“El Código Enigma”: el Genio y la Idiotez de la Humanidad
Si nos remitimos a su historia y tragedia íntima tendríamos que concluir que el genio de la matemática Alan Turing vino al mundo en una época equivocada, pero si validamos su enorme contribución al mundo contemporáneo y al de sus décadas, todos deberíamos agradecer su existencia en esos años oscuros que trascurrieron en la II Guerra Mundial, cuando los europeos enfrentaban, con escasa diferencia de años, una segunda conflagración internacional, dominaba el avance bélico alemán y con éste el nazismo como una ideología que pudo imponerse en otros países. Haber contribuido a desviar el curso de la Historia tiene un mérito enorme y Touring lo desempeñó en la sombra, calladamente, sin aspiraciones, ni frívolas ni del poder, sino de la mano de su gran pasión: la matemática. Hasta ahí podríamos concluir que cumplió el rol que le otorgó la historia y tuvo la satisfacción del objetivo cumplido, que es grandioso para quienes sienten pasión por su oficio.
Todos los acontecimientos que sobrevinieron en su historia íntima, lamentablemente, le llevaron al suicidio, según las más insistentes versiones.
Pero convengamos que su trágico fin a temprana edad se sitúa en un delito de lesa humanidad, aun cuando nadie pulsó ni un gatillo ni otra arma para atentar con su vida. A este científico le mató la estupidez humana, que ha estado presente a lo largo de la Historia cometiendo estos magnicidios, al despojarle de su dignidad y avasallar con su intelecto de tanto beneficio para el mundo entero.
Esta es la lectura que debemos hacer de la excelente producción hoy en cartelera “El Código Enigma” (The Imitation Game) con este pasaje en la vida del notable matemático británico Alan Touring.
Este científico jugó un papel preponderante al descifrar el Código Enigma, máquina codificadora usada por los alemanes para comunicar los ataques en determinados puntos geográficos en contra de los aliados y que asolaron masivamente la vida de inocentes en la II Guerra Mundial.
En ese encuadre de su biografía se sitúa el filme candidato a 8 Oscar, entre estos a la Mejor Película y Mejor Actor.
El relato describe los trabajos que le condujeron a la creación de la máquina decodificadora de los mensajes germanos, su lucha por convencer a aquéllos que desde su mando le presentaron gran oposición a su proyecto y la culminación de este prototipo que permitió acceder a la estrategia alemana y anticiparse a los ataques nazis.
La estimación es que la contribución de este genio como científico preponderante en los equipos de inteligencia británicos salvaron a lo menos 14 millones de vida y abreviaron en 2 años la duración del conflicto que dejó destruida a Europa con todas las secuelas que derivaron. Esa es su contribución en la Historia y que se complementa con sus grandes aportes en la Investigación y la Ciencia.
Hasta allí los elementos amables del film, porque el resto del relato se remite a la tragedia íntima de Turing, uno de cuyos grandes desafíos que le acosó desde su infancia fue el lidiar con la sociedad, que suele tratar con impiedad a los diferentes, a aquellos que no se someten al comportamiento masivo, una característica muy propia de los genios y talentosos.
Uno de los valores, que está manejado por el director del filme de forma muy sutil, y que posiblemente pase desapercibido para el público, son precisamente los códigos y la lógica con que se manejan los genios y que les lleva a sufrir el desdén, rechazo de la sociedad, además del bullying y hostigamiento laboral.
Huraño, complejo, Turing respondía según su propia lógica y a partir de ésta le resultó difícil, desde niño, compartir y ser aceptado por el resto.
No obstante, y ese es el mérito de la lógica distinta de los genios, esa misma lógica le ayudó a resolver el dilema de los Aliados al imponer su tesis que una máquina como Enigma, simplemente debía resolverse en el mismo nivel: con otra máquina, algo impensado en los albores de los 40, cuando aún no sobrevenía el avasallamiento de las máquinas y ordenadores al servicio de la Humanidad. Por eso, con toda propiedad, Turing está considerado uno de los precursores de la computación: en sus manos estuvo la confección del primer arquetipo que condujo hasta los mínimos modelos que hoy nos facilitan la vida.
La cinta retrata su obsesión y resolución por lograr dar vida a este proyecto que en definitiva, decíamos, para la ciencia supone la antesala de los computadores, de la cibernética y la inteligencia artificial.
“Código Enigma” tiene el gran mérito de describir este pasaje crucial para la Humanidad, tanto que significó la derrota de los nazis y posibilitar el triunfo de los ejércitos aliados, entre ellos el desembarco en Normandía, que marcaría el inicio del fin de esta conflagración.
