Un Paseo Lunar por San Pedro de Atacama: Imperdible

San Pedro de AtacamaLa semana próxima se cumplirá  un año desde que visité por primera vez San Pedro de Atacama.

Fue  un viaje de variadas satisfacciones. Primeramente porque  se trató  de un  regalo sorpresa y quien lo obsequió me pidió no informarme del destino hasta llegar al aeropuerto. Me pareció  un gesto de gran afecto y lo acaté aunque  con un click pude averiguarlo anticipadamente. Eso es posible hoy, la tecnología se ha encargado de derribar muchas barreras, incluida la  del secretismo. Eso es bueno y malo, pero si todos actuáramos con respeto, sería siempre más ventajoso que nocivo.

San Pedro de Atacama nos recibió en una gélida noche, con sus calles solitarias, debido al extremo frío, pero muy iluminadas por  una enorme luna.

Es lo que más impacta al aproximarse a  esta localidad tan auténtica de nuestros orígenes. El cielo se observa muy cercano, muy nítido y muy poblado de estrellas.

Por esa sola vista, vale ya la pena llegar hasta San Pedro de Atacama y  por tanto, recomiendo programarse para arribar de noche, porque quedará  latente esa característica tan propia de este poblado.

El intenso frío se debe al clima desértico con temperaturas invernales que en el día pueden sobrepasar los 22 grados  pero que en la noche llegan hasta los 4 grados y menos. Esa noche,  se registraba un frío extremo, de aquellos que recogen.

Todo lo cálido de este asentamiento en la jornada nocturna ocurre al interior de  la gran variedad de restaurantes y bares que para todos los gustos y bolsillos  reciben al visitante, y otorgan el ambiente para conversar distendidamente hasta avanzadas horas de la noche.

Aun en pleno invierno,  la localidad está pletórica de turistas, que se expresan en  todos los idiomas, pues este  nortino poblado atrae mucho a  europeos y estadounidenses.

Y no se equivocan, porque en definitiva optan por lo genuino de un país. San Pedro de Atacama, junto a Isla de Pascua, debe inscribirse en uno de los lugares más auténticos de Chile, uno de los menos intervenidos. Probablemente habría que integrar en esta nómina a  Isla Juan Fernández, que no he visitado.

Es el disfrute de visitar pequeñas localidades, siempre menos  alteradas por lo foráneo.

No obstante que en San Pedro de Atacama se observan discretas intervenciones por el giro turístico que se ha desarrollado en las últimas décadas,  las construcciones mantienen  la textura y el color propio del desierto. Se agradece que  aquí no se incorpore  el modernismo y que la presencia mayoritaria sea la gentil que brinda el atacameño, con su oferta de artesanía en lana, piedra, metal y greda fundamentalmente.

Que el atacameño es un pueblo pacífico,  efectivamente lo es. Aun cuando mantiene sus costumbres,  convive con mucha naturalidad con los foráneos. Este es un pueblo aborigen, propio de la cultura andina asentada en el macizo nortino que atraviesa Chile, Bolivia, Perú y Ecuador.

Pero mi impresión es que ellos se sienten tan atacameños, como andinos y chilenos. Han  sabido mantener su cultura, incorporarse a su entorno e interactuar con el resto.

En  la oferta turística y comercial de este poblado de unos 3.000 habitantes coexisten perfectamente los atacameños, chilenos y foráneos que se  han establecido como pequeños comerciantes.

Visitamos el Valle de la Luna. Este es un paisaje magnífico y soberbio, muy representativo del desierto atacameño, y muy apropiado para efectuar una prolongada caminata con zapatillas de buen agarre y parka contenedora de la furia eólica. Por los vericuetos de ese suelo dunoso va la huella del viento desértico que en sus volutas caprichosas ha formado este  valle lunar admirado por visitantes de todo el mundo. Antojadizas y espontáneas esculturas van formando los remolinos de vientos. Allí se mezcla la arena desértica con el suelo salino, vestigio de  la Cordillera de la Sal.

Le llaman Valle de la Luna porque es similar al satélite…será, no he pisado la Luna y seguramente no lo haré, pero, como sea,  me limito a disfrutar de este paisaje monocromático que tiene sólo las tonalidades que  las que le otorga su naturaleza desértica, la posición del sol y los cristalinos elementos salinos que guarda como depósitos.

Así, hicimos  nuestro “paseo lunar” que en una de esas es de mayor goce y belleza que el de nuestra luna.

En el retorno a San Pedro de Atacama, por cierto que hay que aguardar el atardecer en los escarpados espacios que nos enfrentarán a la puesta de sol y observar cómo la iluminación del astro va otorgando distintas  tonalidades a la cordillera que nos rodea. Constituye un placer espectacular que luego lo rubrica  la visita a un parque de parinas que es posible observar a distancia,  en respeto a la protección que se ha  normado para  estos maravillosos flamencos que según su alimentación es la  intensidad de la tonalidad rosada que adquieren.

Un segundo panorama imperdible en San Pedro de  Atacama  son los Geysers del Tatío. Ubicados a  4.200 pies de altura, hay que enfrentar la elevación, el frío y el viento cordillerano para llegar a ese extenso conjunto de humeantes  fumarolas.

