Visitamos nuevamente España y lo hacemos en un par de semanas en que la naturaleza ha sacudido fuertemente a la Península.
Llegamos la noche del miércoles a Madrid, tras un periplo que incluyó Sevilla, Granada, Córdoba y que culminó en Marruecos, para completar de manera parcial las visión que pudiésemos alcanzar de la influencia morisca en España.
Tras algunos días fríos por todas esas ciudades, pero nunca tanto para una época invernal, la capital nos recibe y nos sorprende con elevadas temperaturas para esta estación. El jueves disfrutamos de 20 grados, un tanto irregulares, pues llegaron acompañados con algunas oleadas de frío, pero lejanos a las temperaturas que experimentamos el año pasado en esta misma fecha.
Pero decíamos también que la naturaleza está alterada y ha sacudido a este país.
El sismo del pasado lunes, cuyo epicentro fue la localidad de Ossa de Montiel en la Provincia de Albacete, se ha sumado al fuerte oleaje de hasta 10 metros de altura que ha azotado el sector cortero norte, y a las intensas nevazones que mantienen aisladas a pequeñas poblaciones que viven de la ganadería. Algunos animales no han resistido el rigor de las bajas temperaturas, pero algo que nos sorprende y genera envidia es la tranquilidad con que los pobladores asumen la situación.
Ellos decían que estaban preparados para subsistir en un ya prolongado aislamiento y también han podido alimentar a sus animales, porque están acostumbrados a este escenario año tras año. Como voy a hacer similitudes con Chile, diremos entonces que en cultura preventiva no nos parecemos en nada con España. Agregaban algo que suscita mayor envidia. Estaban agradecidos de tanta nieve, que frente a viviendas llegaban hasta los 3 metros de altura, porque eso les aseguraba un gran caudal para sus ríos. Eso, si recordamos la sequía que enfrentamos en Chile, especialmente en la Región IV donde resido y que ya se está extendiendo hasta el sur del país.
La política y la economía también están participando de este desajuste que está experimentando España. Al igual que en Chile, los políticos están iracundos, con descalificaciones que vienen de uno y otro sector, con epítetos fuertes, como acostumbran los españoles con su particular vehemencia. Y si a ello sumamos que 2015 es época de elecciones, con la renovación del Gobierno, el nerviosismo cunde y exacerba los ánimos.
Nada diferente de lo que ocurre en Chile.
El presidente de Gobierno- Mariano Rajoy- se adjudicó los titulares de prensa el pasado jueves al anunciar en su cuenta ante el Parlamento la creación de 3 millones de empleos, de continuar a la cabeza de la administración nacional.
¿Será posible tanta belleza en un país que ha elevado hasta por un 26% la tasa de desempleo, donde 1 de cada 4 jóvenes estuvo desempleado y que sólo en estos últimos meses ha mostrado una tendencia a la recuperación económica?
Ese compromiso Rajoy lo asumió en su cuenta ante el Parlamento en cuya presentación tuvo como contrapartida a su próximo contendor, el nuevo líder de la Oposición, Pedro Sánchez. Fue el inicio del actual gobernante en su campaña de re-elección, que tendrá como buen punto de partida este asomo del letargo en que España ha estado sumida por la crisis económica.
Pero la Oposición no lo cree e incansablemente descalifica al líder del PP, bajo el mismo esquema de lo que ocurre en Chile entre el Oficialismo y la Derecha.
La desocupación, particularmente en jóvenes sigue siendo la preocupación mayoritaria en la nación ibérica, donde las encuestas a la ciudadanía también aportan desde la Opinión Pública las mismas críticas que se realizan en Chile.
El último sondeo situó a la corrupción como la mayor preocupación y crítica ciudadana, seguida por la desocupación, la pobreza, la salud y la desigualdad, en una no sorprendente similitud con Chile.
2014 para España concluyó con 5,5 millones de parados, como este país denomina a sus desocupados, una cifra levemente inferior a la que Rajoy inició su mandato en 2012. Los niveles de desocupación durante su administración tuvieron su peak en 2013, cuando los cesantes llegaron a 6,3 millones de personas.
En este asomo de recuperación, el mayor logro que permite a Rajoy afirmar ayer ante el Parlamento que la nación “está saliendo de su pesadilla” es el creciente PIB que este año llegaría a un 2,4%, luego de recibirlo en tasas negativas. A su juicio, se ha iniciado una ola de recuperación y pidió al Parlamento y a la ciudadanía la continuidad de su mandato para avanzar en cifras azules.
