Y en ese afán el Gobierno se enreda entre la Verdad y el Negacionismo
Ni la derecha triunfadora ni la izquierda derrotada han tenido la sabiduría de reprimirse ante la seducción que les despierta la presencia de un micrófono mediático, tras las elecciones del Consejo Constitucional.
Los primeros (algunos) se envanecieron con la victoria y la izquierda radical careció de habilidad para acallar la gran verdad que voceó esta semana la Presidente del PPD, Natalia Piergentili, y es que el Oficialismo está gobernando para su fracción y distanciado de las reales demandas de los chilenos.
Que no fue la mejor forma cómo lo expresó, de acuerdo, y eso fue lamentable, porque permitió que las coaliciones que concurren a la gestión de Gobierno quedasen en posición de víctimas por metáforas nada de afortunadas y Piergentili debió pedir disculpas.
Pero en la interna, debe doler al Ejecutivo que desde quienes le acompañan en el Gobierno ratifiquen que los comicios del 7 de mayo, junto con elegir a los Consejeros Constitucionales, los votantes reprobaron la gestión de Boric, un castigo que el Gobierno se ha negado a reconocer.
La Moneda no ha logrado sacar de la agenda mediática este resultado que les fue tan adverso. A 15 días que el Consejo inicie su tarea, el mundo político y sus versiones sobre los resultados de las pasadas elecciones se procesan en torno a cómo se está hoy distribuyendo el mapa electoral en la decisión de voto del chileno.
Y como ese es el interés primordial de los Partidos Políticos, les resulta difícil reprimir su locuacidad que esta semana brindó un nuevo golpazo al ya aporreado Gobierno en la realista y especial versión que brindó la Presidenta del PPD para decir que el del 7 de mayo a la urna llegaron votos de desaprobación a cómo está siendo conducido el país.
La incontenible verborrea política también fue el tema del artículo que publiqué el pasado viernes en el Semanario “Tiempo”.
Claro que con mucha ingenuidad, la columna estuvo referida a lo que viene: la instalación del nuevo Consejo Constitucional, el evento de menor importancia entre los intereses de los políticos y las vicisitudes de los chilenos.
Con todo, les invito a revisar esta columna, porque algunos de los temas que planteo formarán parte del debate en momentos que el Consejo Constitucional avance en su trabajo y la nueva Constitución tomará forma en medio de inevitables tensiones entre las fracciones antagónicas que la integran.
Será el tiempo cuando reflote otra gran verdad: la Carta Magna y su Reforma a partir de una hoja en blanco sólo estuvo en la mente de quienes la veían como un eficaz instrumento para instalar una ideología que para el infortunio de las colectividades que la impulsaban no coincidían con los intereses ciudadanos.
Tiempo de Callar
Artículo publicado en el Semanario “Tiempo” el 19/05/2023
Con una pulsión persistente, el sector político ha demostrado incapacidad para contener su verborrea sin entender que el 7 de mayo habló la ciudadanía y que tras los resultados es recomendable callar y dejar que el nuevo Consejo Constitucional trabaje en el segundo intento por renovar la Carta Fundamental.
Y el grupo de 50 Consejeros debiera limitarse a dar señales de su convencimiento que la tarea que el electorado les asignó está enmarcada en un proceso con lineamientos, instancias y compromisos acordados al que deberán ajustarse en la redacción de la propuesta. Para eso fueron elegidos.
Hoy es tiempo de abstenerse a las anticipaciones y especulaciones inconducentes. Tal comportamiento evitaría caer en la trampa que pareciera estar construyendo la izquierda radical que ya está llamando a rechazo el 17 de diciembre sin que aun se haya escrito una letra de la propuesta.
Si persisten en esa posición, será la evidencia más sólida que no pretenden debatir en democracia y con diálogo una nueva Constitución. ¿Qué desean? ¿Una nueva ruta constitucional por la que se rija el país, mantener la actual Carta o escribir nuevamente una que se ajuste a su doctrina? Esto último ya fue rechazado.
La izquierda radical, al igual como sucedió en Venezuela, intentó por la vía de cambiar la Constitución, levantar disposiciones e institucionalidad para abatir la Democracia y su pilar más trascendente: la Libertad para expresarse y defender el derecho a elegir a nuestros representantes.
Allí está la explicación de su verborrea animada por la mayoría avasalladora obtenida en urna. Imitarla sería el peor error.
Levantó además el mito sobre la Constitución de Pinochet, en circunstancia que las enmiendas insertadas en los siguientes años suman más de 200 y hasta el expresidente Lagos reclamó la autoría de esa Carta Magna dando cuenta de las modificaciones que se le introdujeron durante su mandato.
Sustentados en esa prédica, impusieron una hoja en blanco borrando casi 200 años de Historia e hicieron una agobiante campaña de un borrador nada menos parecido a una Carta Fundacional.
Hoy nuevos Consejeros enfrentarán a la hoja en blanco que deberá garantizar Derechos, Garantías y Deberes. Así como los perfiles base de la Institucionalidad que nos aseguren Estabilidad y Gobernabilidad.
Y si bien los chilenos quisieran escuchar discursos que se identifiquen con sus demandas, no es ese el contenido de una Constitución. Pero sin los contenidos propios de ese texto, señalados en el párrafo anterior, no será posible avanzar hacia el Desarrollo ni resolver las encrucijadas que hoy enfrentamos.
La Ciudadanía lo entendió muy bien cuando, haciendo caso omiso de la altisonante verborrea de quienes intentaban imponer una Doctrina en reemplazo de una Carta Fundamental, la rechazó.
El votante no está disponible para Consejeros deseosos de manifestar prédicas personalizadas. Ya concluyó la campaña, ya fueron elegidos.
Hoy es tiempo de callar y de trabajar.
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