Pero si quiere contemplarlas, deberá emprender marcha a las 4 de la madrugada, premunido de hojas o mate de coca, barras de chocolate y de cereal. Un par de poleras-capas para enfrentar la cordillera, una  buena parka cortaviento, bufanda gruesa, guantes, lente de sol, zapatones o buenas zapatillas. Hasta esos atuendos llegué yo; otros visitantes se  proveyeron de gorros y orejeras…demasiado.

Los Geysers son el  evidente testimonio que los cerros que rodean este parque guardan materia volcánica, en definitiva son volcanes.

Se trata de un parque termal enorme,  el tercero más extenso del mundo y donde la ebullición llega a  86º Celsius. Hoy este campo geotérmico es una   zona natural protegida y resulta sobrecogedor llegar allí antes del amanecer en medio de  las fuentes que lanzan fumarolas que en definitiva son las expresiones de  volcanes con su depósito acuoso de altísima temperatura.

Los turistas más valientes que formaban parte del grupo se atrevieron a  disfrutar de  las aguas termales autorizadas  para sumergirse, y desafiaron lo gélido del clima para experimentar el calor termal.

Concluida la visita, el amanecer nos recibió ya fuera del parque con un reparador desayuno y un brillo solar que se agradeció tras este ascenso en medio de una temperatura bajísima.

En San Pedro de Atacama  tienen predominancia los volcanes  Licancabur y Lascar, como los más relevantes, pero ellos  forman parte de una cadena mayor integrada a una zona desértica.

Qué más recomendamos visitar en San Pedro de Atacama: los poblados de Toconao y de Machuca. Este último lo habitan atacameños  dedicados al pastoreo y a preservar su cultura a distancia del enclave turístico que representa San Pedro de Atacama.

En Machuca hay una  interesante y representativa  Iglesia nortina, y  sus pobladores se esfuerzan en  establecer una prevalencia de sus costumbres, pero lo cierto es que esta propuesta se debate en lo modesto como resultado de la poca preocupación de los  gobiernos que a través de Conadi han hecho una intervención para apoyarles,  pero que en honor a  la objetividad no ha sido todo lo eficiente que debiera ser.

Y eso es lamentable, porque si hay  una intervención de apoyo, que ésta sea de calidad y no constituya después sólo en el papel como un programa ejecutado. Proyectos de esta envergadura debieran sumar más en cualidad que en cifras.

En rigor, lo más prevalente en intervención lo constituyen los paneles solares para dotarles de energía, pero se observa escaso apoyo en cuestiones culinarias autóctonas por ejemplo para reforzar una oferta de calidad hacia los visitantes así como en la exhibición de su artesanía.

En todos los traslados disfrutamos de la  fauna de la zona: la familia de los camélidos: las alpacas, las  llamas, el guanaco y la vicuña surcan alrededor del camino, muchas veces mimetizándose con el paisaje.

En aves, además de las parinas, hay aves zancudas hermosas. Personalmente,  las disfruto por su elegancia.

Un imperdible  en San Pedro de Atacama es el Museo del Padre Le Paige. Más de 300.000 piezas  integran esta valiosa colección que da cuenta de la cultura atacameña.  La exhibición está perfectamente ordenada desde los inicios de este asentamiento y los distintos periodos que particularmente en producción y formas de vida fue evolucionando este grupo aborigen. Constituye una admirable compilación arqueológica de gran nivel y valor para interiorizarse del desarrollo de la cultura atacameña.

He postergado la cuestión gastronómica, porque confieso que no  tengo consonancia con la  comida nortina, cuya base es la papa  y el maíz.

Lo más representativo es el guiso denominado Patasca: intenso, propio de la comida septentrional y que tiene distintas versiones, como sopa o guiso.

Otras comidas  tienen una base similar, comprensiva, para enfrentar el clima riguroso y pensemos  entonces en preparaciones sobre base de papa, choclo, carne de camélidos, charqui.

En tragos auténticos, ellos disponen de chicha y la llamada aloja: cervezas artesanales y ancestrales propias de los atacameños.

Y para la altura, en todos los lugares está a disposición el mate, la hoja y ahora la  elaborada bolsita de coca.

San Pedro de Atacama tiene más de lo que alcanzamos a visitar en 3 días: termas, lagunas y pukaras y el Pueblo de Caspana han quedado pendientes, porque esta localidad, por su autenticidad y la belleza de sus paisajes bien vale la pena una segunda visita.

Recomendamos visitarlo en invierno, con menor cantidad de visitantes y, me imagino, una temperatura menos abrasadora.

 

 

 

Susana Pozo Pizarro, es Periodista (UCh), Magíster en Información Económica. A nivel profesional ejerció en formatos de Televisión, Radio, Periódico y Revista. También se desempeñó en Comunicación Corporativa y culminó su carrera como Editora y Columnista del sector de Economía en Diario “El Mercurio” de Valparaíso. A nivel académico ocupó cargos en la Universidad de La Serena como académica, Directora de la Escuela de Periodismo y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales y Administrativas. En 2008 recibe el Premio “Elena Caffarena” que otorga el Gobierno para reconocer a mujeres destacadas en su ámbito profesional. Hoy es columnista del Semanario “Tiempo” de La Serena y maneja este sitio para analizar la actualidad así como otros temas de interés. Nos estamos acercando a 1.800 seguidores en twitter y un número significativo que nos siguen a través del contacto directo y de correos. Nuestro interés es otorgar análisis independiente y acogemos comentarios que pueden observar enfoques distintos y opuestos al nuestro.

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