La lógica de Turing- ese es el relato que hace el film- le llevó también a tener que adoptar decisiones dramáticas que convirtieron al equipo que manejaba este matemático en verdaderos dioses debiendo resolver qué mensajes comunicar y cuales obviar a fin de impedir que los alemanes lograran captar que Enigma había sido derrotada y continuara en funciones. Resolver esto debe haber sido un dilema complejo, pues significó llevar al sacrificio a gran parte de las tropas y de civiles. Con esa “culpa” debió cargar el equipo que estaba liderado por Touring y fue uno de los tantos dramas del conflicto.
En el ángulo más íntimo, la película da cuenta del drama personal de este genio, condenado en una época en que ser homosexual era un delito, que culminó con su suicidio en 1954, a la prematura edad de 41 años, privando al mundo de una contribución mayor en el área de la naciente computación, al cual se había volcado desde su talento en la matemática. El aportó estudios, programas y proyectos de enorme valor en estos ordenadores y programadores que han transformado a las siguientes generaciones que se han beneficiado en el uso de las máquinas.
Turing- desde su especial lógica- no se defendió de las imputaciones que se le hicieron y debió resolver entre ir a prisión o someterse a terapia hormonal que diezmó su físico: una verdadera destrucción de un genio, al cual tanto se le debía.
La hipótesis que se presenta en la cinta es que este científico optó por esta condena para no abandonar sus proyectos de un trabajo que le apasionó y del cual ha profitado el mundo. La cinta plantea muy sutilmente que el tratamiento diezmó su capacidad en este trabajo que era su pasión y terminó por adoptar la trágica decisión de quitarse la vida.
Podrá constituir una justificación que en 1952, cuando Turing fue procesado, se desconocía su protagonismo en los equipos de Inteligencia británica, porque todo el trabajo desarrollado fue sólo desclasificado en la década siguiente.
Pero habría que preguntarse ¿Y en qué limbo estaban los líderes mundiales y estrategas castrenses que sí sabían del trabajo desplegado por Turing? La información que se presenta al final del filme comete un desaguisado más al señalar que el matemático fue “perdonado” por la Reina Isabel. ¿Y de qué tendría que haberlo perdonado? Probablemente es una traducción incorrecta y lo que las informaciones señalan es que el genio recibió el indulto en razón de sus enormes méritos. Tampoco nos parece. En 2009, forzado por movilizaciones públicas, es que el Primer Ministro de la época se vio forzado a pedir disculpas por la injusticia cometida. Así, con flema británica, forzado por el público.
Y el “indulto” real que sobrevino recién en 2013 (vaya que lo pensaron) debió haber sido una disculpa desde el convencimiento del magnicidio cometido, porque hay formas y formas de cometer un magnicidio. Si la reina, en medio del ridículo boato que le rodea, leyó con un muy acento british el decreto correspondiente, suena más a insulto que reconocimiento del atentado cometido contra el científico.
En La Serena, esta cinta ha recibido poca respuesta de público, y lo cierto que merece mucho más que las dos funciones diarias que se ofrecen, así como una mayor concurrencia de público.
Es curioso lo que está pasando con los filmes candidatos al Oscar: no logran levantar público. Ha ocurrido lo mismo con “Birdman”, un filme que ví en Santiago y que ya comentaré.
Lo mismo ha sucedido con la crítica especializada: los postulantes a Oscar no han recibido reconocimiento o los buenos críticos se fueron de vacaciones. “El Código Enigma” es calificada con bajas estrellas. Yo creo que ya la crítica está demasiada influida por la parafernalia de efectos especiales y películas masivas que más tienen de tecnología que de buenas actuaciones, guiones y dirección. No reconocer en “El Código Enigma” los méritos con que se presenta el relato es ser un crítico muy superficial.
Sobre “Código Enigma” uno de estos “críticos” lamentaba que la realización no hiciera más explícita la homosexualidad de Turing ¿Qué pretenderá este “crítico”, que la vida de este genio compita con las sombras de Grey? ¡Por favor! El drama de este héroe intelectual merece algo más que llevarle al nivel de productos chatarros.
En estos últimos años, Turing está recibiendo los homenajes y el reconocimiento del mundo académico y de las nuevas generaciones de científicos. Hay un Premio Turing- equivalente al Nobel- para aquellos investigadores que contribuyen al desarrollo de la computación.
Esta cinta- independiente de los galardones que se lleve- tiene el mérito de situar en su debido contexto la historia del matemático y el contrapunto con la idiotez de los líderes mundiales.
Es el mérito del buen cine, capaz de promover masivamente estas historias, que contadas con la sutileza que muestra aquí la mano del director y el guionista, hace justicia a través del mundo a un genio en contrapunto con una de las tantas idioteces que nos muestra la historia de la humanidad.
