no están involucrados en la entrega de boletas por trabajos no ejecutados. Porque hasta ahora, las reacciones han sido como la epidemia de VIH: todos ocultan sus vínculos hasta que son sorprendidos por la fuerza de la investigación de reguladores y la periodística. Y han entregado explicaciones poco plausibles. Esa reticencia no ha hecho sino erosionar más la confianza ciudadana que demanda de quienes eligieron- para trabajar por el país y no por intereses propios o de quienes les financian- transparencia y asumir las faltas incurridas en prácticas fuera de la ley. Frente al desfile de personas cuestionadas de todos los sectores ideológicos, han surgido dos propuestas para salir de esta crisis. Pero el cambio de gabinete o abreviar el periodo legislativo no van a la raíz del conflicto. Ninguna opción puede omitir sincerar las faltas cometidas. La verdad hasta que duela, sin anestesia y dilaciones, es el antídoto para esta epidemia que llevó a la realidad el “desfile” a que aludía el Presidente de la CPC.
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