No cabe duda que ésta será la bandera de lucha que levantará en su campaña por mantenerse en el Palacio de la Monclova por otro periodo.
Junto con esa increíble cifra de empleos que promete, el gobierno ha iniciado la implementación de mayores beneficios para ir en auxilio de los parados y sus familias, a través de fortalecer las asignaciones y bonificaciones, fundamentalmente para familias monoparentales, numerosas o que entre sus miembros esté un discapacitado, una preocupación encomiosa y tradicional en las políticas sociales de España.
Rajoy ha comprometido además reestructurar la deuda, uno de los talones de Aquiles durante su mandato, ya que ésta se ha elevado en porcentajes del PIB desde un 77,9% a un 97,6% y que según Rajoy explica por los esfuerzos realizados para reducir el déficit público.
Esta es la visión de un Rajoy optimista frente a estos años de oscurantismo económico que ha vivido la península hispano parlante.
Pero sus detractores y la Oposición no comparten esta visión: califican su mandato como un desastre ¿algo distinto a Chile? y le enrostran que el Gobierno ha disfrazado las cifras, que España sí debió ser rescatada por el Eurogrupo, que ha cundido la corrupción y que los empleos creados son precarios y ha aumentado la desigualdad.
Y si de similitudes con Chile se trata, la Oposición al actual régimen apunta a que el país debe mejorar la calidad en Educación, fortalecer la seguridad ciudadana y emprender Reformas Laborales.
En el ámbito de las Universidades hay preocupación en el mundo académico y estudiantil, aun cuando con disímiles enfoques, por el decreto que pretende disminuir los pregrados a 3 años (que no nos llegue por Chile esa iniciativa) y permitir la continuidad inmediata de otros 2 periodos para obtener un post grado, una fórmula que según el profesorado tiene como intención disminuir el número de académicos en los planteles públicos.
Esto sin que aun se profundice si realmente es lo pertinente en la formación de los futuros profesionales.
Es lo que ellos rechazan como la fórmula del 3+2 que los estudiantes reclaman como un intento de un mayor costo en su formación.
El jueves pasado, los jóvenes de la gran mayoría de las universidades salieron a las calles para protestar por esta decisión gubernamental que al parecer no fue con consulta al nivel de la academia.
Muy similar a lo que está ocurriendo con las universidades chilenas donde hay decisiones inconsultas sobre educación universitaria, en un año en que en Chile los presupuestos fiscales fueron rebajados de una forma encubierta, en que los planteles fiscales debimos compartir, inexplicablemente, la distribución de dineros fiscales, contradiciendo hasta la promesa del ministro del ramo para focalizar el gasto fiscal en sus propias universidades.
También en Chile hay descuido por la educación terciaria fiscal, donde efectivamente se concentra el interés por la calidad, el desarrollo de la Investigación, el Conocimiento Aplicado, la Innovación y la Vinculación con el Medio.
Ello en contradicción a las políticas que se proclaman de mejorar la Educación Pública, una de las cuales es la terciaria, de donde tradicionalmente han emanado profesionales, líderes, investigadores y científicos que constituyen el principal activo del país, de gran importancia para el presente y futuro.
Y precisamos entonces expresar que cuando se registra el descuido por el desarrollo de esas fortalezas en las universidades públicas estamos siendo desprolijos con el presente y futuro de la Nación. Eso, aunque lo reiteremos tan seguidamente.
En este viaje, nos hemos re-encontrado con la España tradicional, la que mantiene constante preocupación por su identidad y su patrimonio cultural, que preserva de manera admirable, a pesar de su crisis.
Y es también la España que es muy cálida en la atención del visitante, de ciudadanos siempre dispuestos a colaborar en las consultas, inquietudes y resolver el problema a quiénes están de tránsito.
Pero también están estos segundos aspectos: una crisis, cuya desarticulación aun no se consolida, con ciudadanos sin empleos y también en las descalificaciones y enfrentamientos entre la clase política, así como sus asomos a prácticas cuestionadas que han levantado la sospecha de corrupción, lo que resulta lamentable tanto en Chile como en España y en cualquier parte del mundo.
Es la rápida visión que he asimilado en estos 2 días en Madrid, porque es en las capitales, en todas partes del mundo, donde se toma el pulso a un país.
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