Me dejé atrapar para ver “Lucy” por la filmografía del director- el francés Luc Besson- y porque se trataba de una producción europea en la cartelera de la cadena serenense ¡esa sí que era una novedad en el cine donde domina gringolandia¡
Finalmente resultó que esta cinta, la más parafernálica de Besson, se sitúa absolutamente en la línea del monopólico holding serenense: pletórica de efectos especiales, acción y relato de acontecimientos que sólo suceden en el cine. “Lucy” es Besson entregado, rendido y postrado ante la comercialización cinematográfica.
Pero para ser justa, también es posible encontrar en “Lucy”, elementos que configuran el perfil de su director: su visión apocalíptica de la evolución en la civilización y sus nunca bien elaborados mensajes sobre el tema.
Agreguemos que con esta película, Besson completa una trilogía dedicada a la mujer. Pero no a cualquier mujer, sino a aquella poderosa, que se alza contra la injusticia, ya sea por sus propias circunstancias (“Nikita”); por la época que le correspondió vivir (“Juana de Arco”) o porque estaba en el lugar menos apropiado y con la amistad más inconveniente (“Lucy”).
Las tres películas muestran varios denominadores comunes en la producción de Besson y su visión femenina: llevan el nombre de sus protagonistas y no podía sino ser así, porque ellas dominan la cinta y todo el resto de los personajes serán incidentales. Las 3 actrices con una fisonomía muy similar, particularmente Mila Jovovich , como la Doncella de Orleans, y Scarlett Johansson en su rol de Lucy. Las tres van haciendo justicia, pero dejando tras su paso, destrucción, dolor y muerte. Juana de Arco y Lucy se inmolan, una en bien de su país y la segunda, por aportar a la humanidad, se concluye del argumento hiperventilado de Besson.
La diferencia, es que en la Doncella de Orleans, es lo que cuenta la historia o lo que ha transcendido. En “Lucy” es pura fantasía de una mujer que adquirió un supercerebro y morirá al llegar al 100% de su potencial.
¿Cómo le sucedió aquello? mediante una poderosísima droga introducida en su cuerpo para que la transportara al mercado europeo desde Taiwán.
Ella es buena, inocente, pero los malulos, que por cierto son asiáticos (nos salvamos esta vez los latinoamericanos) tratan con extrema crueldad a sus “mulas” (personas transportando drogas en sus cuerpos).
Este potencial de su cerebro adquirido accidentalmente le permite las acciones más inimaginables e irrealizables y es la excusa para que Besson use a su antojo y destajo los efectos especiales. Y el escaso tiempo que la protagonista sabe que le resta, será el otro pretexto para una acción a toda velocidad. Allí, este director se sitúa en las márgenes de lo que hoy atrae a la audiencia masiva: acción y más acción, aunque ésta sea inverosímil.
Porque al cine se concurre a entretenerse y a comer cabritas. Las escenas finales son las más absurdas: Lucy, junto con perseguir a sus verdugos y dar cuenta de ellos, con una matanza y chorreo de sangre en abundancia, participa de una carrera vertiginosa para entregar a un grupo de connotados científicos liderados por Morgan Freeman, el conocimiento acumulado en su cerebro que Freeman recibe….en un pendrive que entrega un imaginario brazo de la computadora, porque Lucy ya ha desaparecido. ¿Será que Bensson se puso chistoso?
Siempre he dicho que no me gusta contar el argumento, pero este relato tiene como objetivo retratar la amplia imaginación de Besson quien también es el guionista, y no peco de nada, porque si gusta de ver escenas fantasiosas, este relato carece de toda indiscreción, ya que hay que verlo acompañado de todos los efectos especiales que bombardean al espectador.
No me queda claro, si Besson, en su fallido mensaje de humanidad, plantea que hay que buscar y consumir esta valiosa droga para que el ser humano desarrolle todo su potencial intelectual. Eso estaría en la línea de la permisidad que hoy se argumenta para consumir y licenciar algunas drogas.
Como ve, todo eso explica que “Lucy” esté en la cartelera serenense de esta semana y se mantendrá en la programación tanto como sus otras ofertas, si su público fiel amante de la fantasía plena lo decide premiándolo con su asistencia.
Tan débil cartelera responde a las delicias del monopolio porque en eso se apoyan estas salas que apuestan a la escasa cultura cinematográfica. Hemos visto en este holding una escasísima permanencia y en rarísimas oportunidades un mejor cine. Y hay que decirlo, también porque el público no responde y ya se acostumbró a bazofias o propuestas livianísimas que a veces vale bien la pena verlas, para quedar aturdido por el cine elaborado hoy en un PC y saber hacia donde va la cinematografía del futuro.”Lucy” se inscribe en esta línea.
Retornando a la cinta, rescatamos la actuación de la Johansson. Besson escogió muy bien a esta actriz para interpretar a Lucy, porque ella es soberbia para dar en el tono a su personaje. Es tan eficaz su versatilidad, que no es posible identificarla ni siquiera en su fisonomía en los diversos papeles que ha interpretado.
La hemos visto en “El Hombre que Susurraba a los Caballos”, rol con el cual, guíada por Robert Redford como director, consiguió sus primeras premiaciones; en “Match Point” ya comenzó a emerger como una musa de directores, ya que Allen la eligió para completar su propia trilogía con la Johansson y que completan “Scoop” y “Vicky Cristina Barcelona”.
En “La Otra Bolena” interpreta a la postergada pero criteriosa hermana de Ana Bolena, María, y la relación de ambas con Eduardo VIII de Inglaterra. Allí la vemos protagonizando el rol de la sumisa amante en rivalidad con su hermana, a pesar que hay versiones históricas que señalan de María Bolena un perfil absolutamente diferente. Esta cinta, aunque alteraría absolutamente lo que relata la historia, tiene el valor de retratar las intrigas de palacio para llegar a relacionarse y mantener los favores de un soberano anodino y fatuo.
De la Johansson se puede decir que su edad (30), su impecable trayectoria y su filmografía extensísima, dan cuenta de una actriz de gran disciplina, oficio y entrega en su trabajo.
El personaje de Lucy- intenso y violento- opaca al resto de los personajes, incluido a su compañero Morgan Freeman. Ayuda indudablemente la dirección y los efectos especiales que complementan el trabajo de la actriz.
Digamos por último que el nombre “Lucy” no es aleatorio. Besson lo extrajo del nombre del esqueleto fosilizado reconstruido de mayor antigüedad que siendo femenino, recibió ese nombre.
Si le atraen los fuegos artificiales de efectos especiales cinematográficos, si está dispuesto a tragarse un argumento que cae en lo absurdo de lo imposible, si no le importan los gatos por liebres, y en este caso, un film netamente americano rodado en calles parisinas y si disfruta con la versatilidad de la Johansson, le recomendamos en esas circunstancias ver a “Lucy”.
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