Todo resultará poco para resarcir la injusticia y el pecado social cometido con este talento, quien se sumó a tantos otros grandes hombres que fueron víctimas de la estupidez humana: Juana de Arco, Sócrates, Galileo Galilei, víctima de la Inquisición; Víctor Jara, Abraham Lincolm, Julio César; Martin Luther King y Malcolm X, etc, etc, etc.
Los dos últimos mencionados hacen el contrapunto de dos líderes que de trincheras que están en las antípodas, hicieron su reivindicación de la raza de color, esta última como gran representante de la idiotez y pequeñez del hombre en avasallamientos masivos, históricos y repetitivos, hasta nuestros días.
El protagonista de “Código Enigma”
Benedict Cumberbatch es un actor de elite. Por curiosa coincidencia no es primera vez que cumple el rol de notable científico: acaba de aparecer en la difundida producción de la BBC a través de Film & Arts en el rol de Stephen Hawking, que cumple con grandiosidad.
Para mayor abundancia de coincidencia, competirá ahora en los Oscar con la película que llevó al celuloide la vida de este físico “La Teoría del Todo” (que lamentablemente perderé de ver por razones personales).
Interesante será este duelo y no me cabe la menor duda y aquí nuevamente realzamos el papel de la cinematografía de llevar a la masividad a los grandes héroes que están detrás de la ciencia y la investigación y cuya trayectoria poco se conoce.
Cumberbatch mismo manifestó con humildad su total ignorancia frente a la vida de Touring y como no, si siempre los países colocan debajo de la alfombra sus delitos de lesa humanidad. En esta ocasión, el séptimo arte se encargó de despercudirlo.
Este actor ha tenido notables representaciones: ya estuvo el año pasado cerca del Oscar aun cuando no fue candidato, en uno de los roles de la cinta ganadora “12 Años de Esclavitud” que también comentamos en estas páginas.
Y fue para él un año redondo porque para la BBC representó el rol de Ricardo III en la obra shakespeariana que difundió Film & Arts en el masivo homenaje que rindió al dramaturgo en sus 400 años.
Cumberbatch reúne notables roles, si gana el Oscar de la temporada será el corolario de una brillante trayectoria en el cine, la televisión y el teatro.
Y constituiría un merecido homenaje al científico que representa.
Votamos por “El Código Enigma” aun cuando se nos quedará en el tintero una gran cantidad de propuestas postulantes a la estatuilla y que no podremos anticipar.
Estimada Susana,
Tanto tiempo!!
Uf, el trabajo durante el 2014 realmente me sobrepasó.
Pero aquí estoy: preparándome para los Oscar, así que me acordé de tu blog y tus siempre analíticos comentarios, aunque discrepe a veces de ellos.
Solo puedo opinar del Código Engima, pues es la única que he ido a ver.
Si hubiera leído tu comentario, al salir del cine, lo hubiera compartido en un 100%. La película, saliendo del cine, me gustó muchísimo. Y la actuación de Cumberbatch, soberbia. Lo único que me molestó un poco fue la presencia de la actriz principal. La encontré totalmente innecesaria.
Pero, bueno, quedé tan impresionado por la historia de Alan Turing, y encontré en como cita recurrente una crítica efectuada en un portal del libros de Nueva York, hecha por un seguidor (o más bien estudioso) de Turing de toda la vida. El título de la crítica era: “Una pobre imitación de Alan Turing”.
Te dejo el link:
http://www.nybooks.com/blogs/nyrblog/2014/dec/19/poor-imitation-alan-turing/
Te podría colocar algunas ideas, pero la verdad es que sería apropiarme de lo que este crítico pensó y expresó. Y no me gusta hacer eso.
Si la lees, puede que cambies un poco la opinión. Solo un poco. Para mí sigue siendo una buena película. Pero ya no una gran película, como pensé al comienzo.
Un abrazo.
Rodrigo Hananías.
¡Hola Rodrigo!
Qué agrado saber de tí. Sí, comparto contigo las apreciaciones sobre “El Código….”. Voy viajando y cuando tenga a mano una mejor conexión, leeré el comentario que me señalas. Me imagino que por el título, el autor de ese análisis no comparte el perfil que dio la realización sobre el matemático. Siempre sucede eso con casos de la vida real. Pero imagino que en el caso de Turing, todo lo que se pueda expresar sobre su historia debe quedar disminuido frente a la realidad, por la profundidad de su drama y de la injusticia que se cometió. El cine tiene el beneficio de la masividad, que llegue a público que ignora o no quiere ver las injusticias que se cometen, y aproximarse a acciones de personas que entregaron valiosos servicios, como Turing que pudo haber observado el conflicto desde la comodidad de su cátedra y de sus investigaciones. Si es buena o no la realización,creo que debiera haber una premio a la difusión de este héroe intelectual.
TE recomiendo “Relatos Salvaje” : humor y catarsis del ciudadano medio.
Un abrazo.