Bajo el “paragua” titulado “Las Encrucijadas del Siglo XXI”, se inicia mañana en el Ex Congreso Nacional la IV Versión del Congreso del Futuro que organiza la Comisión Ad Hoc del Senado y que significará una explosión de científicos, futurólogos y los más variados especialistas aportando su mirada a lo que el mundo de hoy está construyendo para el mañana.
Y desde esta última perspectiva me parece interesante el término seleccionado: encrucijada.
Porque vaya que tenemos varias: a nivel mundial, regional, nacional y local.
El encuentro se desarrollará en 4 intensas jornadas hasta el sábado 17, con entrada liberada, pero limitada, de la cual podrán disfrutar los santiaguinos.
Pero desde regiones podremos seguirlo vía streaming y en el Senado.cl
Recomiendo este Ciclo porque los expositores nacionales y extranjeros son de primer nivel. No pude contarlos, de acuerdo a como está diseñado el programa en la página del Senado, pero valoramos que ese mismo diseño permite saber el horario de cada una de las presentaciones.
Me atrevería a decir que es una cincuenta de conferencias, de las cuales personalmente haré el filtro de los ex Presidentes, Mandataria, Ministros y hasta alcaldesa; ya los escucho durante todo el año, con eso es suficiente y me interesa la visión académica de altos especialistas como el ingeniero nuclear Francesco Starace; el genetista molecular Charles Zucker; el científico Juan Asenjo y también estará presente Juan Larraín, Dr. en Ciencias Biológicas.
Enumeraría a muchos, todos interesantes, y sólo menciono dos que no los pierdo : el economista francés especialista en Economía de la Desigualdad, Thomas Piketty, y Jeremy Rifkin, sociólogo, economista y activista estadounidense (¿qué podrá decir esa mezcla?).
Rifkin abre mañana los fuegos en la mirada académica, tras los discursos de rigor para la foto y la cuña mediática.
De momento, anticipo una columna que se sustentó en una exposición ofrecida en la II versión de este Congreso, tradicional ya en los veranos santiaguinos. ¿Por qué no llevarlo a regiones?, pregunto ¿Por qué todo debe desembocar en la Metrópolis, con 34º y no con el arrullo de la suavidad de una brisa marina, cuando las vacaciones están que arden en regiones?
Vamos a la columna, que la publico porque no ha perdido vigencia, inspirada en la exposición de Pablo Valenzuela en verano de 2013.
UN MUNDO SIN DISCRIMINACIÓN
En medio del tórrido verano de Santiago, la Comisión Parlamentaria Desafíos del Futuro desarrolló el II Congreso del Futuro.
Sus cuatro macrotemas fueron “Los Lamentos de la Tierra” “Laboratorio de la Vida”, “La Metamorfosis de la Civilización” y “De Humanos y Números”, a partir de los cuales una cincuentena de especialistas de alto nivel expuso sus enfoques. Personalidades entre los expositores: El Premio Nobel de Física 2011, Brian Schmidt, y Baltasar Garzón.
En definitiva, el mundo desarrollado vino a mostrar en qué etapa están ellos y a donde nosotros podríamos llegar. Interesante.
Entre tanto tema, me quedo con la presentación de un chileno, Pablo Valenzuela, Premio Nacional de Ciencias Aplicadas, creador de la Fundación Ciencia para la Vida.
Una exposición notable, por su simpleza y brevedad. Ojalá todos los expositores le imitaran: ahorraríamos tiempo en escuchar y en dilucidar qué quisieron decir.
El investigador se refirió a las aplicaciones científicas en la Medicina del Futuro. En genética indicó que los avances se sustentan en que todos los seres vivos tenemos el mismo sistema operativo para almacenar, expresar y transferir la información genética.
Es decir, nos igualamos en lo más vital que genera este mundo armónico, y es posible el intercambio de información; es el mundo sin discriminación, con una igualdad colaborativa, al servicio del hombre, lejana a lo que nos diferencia entre feos y hermosos, ricos y pobres, caucásicos y morenos, hombre y animales menores y una infinidad de otros patrones discriminatorios.
Notable fue también su analogía sobre biología e informática, al señalar que el organismo multicelular es una red computacional; la célula un computador; el ADN un disco duro; el gen un programa; los vectores de transferencia un pendrive y los virus biológicos son virus informáticos. Expresado así, ¿Quién no lo entiende?
A partir- dijo- de esta igualdad en el sistema operativo, pudo elaborarse la vacuna contra la hepatitis B al transferir el virus en la levadura y aislar el programa específico.
Señaló algo para pensar sobre qué es vida: la diferenciación de células embrionarias a células humanas requiere que se apaguen al menos 24 programas genéticos.
Desde ahí entroncó con las grandes proyecciones de la medicina regenerativa, como la cura del cáncer.
Siendo una enfermedad del disco duro, expresó,requerirá de una terapia genética para repararlo; o una terapia celular con células madres normales, esto sería el remplazo del computador por otro con disco duro normal; o bien el refuerzo de ese disco con células del sistema inmune. Esta última alternativa ya se aplica en la cura de la leucemia.
En la prevención del cáncer también interviene la genética, con un diagnóstico precoz por análisis del genoma y predicción del riesgo. Hoy se ha logrado realizar una secuencia parcial y a futuro se apunta a una secuencia total del genoma.
La ciencia está llegando muy lejos en el manejo de enfermedades. Lo importante será tener claro cuales son los límites y cómo dejar estos avances al servicio de todos, sin discriminación.
Porque lo más complejo en la aplicación de estos adelantos son precisamente los elevados costos en tratamientos que los dejan al alcance sólo de grupos con grandes recursos.
Y por consiguiente se produce la paradoja que lo que la naturaleza otorga sin discriminación, el hombre lo revierte al viejo dilema de la más odiosa exclusión: la del dinero.
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