“Matar a un Hombre” sería nuestra carta de apuesta para el Oscar a la mejor Película Extranjera 2015. Confieso que tengo mis dudas y admito que no me convenció. Lo expreso a riesgo de equivocarme. En buena hora si fallo, ya que después de tantos intentos, no hemos logrado acercarnos a la estatuilla dorada. En esos empeños, citemos “Violeta se fue a los Cielos” de Andrés Wood; “Gloria”, una de las más premiadas en los circuitos cinematográficos; “No”, el filme de Matías Bize. Este último murió en su intento, al ser derrotado por la francesa “Amour”, una producción espectacular, imbatible en dirección, actuación y el dramático tema que plantea. Imposible competir con el reencuentro en pantalla de Emmanuelle Riva y Jean Louis Trintignant.
“Matar un Hombre” trata precisamente esa dramática decisión, la de resolver eliminar a un tercero cuando no está en los código del protagonista solucionar un conflicto con esa resolución límite.
También tiene el mensaje social de una modesta familia que se estrella con una justicia fría y burocrática. Y como no, si es un relato sustentado en un hecho real. Pero mayormente valoro que esta película nos interne en un barrio donde no entraríamos y donde muchos chilenos viven el trago amargo del día a día de un escenario violento, agresivo y también olvidado y apartado del Chile exitoso. Me recordó “Caluga o Menta”, (1990) el filme de Gonzalo Justiniano que nos llevó a un agreste paisaje de barrio marginal, donde la canícula, los pobladores la enfrentan fuera de sus hacinadas viviendas y de cara al sol, sudando en un desvencijado sofá. Eran los años en que Chile no vivía aún la escalada de violencia que retratamos en nuestro artículo “La Ley de la Calle” (ir a http://agendalternativa.cl/la-ley/)
Pero mi problema con “Matar un Hombre” es que tratándose de un melodrama, la producción no es coherente con esa línea. Un drama debe expresarse con intensidad ¿qué drama no guarda intensidad? Y en esta propuesta me faltaron los primeros planos, la actuación vehemente, la cámara penetrante y el relato apasionado.
Es curioso, con la distancia entre ambas producciones, me quedo con la inolvidable puesta cinematográfica de Miguel Littin “El Chacal de Nahueltoro” (1969), a pesar que esta última data de los años en que el cine chileno intentaba levantar cabeza, con una mayor limitante en patrocinios y recursos técnicos.
Y hasta ahí mi crítica porque el cine nacional no cuenta aún con megapresupuestos que les permita mayores despliegues escénicos y de factura. Podría ser esa la explicación para la observación que planteo de “Matar un Hombre”.
Porque, con todo, nuestro compromiso nacional debiera ser premiar el cine propio. Admito que no me inscribo con las producciones críollas comerciales, juguetonas y que apuestan al facilismo. Pero estas propuestas y este esfuerzo por aportar a la cinematografía nacional debiera mostrar en los circuitos de exhibición una asistencia hasta mayor que algunas películas ramplonas hollywoodenses, algunas de las cuales hemos comentado en estas páginas, y que logran atraer gran cantidad de asistentes devoradores de cabritas saltarinas.
La función a que asistí en una sala santiaguina para ver este filme sumábamos 5 personas. Es cierto, se trataba de un horario atípico y en algún estadio capitalino se disputaba el clásico del Colo con la “U” (ja,ja). De esta forma prefiero explicarme la bajísima concurrencia. Mi recomendación es concurrir a verla.
En La Serena, esta producción chilena que además nos enfrenta en la pantalla grande a lo que significa vivir y convivir en una población marginal, se exhibe en el Cine Centenario hasta el 1 de Noviembre.
Aplaudamos a la Familia Cuturrufo por los esfuerzos para elevar el tono cultural en esta ciudad.
Y deseemos muy buena suerte a “Matar un Hombre” en su carta de presentación por salas extranjeras, donde seguramente recibirá algunos galardones. Buen tourneé.
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