Hay Desfiles y Desfiles. Y hay Dádivas y Dádivas
Es cierto hay desfiles y desfiles. Lo digo a propósito que se aproxima un nuevo 21 de Mayo. Me crié en una ciudad- Valparaíso- que atribuía la mayor importancia al desfile en homenaje a los Héroes de Iquique. Hay que decirlo muy transparentemente: mi ciudad se adueñó del 21 de mayo que en rigor le pertenece a Iquique. Pero en Valparaíso está radicada la I Zona Naval, seguramente por ser el principal puerto del país. Y ello dio pié a que los colegios debíamos protagonizar magnos desfiles frente al monumento ubicado en la hermosa Plaza Sotomayor. Nos sometían a muchas jornadas dedicadas a los ensayos, un verdadero tedio.
Odiaba esa representación. Primero, porque no me gustan las actividades repetitivas y mecánicas y segundo, no era mi fuerte desfilar: siempre en los ensayos y en la parada iba con el pie contrario y la profesora de Educación Física me tenía entre sus ojos: esperaba a que pasara y colocaba la pandereta en mi oído haciendo el compás de manera estridente. Una suerte de abuso que hizo que para un desfile no asistiera, como protesta. Y como me buscó y no me encontró, me pidió explicaciones y le dije muy directamente porqué no había asistido. Me puso una nota 1 por mi “osadía”: otro abuso.
Hoy lo recuerdo como una anécdota. Afortunadamente esas famosas paradas están disminuidas. Y ya debieran estar reducida a los uniformados que lo hacen bien y armoniosamente: es parte de su ritual.
Pero otro es el desfile que nos tiene hoy ocupados en el país porque el “desfile” de políticos demandando dineros frente a empresarios, que develó un ex Presidente del Confederación y la Producción, causó en lo inmediato un escándalo.
Hoy sabemos que es una realidad amplia, sin pudores ideológicos ni reflexiones en cuanto a que quien estiró la mano me exijirá luego, llegado el momento, que le extienda la mía.
El desfile de políticos sospechosamente involucrados ahora continúa. La duda que sin embargo persiste, es cuántas otras empresas están involucradas, además de las ya conocidas. Poco se ha profundizado en eso, pero de lo que se conoce, habría que preguntarse ¿qué hace una empresa de origen colombiano- Alsacia- favorecida con una de las licitaciones del Transantiago involucrada en este affaire? Porque no es una empresa cualquiera: ha sido favorecida con una licitación dentro de un sistema de transporte que recibe cuantiosos subsidios para que la conectividad urbana pública de la Región Metropolitana apenas funcione mediocremente. El bosque de este escándalo es de tanta magnitud que apenas queda espacio para ocuparse sólo de algunas aristas.
Este desfile me motivó a mediados de 2014 redactar un artículo publicado en Semanario “Tiempo” que ahora dejo a disposición de nuevos lectores en su calidad de re-editado. Como todos los relacionados con este Escándalo está en un pie forzado. He escuchado las primeras impresiones sobre el Informe de Transparencia que la comisión Ad-hoc hoy entregó a la Presidenta.
Y oimos sólo declaraciones de buenas intenciones, nada que separezca a un mea culpa.
Esta siguiente columna es una de las hebras que luego dio curso a la maraña que hoy conocemos de triangulaciones de cuantiosos recursos entre políticos, empresarios y “operadores” políticos, una nueva “profesión” al servicio de la Democracia
Desfile, Transparencia, Equidad
El presidente de la CPC ha afirmado que previo a elecciones, los políticos desfilan ante los empresarios solicitando dádivas para financiar campañas.
A ningún ciudadano le habrá gustado escuchar tal afirmación, ya que sitúa las elecciones de cargos en una suerte de Teletón que recoge aportes.
No, estoy siendo injusta con esa maratón televisiva, porque el objetivo de ésta es reunir dinero para financiar un programa que como Estado no abordamos.
El desfile de algunos políticos ante escritorios empresariales, como lo ha afirmado Andrés Santa Cruz, tiene un carácter espurio si no se encauza por los flujos establecidos por la ley que el mismo Parlamento legitimó.
Añadamos otro calificativo: comprometedor, porque resta toda la independencia que se supone deben tener nuestros legisladores para proponer, tramitar, votar, legislar algunas iniciativas en beneficio del país. Y tampoco otorga libertad para controlar abusos, denunciarlos, investigarlos y corregirlos.
Deja a los parlamentarios, o quien haya sido elegido por voto ciudadano en cualquier cargo, en cuestionamiento sobre la autonomía para ejecutar su tarea, compromiso establecido constitucionalmente.
Resta competencia a su habilitación para ejercer la autoridad confiada por la ciudadanía.
¿Con qué independencia actúan frente a tantas actividades en que son tocados los intereses ciudadanos versus los empresariales?
La afirmación del líder de la CPC ratifica lo que señalé hace un par de columnas sobre el ciudadano huérfano, porque pareciera que por sobre los intereses de todos los chilenos se superponen los de los parlamentarios y los de los empresarios.
Nunca es posible extender un platillo para conseguir un óbolo y luego no tener que devolver la mano, si estamos enfrentados a tal situación. Ello configura una simbiosis de intereses entre parlamentarios y empresarios que participan de tal práctica.
Ha habido ya señales de estos enlaces de dineros empresariales derivados a parlamentarios al margen de la ley que regula el financiamiento de los partidos.
En ese contexto se situó la investigación que recayó en la diputada Isasi y/o su secretario sobre aportes espurios provenientes de una pesquera.
En la discusión de la Ley Pesca, en anterior proyecto, hubo parlamentarios que debieron inhabilitarse y no lo hicieron.
Se habla de concentrar los fondos de campaña en recursos públicos.
Exijamos entonces que sean campañas discretas, acordes con nuestra condición de país con múltiples necesidades sociales más importantes. ¿Para qué invertir recursos y atosigarnos con palomitas, promesas, slogans, franjas, sonrisas, besos de guaguas, paseos por la feria, banderas, puerta a puerta, si después nos enfrentamos a este desilusionante escenario?
Si, aquí, una vez más, está siendo conculcada la equidad, particularmente la de los más pobres, que nunca, a este paso, lograrán alcanzarla.
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