¿Qué institución caerá ahora bajo la Guillotina de la Clase Política?
Aquí lo respondemos
Re-edito una columna escrita para el Semanario “Tiempo”, medio que la publicó el 20 de marzo de 2014. El tiempo no la ha erosionado, porque ya en 2013 veníamos planteando la pérdida de confianza sobre la clase política. Este artículo que se titula “La Fagocitosis de la Clase Política” abordaba además un segundo tema que también estaba en desarrollo. Se relaciona con el Sistema de Alta Dirección Pública (ADP), como un ejemplo en cuanto que el discurso de autoridades, parlamentarios y políticos, así como la elaboración que hacen de las leyes registran doble estándard: el discurso hacia la ciudadanía y las “trampitas” que contienen algunas normativas para beneficiarse. Este artículo fue redactado en momentos que asumía el nuevo Gobierno y muchos quienes habían obtenido una posición bajo concurso salían de los cargos por el efecto de la “retroexcavadora” que todos los Gobiernos han aplicado para instalar a sus operadores.
Este texto además hoy registra plena vigencia a propósito de la flamante titularidad de cargo que la Presidenta concedió al director del Servicio de Impuestos Internos, quien participaba en el concurso ADP para lograr titularidad en un Servicio de plena relevancia e importancia en las circunstancias actuales. Este nombramiento ocurre en pleno torbellino de la crisis profunda que vive el país, en un momento en que el propio director del SII aparecía con boletas vinculadas a operadores que negociaban con Soquimich y tras él haber hecho afirmaciones que los políticos que están siendo revisados no serían llevados a tribunales. Posiblemente revisados los casos sea así, podría también aplicarse la prescripción. No lo sabemos, pero requerimos saberlo y no es aceptable que el Director del SII lo afirme previo a su propia investigación. Y además ¿quién investigará a este director que también debe dar explicación por boletas suyas cursadas que están en cuestionamiento?
La decisión adoptada desde La Moneda de confirmarlo en propiedad fue al menos temeraria y profundizó las sospechas de los nuevos esfuerzos de la clase política para que no trasciendan hacia la ciudadanía las irregularidades cometidas.
Los propósitos del Sistema de Alta Dirección Pública era atraer a profesionales altamente calificados para que ocupen cargos en servicios y desde allí contribuyan al avance del país, pero ese objetivo se diluye en lo planteado en la columna siguiente: el despido al asumir un nuevo Gobierno. Se incumple así el objetivo principal: evitar el reparto grosero que se hace de cargo por “afinidades” políticas, porque en este país la meritocracia no tiene cabida.
Y también cuando vemos que la decisión final corresponde igualmente al Presidente de la República ¿Qué sentido tiene concursar? Todos los bien calificados ya se habrán desincentivado de esta parodia de concurso. En este caso en particular el Gobierno se ha negado a a informar sobre la terna que la gobernante tuvo para designar al titular del SII , más aun cuando se le selecciona en medio de todos los cuestionamientos descritos.
Preguntábamos al final de este artículo cuál sería la próxima institucionalidad que sucumbiría por efecto de la guillotina política.
Hoy podríamos responder que es la democracia la que está bajo la guillotina de la casta política.
Y eso no les preocupa, sólo atinan a defenderse, escudarse y practicar el ocultismo.
Les invito a re-leer esta columna de marzo de 2014, lamentablemente de plena vigencia.
La Fagocitosis de la Clase Política
¿Qué profesional idóneo, apolítico y dispuesto a aportar su experiencia al aparato fiscal se atreverá a postular a cargos de Alta Dirección Pública, la denominada ADP, si la clase política la “desinstitucionalizó”?
Este fue el programa estrella con el que se dijo se pondría lápida al clíentelismo político. Y fue promocionado como una virtud de transparencia para atraer con prescindencia de su ideología a los mejores profesionales en cargos de alta relevancia en políticas públicas.
Pero a 11 años de la ADP sabemos que nunca hubo intención de poner la lápida al clientelismo. Por el contrario, trascurridos 2 gobiernos de alternancia, ambos conglomerados han tomado pala para enterrar la confianza en la institucionalidad de este sistema de selección.
No es primera vez que se socava la credibilidad ciudadana como consecuencia de la denodada pugna que Alianza y Concertación tienen por el poder.
Registro de Pobres y Censo- dos empadronamientos fundamentales en políticas públicas- sucumbieron en confianza a costa de la manipulación con fines políticos.
Y las propias colectividades y el Parlamento han incurrido en una suerte de autodestrucción por una serie de prácticas que han minado la confianza de la ciudadanía.
Es la fagocitosis a nivel político. Recordaré que fagocitar es la atracción de partículas por parte de células para digerirlas y hacerlas desaparecer. Expresado en su más cruda realidad, la clase política está fagocitando la confianza institucional, activo que prestigiaba al país como uno de los más serios en el continente.
Con la ADP prometieron para la Administración Pública seleccionar profesionales de elevada calificación bajo un proceso concursable y transparente.
Pero ¡Oh Sorpreeeeesa¡, la normativa que en su primer acápite declara efectivamente selección concursable, pública y transparente, deriva en cargos para funcionarios a quienes se le puede requerir la renuncia y con permanencia de 3 años y medio en sus funciones.
Mire que coincidencia: absolutamente ajustado para que cada Gobierno cuando llegue a La Moneda haga uso y abuso de las sillas musicales de esos puestos. Fue práctica del gobierno anterior y el actual ha declarado que está en su legítimo derecho pedir renuncia a funcionarios ADP. ¿Qué es eso sino clientelismo político?
Es el Gatopardismo puro: Aprobaron una institucionalidad con carátula de objetividad y transparencia pero hecha a la medida de la clase política, para continuar con la antigua práctica de usar el aparato fiscal en el pago de trabajos y lealtades políticas.
En estos engaños se explica el descontento ciudadano.
Pero no nos quejemos: optamos por lo que nos ofrece el Sistema Binominal: dos coaliciones poderosas, entronizadas en el poder y haciendo uso del país.
¿Cuál será la próxima institucionalidad que sucumbirá bajo la guillotina política?
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